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Sin devaluar más y con cepo al dólar: para Milei, equipo que gana no se toca

El Presidente Javier Milei volvió a cambiar y tuvo definiciones categóricas sobre lo que cabe esperar en materia de dólar y cepo cambiario.

Al ratificar que no tiene pensado devaluar el peso más allá del aumento del 2% mensual del dólar oficial, sorprendió al criticar con dureza a los que opinan, como él en el pasado, que con cepo cambiario es muy difícil que la economía pueda crecer.

Un banco de prueba importante de esa posibilidad está a punto de arrancar con el Régimen de Incentivo de las Grandes Inversiones, que le otorgará estabilidad fiscal durante 30 años y libre disponibilidad de las divisas a quienes inviertan más de US$ 200 millones.

La apuesta al RIGI con cepo está en marcha, al igual que la ratificación del esquema cambiario con dólar quieto, que en la visión del Gobierno son la base, junto con el superávit fiscal, de la reducción de la inflación que se verificó en la semana con el 4% de aumento del costo de vida en julio.

El objetivo de bajar la inflación para que converja con el 2% de devaluación restringiendo la cantidad de pesos que circulan en la economía llegó al extremo de que el Presidente «puteó» a los economistas (algunos, incluso, dentro de su gobierno) que creen que la emisión de pesos que surja de la compra de dólares por parte Banco Central no tiene por qué ser inflacionaria cuando hay demanda de pesos.

La firmeza con la que Milei aseguró que no devaluará ni levantará rápido el cepo buscaría responder a la expectativa de parte de los operadores del mercado financiero que ven que el Banco Central no compra dólares ni acumula reservas y no imaginan cómo lo hará sin devaluar.

Una síntesis antojadiza de la opinión de los operadores financieros es que el Gobierno necesita unos US$ 20.000 millones para cumplir con todos los compromisos desde ahora hasta fin de 2025.

Con la soja en baja en el mercado internacional (en US$ 370 después de caer US$ 100 la tonelada) y el riesgo país en 1.490 puntos, las señales son que a la Argentina no le será fácil conseguir los dólares necesarios para financiar el dólar quieto.

El Gobierno apuesta a un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que incluya algunos fondos frescos adicionales a los vencimientos, pero no es un secreto que en la visión del organismo el tipo de cambio real está atrasado y que sería necesaria alguna corrección cambiaria.

En el mercado las opiniones se dividen entre los que creen que el Gobierno flexibilizará sensiblemente el cepo y aplicará alguna devaluación entre octubre y diciembre para después volver a apostar a bajar la inflación antes de las elecciones legislativas y los que consideran que seguirá de largo y sin cambios hasta fines de 2025.

La principal duda es con qué nivel de reservas podría llegar el Banco Central a fin de año.

Un cálculo de la consultora 1816 sostiene que hoy las reservas netas del Central son negativas en «US$ 5.100 millones restando pagos del bono Bopreal a 12 meses» y considerando que de aquí «a enero hay que pagar US$ 4.500 millones» las reservas netas llegarían en un mínimo si el Gobierno no consigue algún Repo de la banca o de organismos internacionales.

La situación es curiosa. El Gobierno se esfuerza en anunciar que pagará todos los compromisos.

Dijo que transferiría en forma adelantada (aún no lo hizo) US$ 1.500 millones al Bank of New York para el pago de intereses de Bonares y bonos globales, pero los operadores no terminan de ver cuándo llegarán más dólares.

Mientras tanto, el Presidente parece suscribir el viejo precepto futbolero de que «equipo que gana no se cambia» y está dispuesto a apostar a fondo al dólar quieto con cepo cambiario e intervenciones en el mercado como ancla para mantener la baja de la inflación.

La historia económica argentina es rica en experiencias de retraso de tipo de cambio con fines antinflacionarios y finales costosos.

En este caso, la persistencia del superávit fiscal presenta un escenario nuevo en el que todavía una incógnita fundamental gira en torno a cómo logrará el gobierno financiarlo.

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