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Por qué hay que ver la serie tailandesa «El señor de la casa», sobre las miserias de una familia con poder

Esta serie llegó, entre otras cosas, para revalidar aquella frase sellada a fuego en los lugares comunes que dice que «no todo lo que brilla es oro». Porque, más allá de ser un thriller que sabe manejar muy bien los hilos del suspenso, El señor de la casa muestra la opaca oscuridad de una familia que maneja uno de los emporios de joyas más codiciados de Asia. Y que, pongan lo que pongan sobre mesas, vitrinas y escotes, sus piezas preciosas no los representan. Cada uno es peor que el otro.

De alma de diamante no tienen nada.

La ficción tailandesa que hace unos días estrenó Netflix atrapa desde la mitad del primer episodio –en total son siete, que se mueve entre los 45 y 60 minutos-, corriendo el velo a una mansión en la que viven el patriarca, sus dos hijos, sus dos nueras, a veces van sus dos nietos y luego ahí también habita un séquito de criadas, las verdaderas protagonistas de esta historia.

Porque el señor del título muere de entrada -más allá de que veamos por un tiempo la actuación de Teerapong Leowrakwong gracias a los frashbacks-, no sin antes haberse casado con Kaimook (Narilya Gulmongkolpech), la favorita entre todas las chicas de la casa. Eso la convierte no sólo en esposa, sino en la peor enemiga del clan de malas personas. No se salva uno.

Todo lo que se desencadena a partir de su muerte -puede ser tanto un accidente como un asesinato, duda que se despeja al final– muestra las sombras de seres ambiciosos, con el abuso, tanto físico como psicológico, como herramienta principal de su supuesto poder.

Narilya Gulmongkolpech se luce como la criada favorita del señor. No tiene joyas, pero sí valores.Narilya Gulmongkolpech se luce como la criada favorita del señor. No tiene joyas, pero sí valores.Así, mientras la historia avanza hacia la investigación que permita descubrir quién supuestamente mató al patriarca -en caso de que no se haya caido solo del balcón, acompañado por su colección de mariposas-, va creciendo un interesante escenario de lucha de clases.

Capítulo a capítulo se va viendo cómo tanto los dos hijos como la nuera menor son despiadados para con los trabajadores de la casa. Son descarte necesario para ellos. Al margen de uno sepa que se trata de ficción, la verosimilitud del relato genera empatía entre las víctimas y el espectador.

El abuso irrita, duele, provoca impotencia y todos esos condimentos se van entrelazando mientras crece el misterio.

Si bien la serie se llama El señor de la casa, la historia habla de la señora de la casa, de la flamante viuda a la que siguen obligando a usar delantal. A la que humillan sin respiro.

«El señor de la casa» propone un fuerte contrapunto de clases sociales.Pero, volviendo a echar mano al recurso de las frases hechas, tal vez sea cierto que la venganza sea un plato que se come frío. Habrá que esperar, entonces. Llegado ese punto, ya la serie habrá virado de thriller a drama social.

Y podría haber sido calificado de muy bueno sino fuera por la gran cantidad de detalles que el guión se ahorra sobre personajes clave. Por qué tal hizo tal cosa o dejó de hacer tal otra, cómo llegó adónde llegó. Quizás, si volvieran a repartir el tiempo y no derrocharan tantos segundos en el mundo de las joyas y lo invirtieran más en las almas de los humillados, la serie ganaría en emocionalidad. Y en calificación.

Ficha

Thriller y drama familiar Protagonistas: Narilya Gulmongkolpech y Teerapong Leowrakwong Dirección: Sivaroj Kongsakul Emisión: Siete episodios disponibles en Netflix.

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