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El dilema de la sastrería que viste a los presidentes: diversificarse o morir

¿Qué tienen en común Javier Milei, Mauricio Macri y Néstor Kirchner? Fueron vestidos en su asunción presidencial por la misma sastrería. Se trata de la tradicional González, rejuvenecida como GNZ. Y en una época en que el uso del traje no crece entre los mayores y menos aún entre los jóvenes, decidió barajar y dar de nuevo.

También confeccionó para Alfonsín, Menem, De la Rúa y Alberto Fernández. Esos trajes y camisas pueden aparecer con otras marcas, como Rocha, pero llevan el sello de sus sastres. A Mauricio Macri le hicieron el frac que utilizó en la comida con el Rey Felipe en su primera visita oficial como presidente a España en 2017.

En la sastrería fabrican para El Burgués, Etiqueta Negra y Cardón, por citar algunas casas, a la que destinan el 30% de una producción de 3.000 prendas mensuales.

El ADN del negocio se apoya en un oficio artesanal y milenario como el de los sastres pero evoluciona con una dinámica distinta y veloz que apuesta a los jóvenes pensando que mañana llegarán a elegir sus confecciones.

Así, decidieron ampliar la oferta hacia las mujeres y otros productos que van desde la marroquinería que incluye zapatos a los accesorios, de gemelos a bufandas.

Nicolás y Alejandro Pernas en el local de GNZNicolás y Alejandro Pernas en el local de GNZCuentan que el grueso de sus ventas se explica por los eventos en 9 de cada diez casos. Pero desde que llegó Javier Milei en este crítico 2024, los despachos se derrumbaron 20% como el resto de la industria textil.

Cuando se les pregunta por una salida exportadora señalan: “La sastrería depende de una mano de obra muy especializada, es un oficio y en un escenario con un tipo de cambio que consideramos atrasado más el costo laboral y el de las telas que al ser importadas valen por el impuesto país y otras cargas hasta 35% más que en otros lugares, estamos fuera de competencia”.

En GNZ trabajan el tope de gama con telas como la Loro piana, Tombolini o las que utiliza Zegna que traen desde Italia. Los trajes, muchos a medida, van desde los $ 600.000 a los $ 2,5 millones.

Mauricio Macri y Juliana AwadaMauricio Macri y Juliana AwadaLa sastrería González arrancó en el local-fábrica insignia que aún poseen en la avenida Asamblea en el porteño barrio de Parque Chacabuco. Allí trabajan 200 sastres.

Todo fue gracias a dos referentes entre los sastres, Coco y Nito González, que impusieron moda y cuyos diseños generaron competencia en salones clásicos de los años 50 como el Petit Café sobre avenida Santa Fe y sus habitués, los petiteros.

Los años 90 los hirieron al desdeñar la confección local por la importada y llegaron casi sin aliento a 1999 cuando la compraron los Pernas, sus actuales propietarios.

Antonio Pernas, que llegó a la Argentina como polizonte en un barco desde la española Lugo, había arrancado vendiendo trajes en la ya hoy desaparecida Modart, competencia de los González. Un día decidió trabajar para si mismo y tomó contacto con la sastrería González y acordaron la venta.

Su hijo Alejandro, por entonces estudiante de ingeniería mecánica, soltó aquella vocación para ayudar a un padre desbordado por volver a poner la empresa de pie.

Sumaron a la tercera generación comandada por Nicolás Pernas de 27 años, licenciado en administración de Empresas.

“El legado de la marca es que se vistan personas de todas las edades. Queremos ser disruptivos: ofrecer experiencias. El secreto es la calidad de la materia prima, el diseño (utilizamos colores más jugados además de los clásicos), la investigación,  la impronta propia y la inspiración, claro”, explica Alejandro Pernas, el director de la empresa junto a Nicolás.

En 2018 le cambiaron el nombre por GNZ, llegaron a casi todos shoppings y ampliaron la oferta con la división para mujeres y la ropa sport, u camino que recorrieron otros líderes del rubro como los Giesso, con quienes comparten ser empresas familiares. Luego vino la expansión al interior, en Rosario y Santiago del Estero.

Las telas se siguen importando y son made in Argentina los botones y los hilos.

-¿Cuál es la apuesta para este verano?

-Los ambos de lino y los blazers, sueltan esperanzados en que al fin llegue la ansiada recuperación económica.

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