Las reservas en el Banco Central son pocas para cancelar los compromisos con el Fondo y abastecer un mercado convencido de que hay una devaluación en el horizonte.
A fin de mes el Gobierno debe pagarle al Fondo Monetario Internacional US$ 2.600 millones y hay dudas sobre si el Banco Central los tiene en sus reservas líquidas.
Para eso negocia que el organismo le adelante US$ 4.000 millones para poder cumplir.
Para adelantarle la plata, el FMI espera una devaluación, para cubrirse de que el Gobierno venda dólares baratos (el oficial está en $ 265 cuando el libre cotiza a $ 535) en plena campaña electoral de la mano de un ministro de Economía que es a la vez candidato presidencial del oficialismo.
Hasta ahora, de las tres metas del acuerdo vigente con el FMI, el Gobierno viene incumpliendo las tres, con lo que su credibilidad en el organismo resulta realmente baja.
La meta fiscal tiene un desvío de medio punto del PBI, la monetaria fijaba un límite de emisión para cubrir al Tesoro de $ 3 billones y ya lleva impresos $ 4,5 billones y la de reservas tiene un desvío de US$ 16.000 millones que Gobierno busca justificar en la caída de los dólares de la exportación por la sequía.
La pregunta sobre si el Gobierno tiene o no la plata para ponerla sobre la mesa cobra relevancia porque la negociación entró en tiempo de descuento y hace dos semanas que el ministro Sergio Massa viene diciendo que el cierre es inminente, pero, hasta el momento, no se cerró.
Para la consultora Quantum, del economista Daniel Marx, la liquidez «disponible» era al 30 de junio de US$ 16.197 millones y en eso incluye las divisas (dólares, euros, etc) excluyendo los Derechos Especiales de Giro del FMI y el swap de China, pero incluyendo un «remanente» del swap de China autorizado a cambiar por dólares que representa US$ 2.903 millones.
El informe avanza restándole pasivos del Banco Central a los US$ 16.197 millones de liquidez «disponible» (préstamo del Banco de Pagos Internacionales y la liquidez en los bancos por los depósitos en dólares de los ahorristas) y llega a que la liquidez «corregida» es de solo US$ 2.920 millones.
Para Quantum, «los depósitos en dólares del sector privado están cubiertos y el Banco Central tiene algún margen de maniobra para enfrentar la demanda de divisas que tendrá en los próximos meses».
Los dólares en el Banco Central son pocos para pagarle al FMI a fin de mes y abastecer un mercado convencido de que hay una devaluación en el horizonte de un año, pero por ahora solo ve que hay cepo y restricciones para operar con divisas.
En el Gobierno saben que una devaluación sin plan fiscal, ni monetario, ni reservas en el Banco Central generaría un importante salto inflacionario cuando ya el aumento del índice del costo de vida acumula una suba de 115,6% en los últimos doce meses.
También creen que les queda muy poco tiempo para llegar a un acuerdo con el FMI que le permita sacarse la soga del cuello en materia de reservas.
Un dólar blue de $ 522 subiendo 5,6% en una semana fue reflejo en parte de la inquietud cambiaria y en materia de fijación de precios.
La remarcación de precios sigue a la orden del día, pero la caída del poder de compra de las familias le está poniendo un límite importante a las posibilidades de venta en los comercios.
Aumentar precios en forma preventiva por parte de empresarios y comerciantes estaría llegando a un límite marcado con las posibilidades de los ingresos de la gente. El aumento de la pobreza y de la informalidad laboral en el año se hace sentir.
Un Gobierno sin dólares en las reservas que se resiste a devaluar, y que perdió la posibilidad de controlar el tipo de cambio «efectivo» (¿cuánto vale un dólar, $ 265 o $ 522?), también abandona en la práctica la posibilidad de moderar la inflación.
Y eso, más allá de la curiosa interpretación de considerar una mejora sensible que en junio el aumento del costo de vida haya resultado de 6%. Tener inflación de 115,6% en un año es una calamidad.
Frente a ese resultado, Horacio Rodríguez Larreta, precandidato a presidente por el opositor Juntos por el Cambio promete si gana las elecciones bajar a cero el déficit fiscal y eliminar el cepo al dólar en el término de un año.
Comienzan a aparecer algunas señales sobre lo que podría venir después de las elecciones del 22 de octubre, pero el tránsito hasta esa fecha se presenta sin balizas.