Aquel ataque protagonizado por integrantes de las bandas parapoliciales de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) tenía el objetivo de golpear duramente a una organización de la izquierda no guerrillera que por aquellos años ganaba protagonismo entre una vanguardia obrera que encabezaba duras luchas.
No por casualidad las y los ocho militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) fueron secuestrados, y posteriormente asesinados, cuando se dirigían a solidarizarse con los obreros de Petroquímica Sudamericana (hoy Mafissa ) que se encontraban en lucha.
Para 1975 la región de La Plata, Berisso y Ensenada se había convertido en escenario de importantes luchas obreras, había surgido la Coordinadora Interfabril que organizaba decenas de fábricas y establecimientos. A la vez, los estudiantes nos movilizábamos por miles exigiendo el boleto secundario y se tendía a unir fuerzas con los obreros en lucha.
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Recuerdo que durante el paro activo regional del 3 de julio de 1975, que era parte de las Jornadas contra el Plan Rodrigo (por el ministro de economía de Isabel Perón) cientos de estudiantes secundarios salimos a recibir a los obreros de Propulsora y del Astillero Río Santiago que venían marchando desde Ensenada; ese día cerca de diez mil obreros de la región se concentraron frente a la sede de la CGT local desafiando a sus dirigentes.
La respuesta fue la represión. Los enfrentamientos con la Policía provincial comandada por el gobernador Victorio Calabró se sucedieron por las calles de la ciudad hasta la seis de la tarde. Fue aquel personaje de ultraderecha ligado a la burocracia de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) quien armara bandas parapoliciales con la Concentración Nacional Universitaria (CNU) y que junto a la Triple A y La Bonaerense se lanzarían a la caza de los activistas obreros y militantes de la izquierda.
Si bien la Masacre de La Plata fue uno de los ataques más importante, no fue el único. Ese mismo año también fueron asesinados activistas obreros del frigorífico Swift, de Propulsora, OFA, SIAP, de los colectiveros. En Astillero comenzaron las detenciones y secuestros. Y los estudiantes eran reprimidos duramente en las puertas del Ministerio de Obras Públicas, lo que se convirtió en la antesala de La Noche de los Lápices.
Aquel anochecer del 4 de setiembre de 1975 cinco militantes del PST viajaban en un viejo Renault Gordini cuando fueron secuestrados en pleno centro de la ciudad por un comando de la Triple A .
Roberto “Laucha” Loscertales, Adriana Zaldúa y Héctor Frigerio, trabajadora y delegado del Ministerio de Obras Públicas, respectivamente; Ana María Guzner Lorenzo, activista no docente de la UNLP y la joven militante Lidia Agostini se dirigían hacia la localidad de Olmos para entregar el dinero recaudado para el Fondo de Huelga de los obreros de Petroquímica Sudamericana .
Sus cuerpos acribillados aparecieron en la mañana del día siguiente. Ese mismo viernes 5 los trabajadores del Ministerio de Obras Públicas, lugar donde trabajaban Adriana Zaldúa y Héctor Frigerio iniciaron un paro en repudio a aquellos asesinatos.
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Ese mismo día por la tarde, mientras el conjunto del partido impulsaba distintas actividades de denuncia y de movilización, fueron secuestrados otros tres militantes. En esta ocasión las víctimas fueron Oscar Lucatti (también trabajador y delegado de Obras Públicas), Carlos Povedano y Patricia Claverie. Fueron secuestrados a la salida del local partidario por otro comando de la Triple A armados con armas largas que se movía con total impunidad en un automóvil del cual se sabía hasta la patente y a unos pocos metros de la vivienda de funcionarios que contaba con guardia policial en pleno centro de la ciudad.
Mientras la propia Policía obstaculizaba la búsqueda iniciada, los tres cuerpos sin vida aparecieron a las pocas horas. A pesar de las difíciles condiciones, una importante delegación de obreros de Petroquímica Sudamericana participó del velatorio de las y los compañeros asesinados.
A 50 años de aquella brutal masacre, sus responsables políticos y materiales siguen impunes. A pesar de haber sido declarada como crimen de lesa humanidad durante el gobierno kirchnerista, no se dio un solo paso dejando que el tiempo y “la Justicia” favorezcan a los asesinos. El actual gobierno provincial de Axel Kicillof no se apartó de esa senda, manteniendo la impunidad de los responsables políticos y materiales de la Masacre de La Plata.
No solo eso, el propio Kicillof mantuvo en su gobierno (primero como ministro de Justicia y Derechos Humanos y actualmente como intendente de La Plata) al derechista y exmenemista Julio Alak, el mismo que ahora se encarga de expulsar a manteros y feriantes de las principales plazas platenses como parte de su política de “Ciudad Limpia” es también tristemente recordado por haber designado como asesor a Juan José “Pipi” Pomares, reconocido integrante de la CNU, procesado y condenado por diversos asesinatos. Nosotros seguimos reclamando y exigiendo el juicio y castigo.
A 50 años de la Masacre de La Plata, las y los militantes del PTS homenajeamos una vez más a nuestras compañeras y compañeros víctimas de las fuerzas represivas de este Estado capitalista continuando la lucha por instaurar una nueva sociedad socialista.