Hay disciplinas que siempre cumplen, que en cada edición de los Juegos Panamericanos alimentan la cosecha celeste y blanca. Algunos, con gran tradición en Argentina, practicados en clubes a lo largo y ancho del país. Otros, deportes de los que la mayoría solo se «acuerda» cada cuatro años, cuando el continente celebra su cita más importante. En ese segundo grupo está el racquetball, poco conocido para muchos, pero que desde Toronto 2015 siempre dijo presente en el medallero nacional y que en Santiago 2023, con la enorme María José Vargas a la cabeza, ya consiguió tres preseas. Y va por más.
Vargas ganó la plata en el dobles femenino junto a Natalia Méndez, y en el dobles mixto, con Diego García de compañero, y fue bronce en el singles femenino. Tres preseas que llevan la cuenta histórica de este deporte a diez -por ahora, ya que aún quedan por disputarse las pruebas por equipos-, nueve de las cuales se consiguieron en las últimas tres ediciones de los Juegos. Todas con una particularidad: llegaron de manos de talento extranjero, porque en los últimos años, el racquetball argentino se nutrió de jugadores que eligieron defender la camiseta albiceleste en lugar de las de sus países de origen y se generó una especie de relación simbiótica, muy positiva para las dos partes.
Los tres que se subieron este martes al podio en Santiago nacieron en Bolivia. Vargas y Méndez, en Santa Cruz de la Sierra. María José, de 30 años, comenzó a jugar para Argentina en 2014 y al año siguiente en Toronto ganó las platas en la prueba individual y en la de parejas, junto a Véronique Guillemette, oriunda de Canadá y también nacionalizada.
En 2016, se sumó Natalia, de 26, y la dupla de compatriotas firmó un triple podio en Lima 2019: plata y bronce, respectivamente, en individual, plata por equipos y bronce en dobles.
Y hace unos cuatro años, desde Cochabamba, llegó García, de 22, quien el año pasado se consagró campeón mundial sub 21 y está debutando en unos Panamericanos.
El equipo argentino de racquetball a pleno en Santiago 2023. Foto Insragram @racquetballargentinaoficial«El racquetball es parte de la cultura en Bolivia», contó Daniel Maggi, histórico jugador argentino y Jefe de Equipo y entrenador del seleccionado en la capital chilena. «Allá hay más de 700 canchas de racquetball y alrededor de tres mil frontones públicos. En Santa Cruz de la Sierra, los negocios de deportes tienen las camisetas de los equipos de fútbol y raquetas de racquetball. Juega todo el mundo. Y cuando juega todo el mundo, salen jugadores desde abajo de la tierra. Es como el fútbol para nosotros».
«El proceso de los chicos se fue dando de a poco y por suerte, desde Toronto, las chicas vienen consiguiendo resultados increíbles. Hoy el racquetball argentino es un deporte distinto al que era. Los chicos lo aprovechan y nosotros lo aprovechamos», comentó quien está casado con Guillemette.
Para los jugadores, calzarse la celeste y blanca significa un apoyo que no tenían en Bolivia, donde hay tanto talento, que muchos quedan fuera del «sistema» que les permite jugar en el más alto nivel de de su deporte y participar de los eventos más importantes, como estos Juegos Panamericanos.
Vargas viene sumando medallas panamericanas desde Toronto 2015. Foto @PrensaCOA«Entre la carrera juvenil y la profesional se produce un corte. Si no tenés el apoyo, la dirección y los profesionales que te guíen, te perdés en el camino y la mayoría se termina retirando. Nosotras tomamos una decisión porque nuestro sueño era ser racquetbolistas profesionales y la verdad que la tomamos y nos salió bastante bien. Así que estamos contentas», comentó Méndez, que en Santiago llegó además a cuartos de singles.
«Yo fui a mi primer mundial a los ocho años y como junior jugué diez y gané diez oros. Al principio de mi carrera, todo lo tenían que pagar mis papás. Cuando tenía 16 años, se acercaron desde la Federación Argentina y me ofrecieron jugar para este país. Fue difícil al principio, pero creo que fue la decisión correcta, porque en Bolivia no tenía nada de apoyo», explicó García.
El talento boliviano combinado con el apoyo y la estructura argentino -y mucho trabajo detrás- hicieron que los podios panamericanos en racquetball se convirtieron ya en una costumbre.
