Un futbolista sin tatuajes merece, mínimo, la cinta de capitán. No es fácil. Habría que pedir tres deseos: que no tenga tatuajes, que se peine normal y que escuche rock.
Según los ojos con que se observe el fenómeno, puede ser primicia Julián Alvarez. Nuestro Julián campeón del mundo es un ídolo pese a no lucir ningun tribal en su bicep izquierdo. ¡Qué hombre! Un distinto. ¡Y encima dicen que tampoco escucha a Duki!
Además de jugar bien, Alvarez parece tener una personalidad. Por ejemplo, no lo imaginamos sentado en la misma mesa de Rodrigo de Paul. Suponemos, es más, que De Paul debe haber perpetrado algún intento de bullying: con sus mil tatuajes trascendió que no soportaría la gigantesca austeridad de su joven colega.
Son caros los jugadores sin tatuajes
Kylian Mbappé, Cristiano Ronaldo, el noruego Haaland. ¿Más acá en el mapa? Nacho Fernández. Son caros los jugadores sin tatuajes. Juan Román Riquelme hacía un emoji de vómito verde cada vez que le hablaban del tema. Ni eso, ni abdominales acentuados, ni peinados a la moda. Lo suyo era solamente la pelota.
¿Pero hoy está permitido llegar a la Primera sin tener tatuajes? ¿No es un requisito indispensable? Luka Modric, el croata del Real Madrid, aparece como un caso rarísimo, casi de personaje mitológico. Tiene pelos en las piernas y en su cuerpo no hay residuos de ilustración. Además, su novia no se la pasa en el gimnasio ni ostenta curvas botineras.
Encontrar un futbolista sin tatuajes es más difícil que encontrar a Wally. La noticia que recorrería el mundo: un club que sólo ficha futbolistas sin tatuajes. ¿No tener tatuajes será la nueva rebeldía? ¿Será el nuevo tatuaje? ¿Operará como activo en el currículum?
¿Y qué pasa con el pelo?
Obsérvese que tampoco quedan jugadores de pelo largo. Sí, directores técnicos traspapelados en el tiempo: el Gallego Insúa de San Lorenzo, Pipo Gorosito, el Tigre Gareca. Gente de vieja escuela, tipos llenos de mañas a los que uno imagina en una mesa de bar (notable) tomándose un «elixir» made in Coco Basile.
Capilarmente hablando, Insúa no sabe lo que ocurrió después de la década del ’80. Gareca tampoco. Corto arriba, largo atrás. El famoso look unisex que marcó una etapa y fue rotundamente popularizado por David Bowie.
¿Quién habrá sido el primer futbolista que se tatuó un antebrazo? Antes era cosa de tumberos. Te cruzabas un tipo con una calavera y pensabas: “Estuvo en Devoto”. Ahora te enterás de que un turista alemán se tatuó una taza de café con leche en la pierna.
En los últimos años comenzó a hablarse de una suerte de «adicción» que habría arrancado con el ideograma chino y el signo del infinito. La «estigmatolofilia» se estudia como la atracción que algunas personas sienten por los tatuajes y las perforaciones corporales.
Hay testimonios de hombres y mujeres diciendo que una vez que se hicieron su primer tatuaje, quieren más y más. Cande Tinelli sería un caso paradigmático. La vemos salir del estudio de tatuajes -donde va muy seguido- pensando en cuál será el próximo.
Hoy día llama la atención un ser humano con la piel de origen. En el boxeo pasa lo mismo que en el fútbol. Los púgiles sin tatuajes no sólo convocan, sino que despiertan respeto y levantan más apuestas deportivas que los boxeadores grabados.
El dinero puede comprar cualquier cosa menos buen gusto: Lionel Messi luce un beso color rosado en su ingle y David Beckham tiene una horrenda constelación de planetas orbitando su cabeza (dicen que en el cuerpo del marido de la Spice Girl contabiliza 41 tatuajes).
Y pensar que al Pipi Romagnoli, ídolo de San Lorenzo, le decían «El Tatuado».
Un jugador sin tatuajes merece el gol. Tarea tan difícil como la de encontrar futbolistas con botines negros. Dijo Pep Guardiola: «Andrés Iniesta es un jugador que no usa tatuajes, ni piercings, ni lleva el pelo pintado. Sólo se le conoce por su fútbol».
Messi, el tatuado
Messi tiene varios y uno se parece a una media. «Blackout», nos soplan: tinta oscura que, al parecer, busca tapar viejos tatuajes. Lo imaginamos: “Hola bobo, quiero una media tres cuartos al estilo Andrea del Boca en Estrellita mía”.
El primer tatuaje del astro fue la cara de su madre. Lo lleva en la espalda, específicamente en la parte superior izquierda.
Neymar es el futbolista más decorado de todo el planeta. El crack brasileño ya casi no tiene color de piel: 45 tatuajes en total. Tanto en Disney como en el ambiente del fútbol, el rey de la selva es un animal bastante popular.
Mauro Icardi, por ejemplo, se lo estampó en el pecho. Conocido por su relación con Wanda Nara, el futbolista tiene el 40% de su cuerpo tatuado. A saber: el Niño Jesús, flores, cruces, nubes, un rosario, una espada, el número 27, el nombre «Wanda», etcétera.
Hubo momias que han aparecido con tatuajes y datan del 400 a.C. Y en Japón comenzaron con esta práctica en el siglo V a.C.
Quizás los tatuados sean personas tímidas que utilizan imágenes para disfrazarse. Existe el rubro de «tatuajes de superación personal». Últimamente ponerse “Resiliencia” es lo más.
Pantalón chupín, barba de dos días y algún tattoo: futbolista. También hay gente que ve atractivas a las personas que saben decir una frase sin meter la palabra “boludo”. Sobre fetiches tampoco hay nada escrito.
WD