El Cirque du Soleil vuelve a la Argentina tras cinco años de ausencia con su espectáculo Bazzar , un regreso a los orígenes del circo (la última vez había sido en 2018, con Amaluna ). El circo más famoso del mundo se presentará desde el 23 de junio hasta el 30 de julio en Costanera Sur (Avenida España 2330), con funciones de martes a domingos.
El nombre del show está inspirado en la emoción de la alta energía, la colisión de colores, y un lugar de encuentro de diversos personajes que se pueden encontrar en un bazar tradicional. Se trata de homenajear los orígenes del Cirque du Soleil, con referencia a sus fundadores y sus pasiones iniciales (jugar con fuego y andar en zancos).
Bazzar tiene muchos artistas y privilegia lo físico sobre lo tecnológico. El brasileño Roberto Larroude -senior PR Manager del Cirque- explica: “No tiene mucha tecnología, mucha maquinaria. Revaloriza las habilidades físicas y artísticas ”.
Las novedades de la puesta
Por primera vez en la historia del Cirque, se podrá ver un fascinante acto de Mallakhamba, un deporte tradicional de la India, donde combinando técnica y fuerza un gimnasta realiza posturas aéreas de yoga y agarres de lucha junto a un poste de madera vertical fijo o colgante, o un bastón o cuerda para colgar.
Además, Bazzar también cuenta con diferentes disciplinas acrobáticas como balancín, acarreo, bicicleta acrobática, contorsión, dúo de patines, dúo de trapecio, cuerda aérea, suspensión de cabello, manejo de fuego y cuerda floja. En total, en el show se terminarán 33 artistas y músicos en vivo sobre el escenario procedente de 27 países .
Sobre la vida de los artistas durante una gira tan larga, Larroude comentó que: «Para ellos el tour es interesante, porque quieren conocer las culturas locales, desde restaurantes a puntos turísticos. Es muy común viajar dentro del país los días que no se trabaja».
Buenos Aires es la ciudad número 16 que presencia el regreso del circo, y la última escala de su largo recorrido Latinoamericano. Finalmente, en septiembre llegará a distintas ciudades de Estados Unidos en lo que será su destino final.
La carpa y los datos más curiosos
Bazzar es la producción número 43 del Cirque du Soleil en sus 38 años de vida. El espectáculo se desarrolla dentro de lo que se denomina La Gran Carpa (La Grand Chapiteau, en francés). Esta fantástica estructura es el corazón del espectáculo , tiene capacidad para 2672 espectadores, y se eleva de manera majestuosa con sus impresionantes dimensiones.
Mide 19 metros de altura, 51 metros de diámetro y está sostenida por cuatro mástiles, cada uno de 25 metros de alto. El peso de la carpa más los mástiles es de 13 toneladas. Son 85 las personas que trabajan en la instalación que requiere ocho días para su armado, y tres días para su desmantelación.
Esto incluye, además de La Gran Carpa, el «Tapis Rouge» (el VIP), otra carpa llamada “de concesiones” para el expendio de comida, bebida y venta de merchandising, la carpa artística, la carpa técnica, las oficinas y la cocina.
El montaje y desmontaje de Bazzar implica la movilización de una gran cantidad de equipos, unas 1.000 toneladas aproximadamente, que son transportados en 71 contenedores.
Cada uno de los artistas es responsable de maquillarse antes de cada función, y este proceso puede durar entre 40 y 120 minutos.
Todas las prendas que entran en contacto con la piel de los artistas se lavan después de cada función y se necesitan dos personas durante dos horas al día (seis días a la semana) para un total de 24 horas de lavado por semana.
Los familiares y acompañantes oficiales en este viaje son más de diez entre esposos, esposas, novios, novias e hijos.
Con respecto a los cuidados de la salud del personal de Bazzar, el paulista Caio Praceres, a cargo de la seguridad del show afirma que: ”Tenemos dos médicos para los artistas. El resto del staff se atiende en los hospitales locales”.
Las artistas que hablan castellano
Josefina Oriozabala y Silvia Dopazo , representantes a la Argentina y España respectivamente, y son las únicas artistas de habla hispana que forman parte del show.
