Una parva de minutos de desarrollo, de imprimirle cierto suspenso con el objetivo de atrapar el interés del espectador. Toda una gimnasia que proviene de manera milenaria de muchas décadas atrás, de aquel pionero en estas minucias: Lucho Aviles.
En el contexto de un enigmático, Pepe Ochoa remó sin cesar una extenso bloque para iluminar un dato que cosechó, pero no imaginaba la intervención negativa de su ladero, de su compañero en esa aventura de Bondi Live, ese canal de streaming que ideó Ángel de Brito.
El suricato de LAM narraba con suspenso y a cuenta gotas una circunstancia de una mega famosa, cuando Santiago Riva Roy reveló el nombre espontáneamente y arruinó todo. Así se desató una incomodidad manifiesta, que provocó la ira de Pepe, quien se levantó y se retiró.
Ochoa inició su relato de la información y dibujó el contexto de un canje que terminó de una manera muy adversa: “Viaje fallido, figuras del espectáculo, un varón y una mujer. La aerolínea le dice por ‘este combo te doy dos tickets, los otros dos no te los doy’”.
Sin mediar ni un segundo, Riva Roy exclamó de modo natural e improvisado su pensamiento, con muchísima mala fortuna. “¿Se lo negaron a Susana?”, se preguntó el cronista de LAM, ese hombre que persigue a las celebridades y captura testimonios valiosos.
Ochoa se desfiguró, envuelto en la ira natural de ese error garrafal de su compañero. No pudo, ni quiso ocultar su enfado, por eso se levantó de la silla y se retiró del vivo. Implorando por una recomposición del escenario, Riva Roy le solicitó: “No la agrandemos Pepe”.