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Djokovic e Ivanisevic, la dupla que lucha por reescribir los records del tenis y la historia de dos naciones

«La gente no lo sabe, pero los estuve torturando estas dos semanas. Gracias por la paciencia y por creer en mí». Las palabras de Novak Djokovic, minutos después de conquistar en Roland Garros su 23° Grand Slam, tuvieron como destinatarios a su familia y a su equipo. Sobre todo a su entrenador Goran Ivanisevic, que se sumó a su equipo a mediados de 2019 y se convirtió en su principal aliado en el camino hacia la inmortalidad, pero también en los momentos duros de las últimas temporada. El croata se transformó en el consejero detrás del monstruo de la raqueta; el maestro detrás de la leyenda.

Nacido en Split hace 51 años, como jugador, Ivanisevic llegó a ocupar el segundo escalón del ranking y ganó un Grand Slam, Wimbledon 2001. Tras retirarse en 2004, tuvo un paso breve por el circuito Seniors de la ATP -en el que solía deleitar a la gente con sus divertidas actuaciones- y luego comenzó su carrera como entrenador. Trabajó con su compatriota Marin Cilic, el checo Tomas Berdych y con el canadiense Milos Raonic, hasta que en junio de 2019, empezó a colaborar con Djokovic. Primero, compartió su tarea con Marian Vajda, que había acompañado al serbio desde sus comienzos. Y en marzo de 2022, quedó como coach principal.

Desde su llegada, Nole vivió cuatro temporadas tan exitosas como complicadas. Conquistó ocho «grandes», incluidos tres en 2021 (Australia, Roland Garros y Wimbledon), año en el que estuvo a un partido de conseguir un logro inédito, el Grand Slam calendario y la derrota en la final del US Open ante Daniil Medvedev se lo impidió. Pero también fue centro de críticas -y hasta amenazas de muerte- por sus actitudes durante la pandemia de coronavirus (sobre todo por la organización del Aria Tour) y vivió momentos durísimos con la deportación de Australia el año pasado y la exclusión de varios torneos importantes por su negativa a vacunarse contra el Covid-19.

El domingo, mientras Nole confesaba sus torturas frente a un Philippe Chatrier desbordado de gente, Ivanisevic sonreía y asentía, revalidando a su pupilo. Poco después, él mismo contó cómo es realmente trabajar con un talento extraordinario como el serbio.

«Nos encadenó con esposas durante tres días», dijo, esbozando una sonrisa para hacer entender el tono de broma de su declaración. «Digamos que no es un tipo fácil, sobre todo cuando algo no sale como él quiere. Pero estamos aquí para poner la espalda y para que nos azote… Para eso está el equipo, para hacerlo sentir mejor y hacerlo rendir mejor. A veces es muy complicado. Pero para esto se vive, para torneos y resultados como este».

«No fue fácil el camino a Roland Garros. No estaba en su mejor forma ni con la mejor confianza. Y nos torturaba, nos arrancaba las uñas. Muchas otras cosas, pero eso no te lo puedo contar. Pero seguimos aquí, estamos vivos. Mi corazón sigue bien», continuó el croata, bromeando pero dejando entrever lo dura que puede ser la vida con el serbio.

«Para él, siempre hay algo que mejorar. Se levanta y dice ‘Mi revés no funcionó ayer, así que tenemos que trabajar el revés’. En realidad, el revés salió perfecto, pero trabajamos el revés. Después, es el saque… Hay algo nuevo cada día. Novak es un perfeccionista, un genio a cuya mente siempre le falta algo. Estoy muy orgulloso de él».

¿Por qué funciona la sociedad Djokovic-Ivanisevic? Por un lado, porque comparten un origen común: los dos nacieron en la ex Yugoslavia. Para muchos es raro ver que haya armonía entre un serbio y un croata, ya que sus países se enfrentaron en la Guerra de los Balcanes, que dio origen a una rivalidad que continúa hasta hoy. Pero para ellos, eso es algo positivo.

«Goran viene de Croacia, yo soy de Serbia. Ambos venimos del país que una vez se llamó Yugoslavia. Es un gran tipo, un amigo. Hablamos el mismo idioma, venimos de culturas muy similares», explicó Djokovic cuando los medios y algunos fanáticos serbios lo criticaron por sumar a Goran a su equipo y hasta lo tildaron de «traidor».

Vajda, Djokovic e Ivanisevic, en junio de 2019, cuando la sociedad entre el serbio y el croata recién comenzaba. Foto Facebook

Vajda, Djokovic e Ivanisevic, en junio de 2019, cuando la sociedad entre el serbio y el croata recién comenzaba. Foto Facebook
El serbio es un defensor acérrimo de su país; pero también tiene una parte de su corazón en Croacia, porque su mamá Dijana nació allí. Y cada vez que puede habla a favor de la hermandad y la paz entre las naciones balcánicas.

