Su vida puede narrarse con cifras. Apenas supera los 30 años y ya rescató de la calle a unos 80 perros. Vive con 38 pichichos en una casa de 2 plantas que tiene 10 metros de largo, 5 de ancho y otros tantos de fondo. Herrero y electricista, Claudio Cocimano actualmente se gana la vida en su La Plata natal ejerciendo esos oficios, pero trabajó 15 años seguidos en Carrefour, supermercado en el que le decían “Patita” y donde conoció a su pareja, Tatiana Garro, otra fanática de los canes. Juntos tienen una cuenta de Instagram (@labachimanada) que supera los 460 mil seguidores. Allí muestran el proceso desde que encuentran un perro abandonado hasta que está en condiciones de ser adoptado, entre otras situaciones cotidianas de lo qué significa tener mascotas. En la descripción de la cuenta se lee: “Somos perros que rescataron a dos humanos”.
Si bien Claudio saca de la calle a animales que están en situaciones vulnerables (abandonados, heridos, perdidos, etc.), no se autopercibe “rescatista”. Señala que su casa -la que levantó con sus propias manos siguiendo tutoriales de albañilería de Youtube- no es un “refugio de mascotas” (aunque aloja y da tránsito temporal a perros), sino un hogar en el que simplemente convive con ejemplares de otra especie.
En ese “templo animal” existen dos ambientes bien diferenciados. La planta baja está monopolizada por los perros. No hay muebles (salvo una pequeña mesa de hierro) y tiene repisas en las paredes, donde se ponen objetos al resguardo de “sus hijos de cuatro patas”.
En el piso superior -al que se accede por una prolija y sólida escalera metálica made in Cocimano- duermen Claudio y Tatiana acompañados por 8 perritos lactantes que en breve seguramente serán adoptados, al igual que casi todos los demás que pasan por allí transitoriamente mientras encuentran un hogar que los quiera para siempre. Tal como ocurre en las casas en las que hay bebés pequeños, el mejor horario para charlar con Claudio es el de la siesta, cuando todos duermen y no se escucha ni un ladrido. Justamente en un mediodía atendió a esta revista.
Noticias: ¿Cómo rescató al primer perro?
Claudio Cocimano: Uno de los primeros casos fue Olivia, una cachorrita que estaba detrás de la rueda de mi auto. Ese día no arranqué de casualidad; si daba marcha atrás sin verla, la mataba. Estaba temblando. No sé cómo había llegado hasta mi casa, supongo que por un huequito que había en la entrada. Yo digo que la vida la puso ahí, en mi cara y me dijo: “Mirala a los ojos”.
Noticias: ¿Y qué descubrió?
Cocimano: Esos ojos me decían: “Tengo miedo, no sé qué hacer, recién vengo a este mundo y no estoy entendiendo nada. Lo único que quiero es comer o estar en un lugar tranquila”. Fue tanta esa conexión que se generó, que yo -que siempre respeté demasiado los horarios- en vez de ir a trabajar me fui a una veterinaria a hacerla ver, después la dejé en mi casa y recién de ahí fui a laburar. Me movió demasiado. A partir de ese día, empecé a ver los mismos ojos en todos los perros.
Noticias: Apenas supera los 30 y ya se hizo una casa propia. ¿A qué edad empezó a trabajar?
Cocimano: A los 10. En el año 2000, eran tiempos difíciles… Con un trabajo solo (el de su papá, policía) no alcanzaba para 4 hijos. Mi vieja laburaba de ama de casa, y ahora de grande entiendo que tal vez ella laburaba mucho más, cuidándonos. Pero bueno, yo empecé a trabajar en la calle, con mi viejo. Como no alcanza el mango, vendía flores. Después vendí detergente, budines… En Navidad tocaba pan dulce. Salía a hacer el reparto con una bicicleta que era multiuso. Como no entendía las calles, me acompañaba mi hermano más grande.
Noticias: Mientras tanto, los chicos del barrio jugaban a la pelota.
Cocimano: Sí. Yo los veía jugar a ellos con libertad… Nosotros teníamos otra necesidad, no había otra forma de subsistir. Por eso también juntábamos cartón. Tal vez, el día que venía el camión que retiraba todo empezábamos a cargar los cartones a las 7 de la mañana y terminábamos a las 10. A los 14 más o menos empecé a tomar dimensión del dinero.
Noticias: Haber empezado tan chiquito, ¿lo marcó?
Cocimano: Lo que más me marcó fue a los 16 o 17 años, cuando con mi viejo arrancamos a vender gaseosas afuera de la cancha. La zona de El Bosque (donde están los estadios de Gimnasia y Estudiantes) estaba lejos de mi casa. Yo llevaba hasta ahí unas conservadoras en mi motito. Creo que lo que más me marcó en ese entonces fue sentarme desde temprano, en pleno invierno, y que la gente pase por al lado y me mire como despectivamente. A veces ni me saludaban. Encima te decían: “Che, ¿a cuánto vendés la gaseosa?” Era 1 peso y me pedían que se las deje a 50 centavos. Me pichuleaban. Yo hacía un gran esfuerzo para ir hasta allá y lo que ganábamos por cada gaseosa no era mucho… La gente no tenía sensibilidad.
