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Tasas al 80% y pymes en tensión: la política cambiaria pone freno a la reactivación económica

“Yo paré todo, frenamos todo. Estábamos definiendo una inversión para traer máquinas nuevas y lo paramos. Nos están pidiendo cualquier locura de tasa. Hace un mes era una cosa y ahora está todo dado vuelta. Vamos a esperar y ver que se acomode un poco”.

La reflexión la dejó un empresario pyme cordobés que participó de un encuentro de herramientas de financiamiento al sector productivo en la Legislatura de Córdoba. En ese encuentro el foco estuvo en la importancia de sostener el esquema de sociedades de garantías recíprocas (SGR) uno de los soportes del financiamiento a través del mercado de capitales y que está en medio de controversias ya que hay proyectos de financiamiento de incrementos para jubilados que proponen bajar los beneficios impositivos que consiguen las empresas que aportan al sistema SGR. En el mercado y el entramado productivo están de acuerdo en que se trataría de una medida que implicaría un golpe letal al esquema SGR, limitando el financiamiento a las pymes, y en consecuencia, una nueva traba a la producción de firmas locales.

Con la economía real mostrando aletargados signos de recuperación cualquier ruido genera más tensión y preocupación. Y es lo que se vive en las ultimas semanas y en particular en la que acaba de pasar.

La política cambiaria del Gobierno nacional, bajo la conducción del ministro de Economía Luis “Toto” Caputo y del presidente del Banco Central, Santiago Bausili, entró en una fase de tensión máxima. El objetivo central sigue siendo anclar el dólar y contener la inflación, pero los instrumentos elegidos –suba de encajes bancarios, endurecimiento de las condiciones de liquidez y colocaciones de deuda con bajo nivel de renovación– han derivado en un encarecimiento abrupto del crédito.

En los últimos días, el mercado interbancario fue escenario de tasas de cauciones que llegaron a picos del 80% anual, una cifra que sorprendió incluso a los operadores más experimentados. Así, para las pymes y consumidores, el golpe fue inmediato: mayores costos para financiar capital de trabajo, encarecimiento de préstamos personales y una caída en la oferta crediticia.

El diagnóstico de las mesas
Este nuevo escenario al que se enfrenta la economía real se desplegó luego de que el Central definiera modificar el esquema de regulación bancaria y buscó reforzar el compromiso antiinflacionario, pero terminó acelerando un mecanismo de “aspiradora” de pesos que dejó a las entidades en estado defensivo. Eso derivó en una reacción de cautela de los bancos que buscaron priorizar la liquidez por sobre el crédito productivo.

En diálogo con PERFIL CÓRDOBA, un alto ejecutivo de un banco con fuerte presencia en Córdoba describió la secuencia como un error de lectura de tiempos y conveniencia. “El primer corte fue en julio, con el desembolso del FMI. A partir de ahí vinieron medidas sin considerar su impacto en el sistema. Eliminan el prestamista de última instancia que existe hace 80 años y nos dejan en la bolsa. El sistema se pone nervioso y hoy estamos en el pico del estrés”.

El banquero admite que el endurecimiento no sólo enfría el crédito, sino que genera un círculo vicioso: “El que puede pagar no toma crédito a esta tasa, y el que toma es el que está al borde. Eso aumenta la mora, el banco se retrae y compra Lecaps. Volvemos a la rueda de la temática financiera, lejos de la economía real”, plantea. Para el ejecutivo es claro que estamos viendo un revival con los errores de gestión de política económica que se vivieron en la segunda mitad del gobierno de Macri.

El efecto en la economía real
Para el consultor en inversiones y director de Focus Invesment, Nicolás Alfonso, el incentivo actual es claro: quedarse en pesos. “Con una tasa del 50% al 60% de rendimiento, el dólar a diciembre debería estar en $1.700. Eso desincentiva comprar dólares y cualquier otro activo. El problema es que la tasa también mata mercado: no hay incentivo para invertir en la economía real porque los proyectos dan valor actual neto negativo”.

En diálogo con el programa Punto y Aparte, de Punto a Punto Radio (90.7) Alfonso advierte que estas supertasas terminan afectando a toda la cadena: “El tipo que pega ladrillos, el burlero, el lechero… todos sienten el freno. Con este nivel de tasa y control cambiario, no hay forma de que los flujos cierren para invertir”.

En el plano pyme, el impacto es directo. Según el ejecutivo del banco local, las empresas grandes pueden aguantar más, pero no son inmunes: “Han caído firmas importantes en Córdoba en los últimos años. Con este nivel de las tasas no estamos sólo ante un problema para la pyme. Es grave para todo el sistema productivo”.

El “único objetivo” y sus riesgos
Por los movimientos de los últimos meses, lo claro es que el Gobierno parece priorizar dos variables: que los pesos no se vayan al dólar y que los dólares no se vayan a precios. “El crecimiento económico no es prioridad”, resumió el ejecutivo bancario que habla a diario con clientes pymes y que cuestiona la insistencia oficial en apretar el torniquete: “Mientras más tosudo te pongas, más ruidoso va a ser, no sólo en lo económico, también en lo electoral”.

En este punto, las similitudes con 2017 inquietan a los operadores. “Es el mismo equipo económico, con roles distintos, que ya probó esta receta y salió mal. Entonces había crédito externo; hoy, no”, advirtió el ejecutivo. En un contexto global adverso para mercados emergentes, Argentina enfrenta además vencimientos de deuda importantes en enero próximo.

Precios, dólar y tasas: un delicado equilibrio
En este contexto, el valor de la divisa que monitorean Caputo y Bausili se sostiene, pero a costa de pagar supertasas. El esquema, de momento, mantiene el tipo de cambio estable e incluso con leves bajas, pero esa calma tiene un costo alto: distorsiones en el mercado de crédito, concentración de negocios financieros y un clima de parálisis inversora.

Alfonso señala que el punto de equilibrio del dólar, sin cepos, podría rondar los 1.320 pesos, a tono con el valor de las últimas rondas. Sin embargo, las restricciones reducen la demanda genuina y permiten a las autoridades mantener la cotización controlada, reforzando la apuesta por el peso.

El componente político y el calendario electoral
Un punto crucial en todo análisis sigue siendo considerar que la cuestión cambiaria y monetaria no ocurre en un vacío. Con las elecciones legislativas en el horizonte cercado, la estrategia económica tiene inevitablemente un componente político. Alfonso lo admite: “Si después de octubre hay movimientos en contra de las políticas económicas del Gobierno, pueden romperse mecanismos que vienen funcionando hace tiempo, con efectos negativos en la producción y el empleo”.

El analista también destaca que La Libertad Avanza será la única fuerza con listas en todas las provincias, lo que le da una ventaja en el Congreso. Sin embargo, provincias como Córdoba mantienen una fuerte identidad política y económica, y podrían marcar límites a la “fase dos” del ajuste si consideran que perjudica sus intereses.

El ejecutivo de la banca, por su parte, anticipa que si no hay un cambio de rumbo en la política monetaria, el ruido electoral será inevitable: “Cuando te equivocás, lo mejor es dar marcha atrás. Si seguís apretando, el costo no será sólo económico”.

En el día a día, lo que se está viendo es que la pulseada entre la política cambiaria y la necesidad de crédito productivo se ha convertido en uno de los ejes centrales de la coyuntura económica. La estrategia de Caputo y Bausili mantiene al dólar bajo control, pero a un costo creciente: tasas prohibitivas, freno al crédito y un sistema financiero replegado sobre sí mismo. En la cuenta regresiva hacia octubre, el desafío será sostener la calma cambiaria sin asfixiar la reactivación económica.

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