La frase de Rodrigo De Paul aplica para cualquier futbolero promedio en la República Argentina. «No hay un día que no me acuerde del Mundial», confesó el ‘Motorcito’, primer entrevistado de la serie que la TV Pública estrenó este martes y a la que, incluso, tituló como «Llave a la Eternidad». Su novia Tini Stoessel como motor durante los malos momentos de Qatar 2022, el ritual mañanero con el capitán Lionel Messi y el emotivo recuerdo de su abuelo fueron los principales tópicos que abordó a días que se cumplan seis meses de la conquista de la tercera estrella.
«Fue más de lo que esperaba, lo soñé un montón, siento que no voy a volver a vivir ese conjunto de emociones tan extrema, desde alegría, miedo, nerviosismo, ansiedad… Viéndolo desde acá fue todo increíble, pero también hubo momentos bastantes duros», devolvió el surgido en Racing en su primera respuesta.
De Paul confesó que en los momentos de mayor necesidad emocional optó por elegir una persona motor: su novia Tini Stoessel. «Intenté elegir una persona, sabía que mis amigos, mi familia estaban, pero tener varias opiniones a veces te desordena la cabeza. Así que la elegí a ella y me sacaba de esos momentos, me hacía despegarme un ratito de todo eso que iba sintiendo. No hay una clave, tenés que convivir con los nervios y con esos sentimientos en una semifinal o en una final o después de Arabia Saudita», confió, mientras lucía en el cuello una cadenita de plata con la imagen en miniatura de la Copa del Mundo, que justamente le regaló su actual pareja.
«Hubo muchas noches que me fui llorando a la habitación. No de angustia, muchas veces de felicidad, pero de sentir que necesitás descargarte, otros lo hacen jugando, o no lloran, a mí me salía eso», completó.
Dentro de esas situaciones complicadas, al ladero de Messi dentro y fuera de la cancha le tocó lidiar con tres puntuales: la presunta prohibición para entrar a Qatar por estar en medio de un juicio por separación de su ex mujer, esa derrota más que dolorosa en el debut frente a Arabia Saudita y la lesión en la víspera de los cuartos de final ante Países Bajos.
«Antes del Mundial en muchas oportunidades no la pasé bien, iban como intentando instalar cosas, decían que yo no iba a poder jugar en Qatar. Decían que tenía la cabeza en otro lado, un lugar feo… Todo mi entorno te puede decir que los últimos dos meses antes de Qatar no salí de mi casa, me iba a entrenar a las 2:00 de la mañana… el fútbol es injusto porque la única manera de demostrarlo es adentro de la cancha y si no sale, nadie le va a sacar de la cabeza lo que piensan los demás», explicó.
«El golpe de Arabia no lo puedo explicar. La imagen que tengo en la cabeza es la cena después del partido. Se escuchaban los ruidos de los cubiertos cortando en el plato, un silencio tremendo, no volaba una mosca. Los muchachos que nos ayudaban de Qatar a servir se ve que alguien les dijo que se vayan, porque no había nadie. Pero el equipo reaccionó muy bien a todo ese tipo de situaciones, que no estábamos tan acostumbrados, porque solo habíamos perdido tres partidos. Sabíamos que podía pasar, que algún día iba a venir el golpe, se ve que estábamos a la defensiva. Lo gestionamos bien el duelo de uno o dos días», indicó.
Y, por último, apareció la lesión muscular que lo dejó en jaque justo en la previa de los cuartos de final: «El kinesiólogo me dice que a la mañana íbamos a hacer bicicleta y cinta, porque faltaban dos días y no podíamos esperar que bajara la sangre para ver la lesión. Caminé en la cinta y no sentía nada, entonces le dije que estaba bien y me fui contento. Después fuimos a la cancha para probar, me acompañó Messi, se quedó sentado en la pelota. El profe me vio hacer las primeras pasadas y con la cara sabía que decía que no estaba normal. Entonces las últimas tres corrí como si no pasara nada, cerré los ojos y mi miedo era si me quedaba afuera. En la cancha hicimos la entrada en calor, hasta que pateamos y vi las estrellas. Alguien me vio ahí, le dijo a Leo (Scaloni) y en el vestuario primero me apreté muy fuerte la pierna y escuché que le dijo a Paredes y Palacios que apenas empezaba vayan a calentar. Cuando empezó el partido sentía el dolor, pero yo sabía que adentro de la cancha los iba a contagiar. Salió bien».
El ritual con Messi y Papu Gómez
«El Enano (como apoda a Messi) lo re disfrutó el Mundial. Nos tomábamos las mañanas, había un lugar que tenía pasto, los días eran lindos, nos descalzábamos y apoyábamos los pies ahí porque pensamos que había buena energía ahí. Poníamos música, era una ronda de mates, charlar un rato nosotros dos y el Papu, y después ya volvíamos a la habitación», recordó.
El cierre fue a pura emoción, porque recordó a su abuelo Osvaldo, quien falleció mucho tiempo antes de que se convirtiera en un futbolista consagrado. «Era hincha de Independiente, pensé en él. Es la vida, siento que en algún lugar me vio, o sintió una conexión de cariño porque lo pensé mucho. Estaba mi vieja, mi tía, mi abuela que no pudo viajar, pero me mandaban videos de ella. Él como que le daba mucho orgullo que yo juegue al fútbol. Ya haberme visto jugar en Primera hubiese sido un montón. Él tiene dos hijas mujeres y estaba preocupado por la economía, éramos de clase media baja, entonces trabajaba para que no le falte nada. Entonces creo que estaría contento desde ese lado, que todos estén bien», concluyó.