Noticias: ¿Qué más recuerda?
Cocimano: Recuerdo mucho el frío, a veces llegaba la noche, estaba lloviznando, nosotros estábamos cargando todo y la gente no volteaba a verte. Creo que esa indiferencia es lo que me liga con mis animales hoy en día.
Noticias: ¿Por qué?
Cocimano: Porque cuando los veo a ellos en la calle, me veo a mí cuando era pibito. Los veo abandonados ahí, sin que nadie los mire… O sea, la gente pasa, capaz ve a un perro que se está desangrando o tiene una patita mal, y le tiran comida y siguen de largo. No ven que el perro tiene otras necesidades, que tal vez se está muriendo, o lo chocaron o lo dejaron al costado de una ruta. Eso me empuja a hacer lo que hacemos con mi pareja en La Bachimanada.
Noticias: ¿Qué busca desde ese lugar?
Cocimano: Transmitir amor por los animales e informar, no imponer cómo los tiene que tener cada uno. Ablandar el corazón de alguien malo, de buena manera… Si alguien es dañino con los animales, la psicología no es ir a decirle: “Che, esto está mal” porque esa persona se va a enojar y cantar “vale cuatro”.
Noticias: Suena muy pacífico, pero en situaciones con perros que están atados todo el día, ¿conserva esa paz?
Cocimano: En mi trabajo tenía un compañero que tenía a su pitbull atado porque supuestamente era malo. Cuando me lo cuentan yo pensé: “Es un hijo de puta, pero si lo insulto, me alejo de él y no ayudo a cambiarle la realidad a ese perrito”. Muchos humanos piensan que los perros tienen la misma psicología que nosotros. Entonces creen que cuando una mascota rompe o muerde algo, lo hace por dañina. No ven que la única manera que tienen de descargar su tensión/su ansiedad, es a través de la mandíbula. Hay gente que empieza a comprender estas cuestiones y de a poquito va cambiando la mentalidad.
Noticias: Con su compañero de trabajo, ¿lo logró?
Cocimano: Sí. Su hija empezó a seguir nuestra cuenta de Instagram, vio que nosotros tenemos a todos los perros sueltos y bien… Yo le dije que si él fuese perro y lo tuvieran siempre atado a un lugar, él también estaría enojado y cuando lo soltaran al principio tal vez iba a ser más malo. No digo que lo vamos a lograr con todos, pero creo que así como se van contagiando las cosas malas, también se transmiten las buenas.
Noticias: ¿Los siente como sus hijos?
Cocimano: Sí. Son de una especie muy similar a la nuestra, solo que nosotros nos olvidamos de que -en el fondo- somos animales. Cuando escucho la frase “Eh, tal persona es un animal”, yo digo no. Un animal jamás va a tirar una bomba en un hospital donde hay nenes ni va a hacer una violación aberrante… El humano hace esas cosas. Por eso siempre digo que quiero ser más animal y menos humano.
Noticias: De todas las historias que vivió con animales, ¿cuál le da especial satisfacción?
Cocimano: Muchas. Por ejemplo, hace un tiempo me escribió una mujer de Córdoba y me contó que nos seguía en Instagram, que veía las historias que subimos con los animales. Me dijo que un vecino suyo tenía un ovejero atado todo el día, entonces juntó valor y se lo fue pedir. Ella tenía depresión porque había perdido un hijo; estaba muy mal, no se levantaba de la cama. ¡Y sin embargo logró llevarse al perro! Al principio no sabía qué hacer. Después fue al veterinario, que le desincrustó la cadena que ya tenía metida en el cuello… ¿Qué pasó con el ovejero? Le pedía salir, entonces ella empezó a pasear con él. Ahora van juntos al río, y el perro le hizo descubrir lugares que ella no conocía. Al final, él la terminó rescatando a ella.
Noticias: ¿Qué le gustaría que pase con su vida? ¿Qué sueño le queda por cumplir?
Cocimano: Sabés que me cuesta pensar en el futuro… No tengo metas, la vida me va llevando como el viento para cualquier lado. Siempre visualicé que lo mío va por ayudar.
Noticias: Y a usted, ¿quién lo ayuda, además de Tati, que es su mano derecha?
Cocimano: “El gordo”, mi papá (le digo así) Ahora estamos haciendo juntos un contrapiso en mi patio. Yo aprendí de él, antes vivíamos en una casillita que él levantó. A pulmón y con 4 pibes. No tenía horario, capaz venía de trabajar a las 9 de la noche, comía algo, se ponía hasta las 3 de la mañana y se levantaba a las 6 para volver a laburar. Y eso que tiene epilepsia. Más de una vez se subió a una escalera y cuando revocaba una pared le dio un ataque y se cayó. Y mi vieja siempre corriendo a agarrarle la cabeza…Tengo su escuela.
Mariana Comolli
@marianacomolli
por Mariana Comolli