En el fin de semana, el presidente Javier Milei sostuvo en una entrevista radial que la pobreza está bajando en Argentina. «La pobreza se ha reducido en 8 puntos porcentuales. ¿Cuándo se vio una caída tan abrupta de la pobreza en tan poco tiempo?», aseguró el mandatario.
Milei se apoya en las mediciones que realizan los economistas del sector privado para sostener esta afirmación. En principio, estos registros alternativos de la pobreza –el próximo índice del INDEC se difundirá recién en marzo de 2025- ratifican que se está reduciendo respecto del pico de la primera parte del año.
El dato oficial más reciente de pobreza marcó 52,9% para el primer semestre de este año, un salto de.11 puntos porcentuales respecto del segundo semestre de 2023
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Javier Milei: «Estamos bajando la pobreza en 8 puntos porcentuales, es una enormidad lo que estamos logrando»
El salto de la inflación, que acumula 101% en los primeros nueve meses del 2024 es la explicación central del avance de la pobreza, en un contexto de menor actividad y caída de los ingresos que golpea más fuerte a los sectores informales.
Pero la desaceleración de la inflación en los últimos meses -en septiembre el Indice de Precios al Consumidor marcó 3,5%, el menor registro en tres años- traerá algún alivio sobre las mediciones de pobreza, según el análisis de los expertos del sector privado que siguen el tema.
Para Leopoldo Tornarolli, economista de CEDLAS y de la Universidad Nacional de La Plata, «la baja de la inflación va a provocar una baja tanto de la indigencia como de la pobreza, sin lugar a dudas. A eso ayuda mucho que en los últimos meses el aumento de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y la Canasta Básica Total (CBT), con las que se mide indigencia y pobreza, fue por debajo de la inflación».
«Si la inflación se mantiene en la senda decreciente, situándose en valores cercanos a los «normales» (los que tiene el resto del mundo) y la economía crece en 2025-2026-2027, la pobreza al final del mandato de Javier Milei seguro va a ser más baja que cuando asumió. En ese escenario, incluso debería llegar a ese lugar en 2026″, sostuvo Tornarolli.
Martín Rozada es Director de la Maestría en Econometría e investigador del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) en la Universidad Di Tella, donde realiza mediciones de pobreza que permiten anticipar los números del INDEC. «De acuerdo a la evolución de las canastas de pobreza y de indigencia podemos estimar que en el semestre de abril a septiembre la pobreza es de 49,7%. El pico más alto de la pobreza este año se dio en el primer trimestre y luego fue cediendo con la inflación, en el tercer trimestre sería de 48,6%».
La pobreza del tercer trimestre del año suele ser más baja a la del cuarto por motivos estacionales, ya que en el periodo julio/septiembre impacta el efecto de los aguinaldos. Por eso Rozada proyecta que si la dinámica de desaceleración de la inflación y leve recuperación de los ingresos continúa, en el cuarto trimestre marcaría una pobreza del 50%, pero el promedio semestral terminaría abajo del 50%
«La pobreza está bajando, la indigencia también pero con menos flexibilidad», apuntó Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica. «El año podría cerrar abajo de 50%, visualizamos que terminara entre 45% y 50%. El último trimestre del año pasado la pobreza fue de 45%, quizá terminemos alrededor de esos valores».
En esa línea y en referencia a la medición del último trimestre de 2023 contra el mismo período de este año para Salvia «es factible que Javier Milei termine el año con menos pobreza de la recibió. Es altamente probable que eso ocurra”.
«Con este nivel de inflación la tendencia es a la baja para el año próximo. Y si hay una reactivación bajará más», asegura Salvia.
Para el especialista, «en un contexto de crecimiento moderado con baja inflación estos valores pueden bajar con bastante facilidad a 35 ó 40%». Pero señala que perforar ese piso de pobreza estructural va a requerir otras políticas.«A partir de ese piso ya no basta con que crezca la economía y que aumente el empleo, porque no hay una demanda de empleadores que busquen ese perfil de trabajador».
Por eso Salvia resalta que «hay que poner ahí la discusión de una política de Estado. Priorizar la inversión en capital humano para que los jóvenes de esas familias estén preparados para los cambios productivos. Y adecuar la reforma laboral para que se puedan incorporar trabajos de mayor flexibilidad que permitan que un hijo de cartonero tenga un trabajo formal con protección, aunque sea por unos meses».