En las últimas horas los analistas que monitorean la economía argentina, tanto a nivel nacional como internacional, se hacen la misma pregunta a miles de kilómetros de distancia: ¿cómo planea el Banco Central acumular reservas?
Desde Nueva York, un trabajo del Banco Barclays de esta semana enumera tres beneficios de reunir dólares: otorgar más credibilidad a la banda cambiaria para cuando el Central necesite intervenir, blindar a los tenedores de bonos en caso de un cambio político en octubre y aumentar la probabilidad al país de refinanciar su deuda a tasas sostenibles. “El Gobierno debería comprar más reservas en nuestra visión. La acumulación será un determinante clave de cuán constructivos somos sobre la economía argentina”, dice Barclays.
Al mismo tiempo, desde Buenos Aires, un informe de Adcap de ayer se preguntó cuántas reservas son suficientes para una economía parcialmente dolarizada, aún maniatada por controles de capitales y que adolece de depender de las materias primas. Un cálculo sobre el nivel óptimo de reservas en base a la metodología actual del FMI recientemente actualizada, señala que deberían ubicarse entre US$ 57.800 millones y US$ 78.700 millones. “Dada la administración férrea del tipo de cambio, entre un crawling peg y flotación, un punto medio razonable como objetivo sería US$ 68.000 millones. Eso implicaría más que duplicar las reservas” que para Adcap son unos US$ 28.000 millones netas del swap con China. “El Banco Central está peligrosamente bajo en reservas”.
Hay quienes ven el poder de fuego del Banco Central aún por debajo de esa cifra. Para la Fundación Capital el nivel hoy en verdad ronda los US$ 15.000 millones al descontar los encajes y el swap chino.
Hay dos elementos que relajan este estrés.
Por un lado, todavía hay pesos encepados. Los plazos fijos del sector privado en moneda local son unos $ 43 billones en total, nota la misma Fundación Capital, de los cuales $ 13 billones están libres de cualquier regulación (personas físicas) pero el resto ($ 30 billones) aún enfrenta algún tipo de control de cambios (empresas).
En segundo lugar, la consultora 1816 vaticina que “en las próximas tres semanas el Gobierno podrá elegir entre aprovechar la oferta extraordinaria de divisas y acumular muchas reservas vías compras del Tesoro o intentar que el tipo de cambio se aprecie para consolidar la desinflación”. Según los números de la consultora “el agro debería liquidar alrededor de US$ 4.500 millones en las primeras tres semanas de julio” para beneficiarse de la baja de retenciones (trigo y cebada) que empezó a regir desde ayer. “Es probable que julio sea el segundo mes de mayor liquidación de divisas del agro de toda la historia después de septiembre de 2022”.
El ministro de Economía, Luis Caputo, volvió ayer a cargar contra los economistas que cuestionan el plan TMAP (acrónimo que usa el Gobierno para decir todo marcha acorde a lo planeado) con sus preocupaciones en público de cómo el Gobierno planea acumular dólares más allá de julio (“una vez pasadas las próximas tres semanas la Argentina se enfrentará al trimestre agosto-octubre, un trimestre desafiante”, dice la misma 1816), y en momentos en que el tipo de cambio sigue sin acercarse al piso de la banda luego de ya dos meses de iniciada la Fase 3 de la banda de flotación.
Lo que los economistas dicen es que si el dólar no se acerca a la cota inferior (ayer $ 969,86 mientras el tipo de cambio mayorista cerró a $ 1.220), las reservas netas continuarán siendo negativas, la economía no se remonetizará, la caída del riesgo país no se consolidará y el crédito no se abaratará para seguir apuntalando el crecimiento del consumo. Sólo en junio el agro liquidó 25% más que en mayo y aún así el tipo de cambio no se acercó a $ 1.000 y así es difícil que el Banco Central acumule divisas.
¿Y entonces?
Y entonces, tanto en Wall Street como en la City, esperan que el dólar ingrese en zona de turbulencia de cara a las elecciones, por más que no le guste escuchar esto al equipo económico y desafíen al mercado comprar dólares a $ 900. Y eso lo que se verá: argentinos que seguirán comprando dólares para atesorar (en mayo lo hicieron por US$ 2.262 millones) y JP Morgan recomendando tomar ganancias y dejar el carry.
No es la visión de un banco de EE.UU. sino algo extendido entre economistas y entidades de miradas y lugares diferentes.
Para el ex viceministro Emmanuel Alvarez Agis: “En el tercer trimestre de 2025 es esperable que la oferta de divisas del agro empiece a disminuir y el riesgo de una suba del tipo de cambio se incremente. Tan cerca de las elecciones legislativas, una mayor volatilidad en el frente cambiario podría implicar un riesgo para la estrategia antiinflacionaria de LLA […] el Gobierno parece decidido a intervenir en el mercado cambiario de todos modos”.
Para Barclays, “el aumento de importaciones y las intervenciones del Central podrían traer algún tipo de presión sobre el dólar antes de las elecciones”. Pese a que el desequilibrio externo en el balance de pagos aumentó en el primer trimestre por encima de lo esperado, no es algo ni inusual ni no esperado en un proceso de estabilización como los que vivieron Argentina en los noventa y otros países de la región, repasa Barclays. “Pero aún cuando la trayectoria externa actual puede ser parte un equilibrio ordenado a más largo plazo, la demanda por activos en pesos tiende a ser inestable de cara a las elecciones”, dijo.