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El Teatro Colón tuvo un sábado de doble concierto con pianistas de primer nivel

Aún en un teatro como el Colón, que ha visto caer una lluvia de estrellas de más de un siglo, es rara la coincidencia de dos pianistas de primer nivel internacional en un mismo día para dos conciertos diferentes. Por esa magia que el verano del hemisferio norte todavía nos depara, el sábado el público pudo asistir a este fenómeno inusual con las actuaciones del francés Jean-Yves Thibaudet y el español Javier Perianes, que además incluyeron a dos notables orquestas (la Orquesta Nacional Juvenil de Estados Unidos y la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires) y a dos directores extranjeros: la extraordinaria Marin Alsop y el joven Kakhi Solomnishvili.

La propuesta de la tarde (el organismo juvenil estadounidense junto a Thibaudet y Alsop) tuvo un ambiente relajado ya desde el vestuario de la orquesta: blazer oscuro, pantalón rojo y zapatillas. Como es lógico, el programa hizo hincapié en la creación de autores norteamericanos.

Con la hermosa y contundente Sinfonía n° 1 en un movimiento, obra temprana de Samuel Barber, quedó demostrado que la Orquesta Nacional Juvenil de Estados Unidos, surgida de un proyecto de verano impulsado por el Carnegie Hall y su academia de música e integrada por estudiantes de entre 16 y 19 años, es fruto de un trabajo increíblemente profundo.

Para muchos el gran atractivo del programa estaba en el regreso de Thibaudet, ligado a nosotros no solo por el “feeling” con el público local sino por su gran admiración por el tango. A 14 años de una de sus actuaciones más recordadas en el Colón, cuando interpretó el Concierto en fa de Gershwin, el pianista lyonés (remera y pantalón ceñidos, saco y zapatillas con strass) abordó con la mayor soltura la Rhapsody in blue del mismo autor.

Con un rapport inmejorable con la orquesta, siempre guiada al milímetro por Alsop, Thibaudet jugó a sus anchas con la dinámica, el fraseo y la picardía de las blue notes, donde radica gran parte de un estilo que él maneja como pocos intérpretes de formación académica. Tanto el bis hecho en conjunto con Thibaudet como el que cerró la tarde fueron también de autores estadounidenses: Victory Stride de James P. Johnson y Swing de Laura Karpman.

La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el concierto de la noche. Foto Arnaldo ColombaroliLa Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el concierto de la noche. Foto Arnaldo Colombaroli

Uno atrás del otro

Solo dos horas después del fin de este concierto fue el turno de la Filarmónica de Buenos Aires en su ciclo de abono. Aquí el solista invitado era otro pianista notable, aunque de una generación posterior a la de Thibaudet: el andaluz Javier Perianes, también descontracturado y carismático pero con un perfil discreto y una humildad evidente.

Su abordaje del tercer concierto de Beethoven (obra que, como otras de la transición del mundo clásico al abismo de lo romántico, supone dilemas profundos en la elección de dinámicas, colores, articulación, uso del pedal, etcétera) fue expansivo y decidido en el arranque para transformarse en canto poético y desgarrador en el segundo movimiento y diálogo lleno de fuerza vital en el tercero. Fuera de programa, Perianes creó en apenas minutos un mundo de intimidad y belleza con la cuarta de las Piezas líricas op. 54 de Grieg.

El segundo concierto tuvo como invitado al prestigioso andaluz Javier Perianes, también descontracturado y carismático, acompañado por la Filarmónica de Buenos Aires. Foto Arnaldo ColombaroliEl segundo concierto tuvo como invitado al prestigioso andaluz Javier Perianes, también descontracturado y carismático, acompañado por la Filarmónica de Buenos Aires. Foto Arnaldo ColombaroliComo se dijo, la orquesta estadounidense es un conjunto no estable que alcanza estándares musicales altos gracias al trabajo superlativo de Marin Alsop para la amalgama de las sonoridades, la ecualización de los diferentes planos y la intensidad del resultado, en el que cada integrante parece estar física y espiritualmente comprometido al máximo.

Con Scheherezade de Rimsky-Korsakov (en la que brilló la concertino Isabella España), Alsop dio otra clase magistral de economía de gestos, concentración y sobriedad, para llevar a la orquesta a su máximo nivel.

Casi en el extremo opuesto se ubicó el georgiano Kakhi Solomnishvili (quien llegó el año pasado de la mano de Charles Dutoit y regresó esta temporada para dirigir Carmen), músico esforzado que pese a su gestualidad ampulosa (o tal vez a causa de ella) no tuvo los mejores resultados en el áspero Díptico de Valdo Sciammarella ni en una obra de repertorio básico como la Primera sinfonía de Brahms. A pesar de todo, ese organismo de grandes profesionales que es la Filarmónica logró llevar la ejecución a buen puerto, en el cierre de una loca jornada llena de color y de emociones.

Ficha

Orquesta Nacional Juvenil de Estados Unidos

Directora: Marin Alsop

Solista: Jean-Yves Thibaudet, piano

Ciclo Conciertos Extraordinarios

Calificación: Muy bueno

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires

Director invitado: Kakhi Solomnishvili

Solista: Javier Perianes, piano

Ciclo de Abono de la Filarmónica de Buenos Aires

Calificación: Muy bueno

Teatro Colón, sábado 10 de agosto

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