Jose, como la llaman sus conocidos, es porteña, tiene 29 años y desde su infancia fue gimnasta hasta que a sus 17 años ingresó a la escuela de Flavio Mendoza para hacer acrobacias.
“Fue todo medio de casualidad, ya que Flavio vio en mi luz donde no había, porque de verdad que todavía no había nada, pero él tuvo esa percepción especial y comencé a trabajar en su circo Servian, y ya van 12 años que estoy ligada al circo”.
“Fui gimnasta desde los siete hasta los 21 años. A los 24, decidí estudiar disciplinas circenses en Londres y comencé a actuar con seda y cuerdas en el 2013”.
Bazzar fue el punto de encuentro de ambas artistas y cada una de ellas tiene un papel importante en el espectáculo. “Estoy viviendo un sueño, y aunque suene a frase trillada, es la verdad, lo que me está pasando es un sueño hecho realidad” dice súper feliz Jose. Silvia se mantiene en la misma senda y agrega: “Este es el lugar donde quiero estar, no tengo ninguna duda”.
A pesar de conocer su cuadro a la perfección los artistas pasan largas horas entrenando en la carpa artística. “Venimos alrededor del mediodía. Entrenamos todos los días, cada uno con su disciplina, pero entrenamos dos horas por día y luego paramos a comer, algunos volvemos a entrenar por la tarde. Pasamos mucho tiempo juntos, somos literalmente una gran familia”, afirma con una sonrisa Jose.
“Eso es muy particular de cada uno, pero en mi caso me gusta hacer las cosas con tiempo. El maquillaje lleva mucho tiempo, y yo necesito meditar para concentrarme. Eso sí, unos 20 minutos antes de mi turno, ya no hablo con nadie y sólo me enfoco en lo mío. En algunas disciplinas hay cosas de mucho riesgo, y no tenemos margen de error. Hay que estar al 100% todos los días”, concluye la artista porteña.
En el caso de Silvia las rutinas son similares: “Dependiendo de la cantidad de funciones diarias que tengamos, los tiempos cambian. Por lo general terminamos tarde, y a mí me cuesta dormirme ya que sigo con la adrenalina del show. Al día siguiente hay que volver a entrenar o ir a la zona de recuperación corporal por algún masaje, o hielo. También hago mi ritual, que son una serie de acciones necesarias para lograr la mayor concentración y salir a escena bien preparada”.
Por el aire
Otra coincidencia entre ellas es el rol que ocuparon en el espectáculo. Tanto Jose como Silvia realizan sus cuadros en altura y son verdaderamente impactantes. “En Bazzar hay muchos personajes muy coloridos, a mi me toca hacer suspensión capilar (colgada del pelo), y es una locura. estoy feliz. También aparece en el cuadro final del espectáculo, que es como una gran fiesta”, comenta Josefina.
El caso de Silvia no difiere mucho del de su colega. “El rol que tengo es exactamente el que yo quería tener desde que se creó Bazzar en el 2018. Mi cuadro es el de floating woman (mujer flotante) y tengo un solo muy potente de cuerda. Mi papel es un hilo conductor entre todas las escenas”, se jacta orgullosa la europea.
También se refirió a la alta expectativa: “Hay mucha ilusión de la gente por la vuelta del circo, y para mí no hay como el público argentino, es muy cálido y ruidoso y es lo que nos gusta a los artistas. Los aplausos, los gritos…”.
Para la artista española será su primera vez en Argentina: “Estuve de gira por Brasil, Chile y Colombia, pero nunca aquí. Tengo mucha expectativa por lo que pueda pasar con el público, ya que en Latinoamérica la gente es increíblemente pasional y visceral. Ojalá tengamos una buena conexión porque a los artistas nos da mucha energía”.
Silvia reafirma lo dicho por Jose y agrega: “Tienen que venir, porque Bazzar es un espectáculo que conecta el circo clásico con el circo moderno. Es una fusión maravillosa. se trata puramente del artista. La energía es continua, no baja en ningún momento. Se van a sorprender, no tanto por lo tecnológico pero sí por los artistas en escena”.