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A diez años de «AM», de Arctic Monkeys, el mejor disco de rock del siglo

Pese a ser la banda de rock más importante del mundo -sin contar a los dinosaurios que nunca desaparecen-, es probable que Arctic Monkeys siga funcionado mejor, y más cómodamente, con la absurda etiqueta de “indie-rock”, cliché válido para tomar leguas de distancia, por ejemplo, con la fama monótona de los Rolling Stones.

AM es el Sgt. Pepper’s de los Monkeys. Con el correr del tiempo se lo debería considerar un disco bisagra. Emana tanta confianza, tan buena es la fórmula, tan alto el vuelo creativo -de principio a fin-, que tratar de seguir adelante se les ha vuelto un tanto complicado.

Algo de esto debe saber Fito Páez, que luego de El amor después del amor no pudo hacer otra cosa más que El amor después del amor.

Arctic Monkeys en pleno:  Alex Turner, Matt Helders, Jamie Cook y Nick O'MalleyArctic Monkeys en pleno: Alex Turner, Matt Helders, Jamie Cook y Nick O’MalleyCampera de cuero, peinado a lo grease o estilo Freddie Mercury en The Game, el look de Alex Turner, su cantante, el Lennon y McCartney de la banda, aquí dejó (muy) atrás la apatía grunge de su primera visita a la Argentina en 2007, cuando se presentaron tímidamente en el Luna Park.

Un álbum sólido

AM fue un disco con demasiada personalidad. Publicado el 9 de septiembre de 2013, bajo el sello Domino Records, la crítica lo trató tal como se merecía: «fresco», «sexy», «bailable y cool», lleno de ritmos pegadizos, «letras voladas, falsetes», «entrega vocal», «¡coros!».

La famosa portada de La famosa portada de «AM», lanzado por Arctic Monkeys en 2013.La solidez de ese álbum ayudó a convertirlos en héroes: diez años después, AM sigue siendo una exquisitez para los oídos. Del 2000 para acá, el mejor disco de rock del siglo. Y cuando la historia se vuelva difusa, seguramente estemos hablando de uno de los mejores álbumes de todos los tiempos.

La clave está en su perfecta redondez: puede escucharse principio a fin. Internet, hace rato, relegó la escucha atenta de música y favoreció un consumo superficial, cambiando la «crítica» por las «reacciones».

Sin embargo, mientras la Humanidad parece no poder huir de los sonidos inevitables, AM invita a unos 45 minutos seguidos, consolidando la vieja y querida idea de «concepto».

Por estar en boca de casi todos, desde que se editó, uno no hace más que fingir que su álbum favorito de los Arctic Monkeys no es AM. Pero su potencial de canciones más que buenas no solo es un acto de fe, sino que lo escuchás por enésima vez para escribir estas líneas y te cruzás con un sonido profundo y envolvente.

El gran Alex Turner

Un geniecillo Turner. Sin haber cumplido aún los 40 años, el tipo ya tiene chapa de clásico. Temas de ese disco son versionados hasta por estrellas pop de la talla de Dua Lipa o Miley Cyrus.

Arctic Monkeys en el Personal Fest 2014, estadio GEBA. Foto Emmanuel Fernandez Arctic Monkeys en el Personal Fest 2014, estadio GEBA. Foto Emmanuel Fernandez A lo largo de su carrera, Alex Turner demostró tener más éxitos que canciones, utilizando palabras inusuales, sin demasiado sentido, pero haciendo que encajen a la perfección.

AM es el álbum donde se recibe de figura estelar y le da un giro elegante al solipsismo de una carrera cuyo detalle de distinción se basa en la creencia de una banda. «Hacemos lo que Alex tenga en mente», declaró alguna vez el baterista Matt Helders. Y lo que tenía en mente con AM, según declaró, fueron influencias inverosímiles que iban de Outkast a Black Sabbath​

La voz de un tipo que se conformaba con ser uno de los Strokes (Julian Casablancas) terminó convirtiéndose en la metáfora justa del alumno que supera al maestro con melodías sinuosas, estribillos poco predecibles y letras de narrador sublime de la bohemia noctámbula.

Después de AM podríamos abordar el tema del narcisista que se enamora de su propia voz y corre el riesgo de empalagar con álbumes posteriores que parecen outtakes lentificados de AM, cosa que involucra también a Last Shadow Puppets, el grupo alternativo de Turner y otra expresión de su buen gusto por el vintage.

En los últimos diez años, desde AM a la fecha, la voz de crooner de Turner hace que uno extrañe un poco las guitarras y la velocidad del lejano I Bet You Look Good on the Dancefloor, del álbum debut Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not.

Excelentes críticas

Sobre AM, la revista Rolling Stone dijo: “Es el disco más estadounidense de esta banda de retro-rock inglesa por excelencia».

NME escribió: “Una banda que no recordará este disco como un hito en su carrera, sino como el momento en que dejaron de ser definidos por el género y en su lugar se convirtieron en artistas. No es una banda de rock, definitivamente no es una banda indie, sino artistas”.

Arctic Monkeys en el festival 2022 en Buenos Aires.Foto Maxi FaillaArctic Monkeys en el festival 2022 en Buenos Aires.Foto Maxi FaillaY dijo más: “Piensen en Bowie, en The Beatles, piensen en Stevie Wonder y en Bob Dylan. A partir de este momento, los Arctic Monkeys pueden hacer lo que quieran, sonar como quieran y ser siempre Arctic Monkeys”.

Por suerte AM fue presentado en la Argentina con su sonido cachondo y Turner a la altura de un Sinatra rockero. La cadencia afrodisíaca de Do I Wanna Know o Why’d You Only Call Me When You’re High son la puerta de entrada que deja hits anteriores como Fluorescent Adolescent reducido a una simpática sonrisa piadosa.

Snap Out of It es una de las canciones de mayor carga orquestal. La tarareás hasta el Alzheimer. Es el tema que le permitió a Alex Turner darse cuenta el cantante que anida en él.

R U Mine?, One for the road, Knee socks, cerca del R&B, Arabella (protoheavy motoquero y setentoso), el calor de Fireside que te vuelve incondicional o No. 1 Party Anthem, una balada que le hubiera gustado a Lennon para Double Fantasy.

AM ya aparece en una lista de los 500 mejores discos de la historia. También se convirtió en el más vendido de Arctic Monkeys. En Inglaterra rompió un récord: la primera “banda indie” en debutar en el número uno.

Turner dijo que el nombre está inspirado en el álbum recopilatorio de Velvet Underground, VU, de 1985. “Lo tomé de ahí, lo copié de una”.

​Si hoy día un disco ya es un montón, un gran álbum es haber tenido la paciencia de crear un puñado de canciones que en lugar de consumir, podemos disfrutar como si se tratara de una ofenda musical. Aventura inverosímil en el reino de los singles perdidos y las urgencias temporales, AM se merece la categoría de «obra».

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