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Paolo Rocca advirtió en Brasil sobre la hipertrofia del Estado y el caos de impuestos distorsivos

En San Pablo, Brasil, en el que es el Congreso ACO, el más importante sobre la industria del acero del continente, Paolo Rocca advirtió esta mañana sobre la «primarización» de las economías de América latina, que venden sus productos sin valor agregado y lo que eso significa en términos de atraso en los países y en la debilidad de sus instituciones.

El presidente del grupo Techint habló antes los mayores referentes del acero, unos 700 empresarios. Apuntó contra China, como un factor clave en la primarización de las economía: “Nunca hubo en la historia una transferencia productiva de esta magnitud en tan poco tiempo”, soltó en obvia referencia a los últimos 30 últimos años.

Así se explayó sobre la desindustrialización, como factor del estancamiento de las economías de la región y su impacto en la gobernabilidad. También se refirió a la hipertrofia del Estado y el caos de impuestos distorsivos, como freno a la inversión e iniciativa privada.

Las palabras de Rocca se inscriben en un contexto en el que el consumo de acero no crece «porque nuestras economías crecen muy lentamente, en un modelo que privilegia los productos primarios y los sectores financieros y de servicios. Hace 15 años, las economías del Mercosur representaban el 4,1% del PBI mundial. En 2023, representaron sólo el 3%. En términos de PBI per cápita, crecimos menos del 10% en los últimos 15 años. Mientras tanto, los países desarrollados crecieron entre un 25% en EE.UU. y un 15% en Europa», señaló.

Rocca añadió: «Los países en desarrollo en su conjunto crecieron mucho más: India y China estuvieron cerca de duplicar su PBI per cápita en el mismo periodo. Esta es la imagen de un fracaso colectivo, que ha tenido consecuencias muy graves para la calidad institucional y la gobernabilidad de la región. Y seguirá haciéndolo si no somos capaces de revertir este escenario».

Aquí sus principales conceptos:

«La hipertrofia del Estado llevó a resultados adversos, y el caos de impuestos distorsionados logró frenar la inversión y la iniciativa privada. El crecimiento de un país se construye sobre: Libertad e incentivo a la iniciativa privada en todos los sectores de la sociedad; Promoción y respeto de la rentabilidad del capital invertido, sin demonizar los beneficios y la generación de recursos de los que depende; Competitividad y expansión de la actividad y el empleo privado y formal.»Si miramos las matrices productivas de nuestros países, vemos un factor esencial que limitó nuestras posibilidades de crecimiento: la primarización de las economías y la reducción de la participación del sector industrial en el PBI y las exportaciones. En los últimos 15 años, el peso de la industria manufacturera en Brasil ha disminuido constantemente hasta alcanzar su nivel actual, poco más del 10%, muy por debajo del 17% de Europa o del 20% al 25% en los países asiáticos y México. La participación de China en la producción industrial mundial aumentó del 5% en 1995 al 35% en 2020. Nunca en la historia del mundo se había producido una transferencia de actividad productiva entre países de esta magnitud y en tan poco tiempo.«La desindustrialización –una preocupación común para muchos países desarrollados y en desarrollo– se ve, en nuestro caso, agravada por el estancamiento económico. La dependencia de China y su espacio económico ampliado también es un factor de preocupación. Esta necesidad de reposicionar las cadenas de valor extendidas a escala global ofrece una oportunidad extraordinaria para nuestros países que tienen las condiciones para aumentar su nivel de integración con grandes bloques económicos con los que hay afinidad política y valores compartidos y con quienes podemos competir en igualdad de condiciones. «El reshoring tiene fundamentos estructurales y será un factor esencial para determinar las decisiones de inversión. Esto lo estamos viendo hoy en México, donde las inversiones privadas, nacionales y extranjeras, están haciendo un aporte esencial a la diferenciación de la economía mexicana en términos de crecimiento, industrialización e incorporación de tecnología.«China no es una democracia, es un país con un sistema de gobierno autoritario y centralizado, que tiene la capacidad de asignar recursos a diferentes sectores de la economía en base a decisiones de conveniencia táctica y estratégica. Competir con China durante los últimos 30 años ha sido sustancialmente imposible por varias razones.«La aparente complementariedad entre una economía que necesita materias primas y quiere exportar productos manufacturados y nuestros países con grandes recursos naturales (agrícolas y minerales) es absolutamente asimétrica. China gana y Brasil pierde. Las importaciones chinas ayudan a controlar la inflación en nuestros países, pero tienen un impacto negativo en nuestros sectores industriales; y tienen efectos aún peores sobre la inversión y el crecimiento.«Reducir la primarización y la dependencia de las exportaciones de materias primas y commodities también representa una oportunidad extraordinaria para las economías de América Latina».

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