Gerónimo Rauch se prepara para presentar su nuevo espectáculo This is Me en el teatro Avenida el 7 y 8 de julio. Será un repaso por sus principales personajes, otros que se dará el gusto de interpretar por primera vez y canciones que lo acompañaron desde siempre.
Desde la casa que habita en el centro de Madrid, Gerónimo Rauch ve el Palacio Real. Hasta hace poco más de un año tenía como vecinos a ciervos y jabalíes en una vivienda en las sierras, en las afueras de la ciudad, pero los compromisos laborales y el cansancio de ir y venir lo llevaron a mudarse y cambiar de entorno.
Las funciones de Los puentes de Madison, musical que protagonizó y también gestionó desde sus comienzos, lo agotaron. “Fue uno de los desafíos más grandes de mi carrera, porque yo me tenía que enamorar todas las noches. Es difícil repetir cada noche algo tan inesperado como el impacto de conocer a alguien que te conmueve, que se mantenga fresco ese primer beso. Fue tan lindo como desafiante”, confiesa Rauch.
-El título del show funciona a modo de carta de presentación, un “aquí están mis credenciales” ¿Cómo lo armaste?
-Estos días estuvo en Madrid con Les Luthiers Tomás Mayer Wolf, con quien estoy trabajando y adelantamos mucho. Vamos a tener pantallas, proyecciones y tiene que estar todo muy coordinado. Tengo mi equipo en la Argentina, van a ser 12 músicos en escena. Tenemos un repertorio que me asusta un poquito. Claro que desde el título es Gerónimo Rauch 100 por ciento, es un repertorio que me emociona y me lleva al máximo de mi exigencia.
De la zarzuela al rock and roll
-Además de cantar, sos un contador de historias. ¿Qué vas a contar en este concierto?
-Yo me defino como un cantante que hice muchas cosas. Muchos estilos distintos, entonces This is Me me permite pasar de una zarzuela al rock and roll, justificar cualquier canción que se me ocurra meter porque todo tiene que ver con mi verdad. Sin spoilear demasiado, para todo el set de El Fantasma de la Ópera decidí, en vez de hacer El Fantasma, poner una canción que no tiene nada que ver para meter el candelabro. Y no doy más pistas.
Es que hay cantantes que tienen sus discos para tocar y la gente ya sabe qué va a pasar y para mí los musicales son mis discos, mi historia, pero no me quiero repetir en la forma.
-Estoy feliz porque entro como en un trance con El Fantasma. El proceso que siempre hago como actor es, cuando recibo la música y el libreto y voy estudiando, trabajo mucho en mi verdad, en cómo Gerónimo diría ese texto, en situaciones parecidas. Evidentemente yo no maté a nadie, pero sí, como todo ser humano, tuve momentos de cólera tremendos, de ira. Entonces trabajé eso, el rechazo.
Hay un texto que dice que el primer recuerdo que el Fantasma tiene de su madre es que ella le tapó la cara con un trapo sucio. Es empezar a hurgar en tus emociones, ver cómo te sentirías ante esta situación. ¿A quién no lo rechazaron alguna vez? Trabajo mucho en generar esa emoción.
Ante esta posibilidad que le espera en la capital española al regreso de la Argentina, Rauch se siente privilegiado. No naturaliza que lo que le pasa es el resultado de su talento, sus años de trabajo y su estar en el lugar y en el momento indicados. “Miro y digo ‘qué maravilla’. No solamente tuve la oportunidad de hacer un Fantasma sino de repetirlo en una nueva producción. No todo el mundo tiene esa oportunidad.
Este regreso, además, le da revancha a su hijo Gael, de 10 años, que lo vio en Londres con sólo dos. Aunque casi no lo vio. “Se largó a llorar y se tuvo que ir. Con mi primera frase se asustó y tuvieron que salir”, recuerda Rauch.
-Estás dando Masterclasses. De acá a unos años, ¿qué te gustaría que recuerden tus alumnos de esas clases?
-Es difícil la pregunta, porque cada alumno viene con cosas muy distintas para trabajar. Pero yo recuerdo que me dieron un consejo con 19 años más o menos, un gerente de música de Telefe que me dijo: “Gero, el conocimiento genera independencia. Aprendé todo lo que puedas, de todo, para no necesitar a nadie”.
Después si armás tu equipo y te va bien es genial, pero el poder saber de todo te genera independencia. Ahora estoy viendo, en las redes sociales, una de las ventajas es que los adolescentes aprenden a editar, a musicalizar, a filmarse, son ingeniosos, bailan, actúan. Se abrió un mundo. Nosotros no teníamos ni Internet. Y trasmitirá eso mismo, que aprendan de todo para tomar decisiones.