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“Vivimos con miedo”: el reclamo de un grupo de vecinos por la violencia en una obra abandonada

Una construcción abandonada desde hace años se ha convertido en motivo de preocupación y conflicto para los vecinos del centro oeste de la ciudad de Neuquén. 

El inmueble, ubicado en la esquina de las calles Santa María y Juan B. Justo, ha sido ocupado por personas en situación de calle. Según denuncian los habitantes del barrio, en los últimos meses uno de los ocupantes ha comenzado a comportarse de forma violenta.

Jorgelina Dinolfo, quien vive en las cercanías, comentó que la obra “lleva años detenida” y que nunca tuvo vigilancia ni medidas de seguridad. “Al principio no había nadie, pero con el tiempo empezaron a instalarse personas. Al comienzo no generaban inconvenientes, pero últimamente la situación cambió”, relató en una entrevista con LU5.

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Según Dinolfo, la mayor preocupación gira en torno a un hombre que suele acudir a una parroquia cercana en busca de ayuda, pero que recientemente ha mostrado actitudes agresivas.

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“La mayoría de los que están ahí tienen problemas de adicciones. Hay uno en particular que se ha puesto muy violento con la gente que asiste a la parroquia. La otra vez rompió una botella y amenazó a un chico”, denunció.

La preocupación se ha extendido entre los vecinos, y muchos, especialmente los adultos mayores, han decidido evitar pasar cerca del edificio.

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“Ya hay quienes no quieren pasar por ahí. Una chica fue atacada. Estamos viviendo con miedo”, aseguró Jorgelina.

La parroquia en cuestión está ubicada a una cuadra del lugar ocupado, cruzando la calle Colón, en el límite entre el centro y el barrio Cumelén.

Un reclamo sin respuestas

Los accesos al edificio abandonado están completamente liberados. “Había un candado, pero ya lo rompieron. Por Santa María hay chapas dobladas por donde entran y por Juan B. Justo hay un portón también abierto. No hay ningún tipo de control”, advirtió la vecina. A eso se suma el deterioro del lugar, convertido en un basural donde, además, se queman cables a cualquier hora del día.

Según relatan los vecinos, los ocupantes varían día a día: a veces son hasta siete personas, en otras ocasiones hay menores, y muchos de ellos solo utilizan el lugar para dormir. “Los ves pasar a distintas horas. Algunos están todo el día, otros solo a la noche. Ya hicimos denuncias por la presencia de menores, pero nadie actúa”, lamentó Dinolfo.

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Jorgelina reconoció a algunas de las personas que hoy ocupan la obra: “Muchos son los mismos que estaban en el edificio de Sargento Cabral, del que fueron desalojados. Ahora están acá. La situación se repite porque no hay un abordaje real. Solo se trasladan de un barrio a otro”.

Más allá del miedo y la inseguridad que genera la presencia de personas en situación de calle, Dinolfo también expresó su preocupación por el abandono institucional que sufren quienes están en ese estado: “Es gente muy joven, con problemas de adicciones, que necesita ayuda urgente. Pero nadie se acerca. Es triste ver cómo terminan en este tipo de lugares sin que el Estado intervenga”.

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Los vecinos se sienten solos, sin representación ni respuestas. “No sé quién es el presidente de la comisión vecinal, nadie se acerca, nadie escucha. Y si querés hacer un reclamo, te mandan a otro lado. Llamás a un lado, te mandan al otro, y así quedamos, con una problemática que sigue creciendo”, resumió.

Con información de La Mañana Neuquén

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