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Los diez mejores libros de Agatha Christie, ideales para entender el origen del ‘cozy crime’

A algunos puede parecerles Agatha Christie una antigualla, pero la capacidad de impacto de la autora británica para armar sofisticados crímenes y resoluciones sorprendentes parece estar más viva que nunca y para demostrarlo ahí están las adaptaciones cinematográficas y televisivas que nos devuelven una y otra vez sus enigmas, más el reciente ‘boom’ del ‘cozy crime’ o ‘cozy mistery’, una tendencia de moda que nos devuelve al modelo que ella acuñó, más interesado en la resolución más o menos amable del enigma que en la sangre y la violencia. Sin embargo, muchas de sus creaciones están lejos de esa amable ancianita que nos han vendido y, algunas, pueden llegar a trastornar a los lectores. Esta es una selección imprescindible de sus 67 novelas y más de 150 cuentos. 

1. ‘El asesinato deRoger Ackroyd’ (1926)

Elegida como la mejor novela negra de todos los tiempos por la Asociación Británica de Escritores del Crimen, esta es la tercera aparición del carismático Hercules Poirot y toda una experiencia lectora que logra sorprender incluso a los más desconfiados casi un siglo después de su escritura. No se deje engañar por las tacitas del te de media tarde y los ‘scons’, nunca como en esta novela un final ha sido más desconcertante. Si Christie solo hubiera escrito este título se la recordaría por ella. De hecho, fue este el que la hizo mundialmente reconocida.

2. ‘Asesinato en el Oriente Express’ (1934)

Dos sucesos reales inspiraron la que es quizá la más popular de las aventuras de Poirot: el accidente que en 1928 dejó al Orient Express detenido durante más de una semana en Turquía y el secuestro del hijo del as de la aviación Charles Lindberg, un bebé de 20 meses, que copó las portadas de la prensa. Hoy es un perfecto ejemplo de la estructura ‘whodunit’ (¿quién lo hizo?) que intenta establecer la verdad en el pasado de un grupo de pasajeros ricos y excéntricos. También ha sido una mina para la adaptaciones cinematográficas. 

3. ‘El misterio de la guía de ferrocarriles’ (1936)

Poirot recibe una carta amenazante firmada por un tal A.B.C. que le reta a que detenga su intención de cometer una serie de asesinatos siguiendo el orden alfabético. Agatha Christie fue con esta novela una de pioneras en crear a uno de esos asesinos en serie que se rigen por una férrea y loca premisa que luego explotarían películas como ‘Matar o no matar’ (según las obras de Shakespeare) o ‘Seven’ (los pecados capitales). 

4. ‘Y no quedo ninguno’ (1939)

Conocida anteriormente como ‘Diez negritos’, un título más despectivo en inglés que en castellano que fue transformado en pro de la corrección política y ha vuelto a repetirse en la últimas y recientes versiones expurgadas. Diez personas son invitadas a una mansión situada en una isla de la que no pueden escapar y una tras otra van siendo eliminadas. Christie encontró su inspiración en un maravilloso hotel art deco en la isla de Burgh, en Devon, que suele quedarse aislado por las mareas y que para alegría de sus lectores, todavía existe.

5. ‘Cinco cerditos’ (1943)

A la autora le gustaba utilizar canciones infantiles para armar sus ficciones. Lo hizo en ‘Diez negritos’, ‘La casa torcida’ y en esta novela que posiblemente tenga la trama más perfecta de la autora con sus cinco versiones distintas de un mismo suceso, un crimen ocurrido 16 años por el que una mujer murió en prisión tras haber envenenado a su marido. Como curiosidad, la autora ambientó la novela en la que fue su residencia de verano, Greenway, muy cerca de su Torquay natal. 

6. ‘Hacia cero’ (1944)

A Christie le gustaba experimentar y aquí lo hace mejor que nunca al concebir esta ingeniosa novela como un preludio al crimen, que solo se comete en las últimas páginas. La tesis de la novela es que un asesinato no cristaliza en el acto en sí, sino que es la consecuencia de una serie de acciones y pensamientos que llevan al criminal a su objetivo. Es también la última peripecia del superintendente Battle, uno de sus investigadores recurrentes con el que la autora homenajeó a los policías de Scotland Yard. 

7. ‘La venganza de Nofret’ (1945)

Tras la dolorosa ruptura con su primer marido, de quien conservó el apellido, Christie se casó con un arqueólogo, Max Mallowan, 14 años más joven que ella y a quien acompañó en sus exploraciones. Fruto de esas experiencias nacen algunas de sus historias de tema internacional como ‘Muerte en el Nilo’ o ‘Asesinato en Mesopotamia’ y esta novela detectivesca e histórica, muy rara dentro de su catálogo, ambientada en Tebas en el 2000 a.C. que alardea de ser la que cuenta con más asesinatos de toda su producción. 

8. ‘La casa torcid’ (1949)

Los crímenes familiares son bastante habituales dentro de la producción de la escritora que encontró en ellos un terreno fértil para sus historias, pero en ninguno de ellos se crea la atmósfera malsana que rodea a esta historia con un punto de arranque predecible: ¿quién ha asesinado al patriarca de una familia multimillonaria pero disfuncional? Solo decir que a la autora le costó bastante que sus editores aceptaran su resolución final. Todo un atrevimiento, incluso tratándose de ella. Christie la consideraba su mejor novela

9. ‘Noche eterna’ (1967)

Cuando los críticos convenían en que los mejores tiempos de la autora ya habían quedado atrás, esta sorprendió a todos con la que quizá sea la más extraña de sus novelas. Chico (de clase trabajadora) conoce a chica (rica). La continuación de la historia incluye una boda y un matrimonio con muchos problemas y suspicacias a su alrededor. Lo mejor, la sensación amenazante y ‘in crescendo’ que establece la historia con una resolución absolutamente perturbadora. 

10. ‘Telón’ (1975)

Un viejo y cansado Poirot regresa al escenario de su primera novela, la casa de campo de Styles, y pide ayuda a su amigo el capitán Hasting para realizar unas investigaciones sobre un individuo que le parece sospechoso. La autora escribió esta historia en la que daba por finalizada la carrera de su pequeño detective en 1944 mientras los nazis bombardeaban Londres e inmediatamente después la guardó en una caja fuerte con la intención de que se publicara a su muerte. No fue así, finalmente apareció cuatro meses antes de su fallecimiento y pudo disfrutar de las buenas críticas que recibió. Tras su aparición ‘The New York Times’ dedicó un obituario al investigador belga 

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