Méndez consiguió tres medallas en Lima 2019. Foto @PrensaCOA«Venimos entrenando día a día. El apoyo que nos da el ENARD y el COA para poder jugar el tour profesional es clave. Eso te genera otra competencia. Si estuviéramos fuera del circuito, creo que todo esto no sería posible. El roce ayuda mucho a subir cada vez más el nivel», analizó Vargas.
Méndez coincidió: «Todo lo que venimos consiguiendo se explica en los muchos años que hemos trabajado por eso. Tenemos bastante práctica y confianza de que los resultados van a ser buenos, pero sabemos el esfuerzo que le ponemos».
Saben de dedicación y sacrificio los jugadores. Natalia, por ejemplo, rindió el sábado pasado a distancia un parcial de Legislación Tributaria -está cursando un Diplomado en Derecho Empresarial y Financiero-, sufriendo con la mala conexión de wifi de la Villa Panamericana, y el domingo salió a jugar y aseguró el bronce en dobles. Y María José tuvo que despedirse por un tiempo de sus tres hijos -el más chiquito, acaba de cumplir un año- para viajar a Santiago.
«Cada vez que gano una medalla siento que les estoy devolviendo algo de todo lo que Argentina me dio. Acá confiaron en mí cuando era muy chica y estoy muy feliz de poder hacerlo», comentó Vargas.
Medallas que se traducen en crecimiento
Para el racquetball argentino, el beneficio va más allá de las medallas. «Nos da desarrollo y nos genera muchísimo apoyo. Para nosotros, los chicos son muy importantes y además son grandes, grandes jugadores. María es una atleta única», afirmó Maggi, dueño de la única medalla panamericana de este deporte previa a Toronto (bronce en dobles en Santo Domingo 2003).
García se coronó el año pasado campeón mundial sub 21. Foto @PrensaCOA«Las primeras canchas en Argentina se construyeron gracias a las medallas que conseguimos en Toronto. Antes, nadie conocía el racquetball, decían qué es eso. Ahora por lo menos hay canchas y estoy super orgullosa de eso», afirmó Vargas.
Así como lo cuenta María José. Esas dos platas ganadas en suelo canadiense fueron el puntapié inicial de un proyecto que permitió construir cuatro canchas en Ferro Carril Oeste, club que se transformó en el epicentro del racquetball nacional y en el que hoy funciona una escuela a cargo de Maggi y Guillemette.
«Eso nos dio un impulso enorme y empezamos a sumar un montón de jugadores. La pandemia nos aniquiló, porque nosotros éramos considerados un deporte cerrado, entonces empezamos últimos y los chicos se fueron a jugar al tenis, al fútbol, a cualquier cosa. Nos costó un montón recuperar y arrancar de nuevo», explicó Maggi. «Ahora estamos en ese proceso y creo que a esta gran actuación en Santiago 2023 nos va a generar un impulso adicional muy, muy grande».
Esa sociedad que ganó buscando el beneficio mutuo se transformó en una gran familia. Quedó claro el lunes, cuando Vargas perdió en semis del singles con la mexicana Paola Longoria, imbatible en Panamericanos desde 2011 y quien terminó llevándose el oro. La derrota le dolió y María José se quebró. Y no hubo ningún integrante del equipo que no fuera a abrazarla y darle ánimos para levantarse.
Daniel Maggi y Carlos Cuadri, entrenadores del seleccionado, atentos a la acción en Santiago. Foto @PrensaCOA«Nací en Bolivia, me formé allá y mis compañeros son bolivianos, pero nos sentimos parte del equipo argentino dentro y fuera de la cancha. Siento mucho cariño por esta bandera y siempre lo doy todo», contó Méndez.
Y cerró: «Este no es un deporte popular en Argentina, pero está creciendo. Cuando voy a competir y a entrenar en Ferro, veo muchas clases para chicos y eso me encanta. Sé que cada vez que ganamos una medalla escribimos la historia del racquetball argentino, pero no quiero que quede en lo que ya conseguimos. Quiero que vengan muchas más».
Por los podios en las pruebas por equipos
Cerradas las pruebas de singles y dobles, en el Centro Deportivo de las Raquetas del predio del Estadio Nacional se pondrá en marcha las competencias por equipo, en las que los argentinos buscar más medallas.
Este miércoles, García y Fernando Kurzbard, el más «veterano» del equipo y el único nacido en Argentina, enfrentarán a los chilenos Rodrigo Salgado y Jaime Mansilla por los octavos de final. Vargas y Méndez comenzarán directamente en cuartos este jueves con rivales aún por confirmar.