La relación entre Nole y Goran nació mucho antes de que sumaran fuerzas hace cuatro años. «Nos conocemos desde que yo tenía 12. Fui ball boy en sus entrenamientos previos a Wimbledon 2001. Eso fue un sueño hecho realidad porque crecí viéndolo jugar. Fue uno de mis ídolos. Y luego lo seguí en sus primeros años como entrenador».

«Tenemos una muy buena relación. Nos ayuda el compartir el idioma y el hecho de que ambos somos de países cercanos. Soy muy positivo y directo con él y la demanda que tenemos el uno del otro es máxima. Estamos hablando de un jugador para el que llegar a la final de un gran torneo y perder es un fracaso total. Tenés que saber cómo manejar ese estrés constante», aseguró Ivanisevic a principios de 2020, revelando otra de las razones del éxito de la colaboración.

El estilo directo del croata, que no tiene pelos en la lengua cuando tiene que criticar o señalar los errores del número 1, encaja perfectamente con un serbio obsesionado con la excelencia.

«Soy muy positivo y directo con él y la demanda que tenemos el uno del otro es máxima», contó alguna vez Ivanisevic. Foto AP Photo/Zvonko Kucelin
«La filosofía de Goran siempre ha sido ‘Menos es más’. Intenta dar la información correcta al jugador y luego comprender cómo un jugador puede realmente beneficiarse de eso. Le gusta simplificar las cosas. Y eso funciona bien. Él ha sido una parte importante de mi crecimiento como tenista. Tenerlo en mi esquina es un gran honor y un gran placer», afirmó Djokovic hace un tiempo.

Poco después de sumarse al equipo de Nole, Ivanisevic aseguró: «Mi objetivo es ayudarlo a convertirse en el mejor tenista de la historia». Cuando temporadas más tarde, tras vivir enormes alegrías y durísimos momentos, el croata puede decir que cumplió su meta. Porque el domingo en Roland Garros, Djokovic se convirtió en el máximo ganador de Grand Slam y, para muchos, en el mejor tenista de todos los tiempos. Y él, puede jactarse de ser uno de los responsables de ese hito histórico. El entrenador detrás de la leyenda.

Un personaje de la raqueta

Goran Ivanisevic es un verdadero «personaje» del mundo del tenis y fue un jugador con una personalidad fuerte, que derrochaba carisma y que solía ser noticia por algunas actitudes curiosas y hasta polémicas.

Una de las anécdotas más insólitas de su carrera ocurrió en noviembre de 2000, cuando ya había pasado sus mejores años y se ubicaba 134° del ranking. En el torneo de Brighton, Inglaterra, enfrentó en segunda ronda al coreano Hyung Taik Lee y terminó siendo descalificado en el tercer set por «falta de equipamiento adecuado». ¿Qué pasó? Había destrozado las tres raquetas que había llevado a la cancha y no pudo conseguir otra para continuar el partido.

Ivanisevic, un jugador carismático y polémico, tras ganar su único Grand Slam como jugador, en Wimbledon 2001. Foto AFP PHOTO/ANJA NIEDRINGHAUS

Ivanisevic, un jugador carismático y polémico, tras ganar su único Grand Slam como jugador, en Wimbledon 2001. Foto AFP PHOTO/ANJA NIEDRINGHAUS
Fue también un tenista talentoso, que conquistó 22 trofeos, el último, el de Wimbledon 2001, su único Grand Slam que sumó en su cuarta final en Londres (había jugado las de 1992, 1994 y 1998). Ese año, ingresó como wild card (estaba 125° en el ranking), sorprendió en cuartos a Marat Safin (3°) y venció en la instancia decisiva a Patrick Rafter (10°) en cinco sets. 

Además, ganó dos medallas olímpicas en Barcelona 1992, los bronces en singles y dobles, y fue considerado uno de los mejores sacadores del circuito.

Es más, poco después de su llegada al equipo, Marian Vajda, el coach de Djokovic de toda la vida, contó que el primer aspecto del juego del serbio en el que vio la mano de Goran fue el servicio.

«El saque de Novak es mucho más fluido y enérgico antes de golpear la pelota, así aumenta la velocidad de la pelota y le permite golpearla con mayor precisión. No solo está metiendo más aces, si no que ganó confianza con ese golpe», explicó Vajda. «Lo que aporta Ivanisevic es estupendo». 

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