Los directores Mariana Sagasti y Gustavo Garzón regresan a la leyenda urbana inglesa sobre la “auténtica identidad” del autor de “Hamlet”, una duda del siglo XIX.
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Mariana Sagasti recorre Londres guiada por una leyenda urbana del siglo XIX
Nadie pone en duda que Lope de Vega, el Fenix de los Ingenios, Miguel de Cervantes, y entre nosotros José Hernández, Lugones, Borges, y otros tantos, escribieron todo lo que escribieron, y ninguno fue a la Universidad (bueno, Lope de Vega cursó cuatro años, hasta que lo echaron, porque lo único que estudiaba era el camino hacia el dormitorio de las señoras casadas y sus hijas).
Pero en el Siglo XIX, en Inglaterra, empezaron a poner en duda nada menos que a Shakespeare. ¿Cómo podía haber escrito cosas tan bellas y profundas ese provinciano sin estudios? Y así siguen algunos. ¿De veras escribió todas las obras que se le atribuyen y por las cuales es mundialmente ponderado? ¿No habrá tenido algún socio, o, peor aún, alguien que empleaba su nombre? ¿Sería quizás el testaferro de una sociedad secreta, tipo rosacruces o masones? Porque Shakespeare fue actor y buen comerciante, de esto hay pruebas, pero no hay un solo manuscrito suyo que corrobore siquiera la autoría de un soneto.
De estas incógnitas se ocupa el documental “Buscando a Shakespeare”, donde unas cuantas personas serias e ilustradas explican sus sospechas, y otras igualmente serias e ilustradas piensan lo contrario y también lo explican. Al mismo tiempo, la película aprovecha para indagar qué es exactamente un actor shakespereano. ¿Cualquiera puede serlo?
Mariana Sagasti, directora teatral de finos conocimientos, visita Stratford-upon-Avon, el actual teatro The Globe (el original se incendió y estaba en otro lugar) y otros sitios venerables, y también visita la Torre de Canterbury, reducto de los seguidores de Bacon, y otros lares, siempre al encuentro de historiadores, directores de respetables organismos y actores no tan respetuosos, como un impulsor de la Declaración de Duda Razonable que desde 2007, partiendo de frases fragmentadas de algunas celebridades, viene juntando firmas para restarle méritos al Bardo.
Mientras, Gustavo Garzón, que no se considera del palo aunque termina recitando debidamente, hace sus buenas averiguaciones en casa. “Los argentinos nos apropiamos de Shakespeare y hacemos con él lo que queremos”, deduce frente a varias versiones libres, más bien libérrimas, de la cartelera porteña. En la otra punta Erika Whyman, directora de la Royal Shakespeare Company, confiesa su envidia por los artistas de otras lenguas, que por ello mismo pueden trabajar los textos clásicos con más soltura que los ingleses.
Ágil, entretenido, informativo y un poquito inquietante, “Buscando a Shakespeare” lleva las firmas de Garzón y Sagasti. Apoyos valiosos, Víctor Cruz, aquí coguionista, y el productor Daniel Werner. Dicho sea de paso, algunas cosas que acá se dicen despiertan en el cronista un par de recuerdos: el Sportivo Shakespeare Club, grupo de aficionados entrerrianos que llegaron a actuar como número central de un circo criollo, y un cuento de Richmal Crompton donde turistas norteamericanos creen haber llegado al pueblo del escritor y contratan a un niño nada inocente como guía (ojala se reeditaran esos libros de Guillermo el Travieso, gratos ejemplos de humor inglés e incorrección política infantil).
“Buscando a Shakespeare” (Argentina, 2025); Dir.: Gustavo Garzón y Mariana Sagasti. Documental.