A 50 años del derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende en Chile y la instauración del régimen represivo, dictatorial de Augusto Pinochet, su compatriota Pablo Larraín le da una vuelta de tuerca ingeniosa a la figura del feroz dictador trasandino.
El Conde es una comedia de terror.
La originalidad de la propuesta es lo más atractivo del filme. El Conde tuvo su première mundial en el reciente Festival de Venecia, donde el director chileno ya había llevado Jackie, con Natalie Portman como Jacqueline Kennedy, y Spencer, hace dos años, con Kristin Stewart como Lady Di. Y en la ceremonia de clausura se quedó con el premio al mejor guion.
Jaime Vadell interpreta al sanguinario dictador en esta sátira. Fotos Netflix En El Conde, filmada en blanco y negro, Pinochet es un vampiro, quien vive desde antes de la Revolución Francesa. Hijo de padres desconocidos (luego se verá de quién, y ésa sí que es otra sorpresa mayúscula, pero por una cuestión de no spoilear, no lo mencionaremos), militó en las huestes del mismísimo Rey Luis XVI, pero cuando llega la decapitación de María Antonieta se vuelve traidor y se hace pasar por campesino.
Ah, sí, cuando le cortan la cabeza a la reina, y no lo ve nadie, va hasta la guillotina y le pasa la lengua.
Vuela. Pinochet, con su capa al viento, en el nuevo filme del director de «Tony Manero» y «Spencer».No será ésa la única forma de alimentarse de Pinoche (luego le agregará la t final). Por ejemplo, en tiempo presente agarra una licuadora y se hace batidos de corazones.
Pasarán los años y se alistará en otro Ejército, el chileno, uno que también atentará contra el poder y sacará a Salvador Allende de la Casa de la Moneda.
En blanco y negro, ¿por la sangre?
Es probable que la elección de la monocromía sea para que la sangre que bebe Pinochet no sea una imagen tan, tan fuerte.
La película trata, también, sobre la ambición de los hijos y la esposa del dictador.En la sátira hay cierto realismo mágico, personajes que vuelan y una imaginación tan sin límites que hubiera estado bueno que algún productor se lo comentara a Larraín que no se fueran a la banquina.
Por momentos, la película es francamente divertida, tiene algunos toques logrados de comedia. Por otros, no.
Jaime Vadell, de 87 años, encarna al dictador, que murió a los 91 años en 2006, sin haber sido condenado por los delitos de lesa humanidad que cometió en su régimen desde el derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende. También, era multimillonario, y eso es un aspecto central en el filme. Larraín muestra a los cinco hijos de Pinochet, y a su esposa, peleando por la herencia si es que el vampiro finalmente muere. Para ello, entra en acción una novicia, una monja que hasta llegará a tener sexo con el anciano.
Paula Luchsinger como la monja que pretende exorcisar a Pinochet.Y otro personaje importante es su mayordomo, Fyodor, con quien mantiene algunos diálogos furiosos sobre torturas. Lo interpreta Alfredo Castro, que está en el elenco de Los colonos (la coproducción con Chile que se exhibió en el Festival de Cannes, e irá por la candidatura al Oscar por ese país) y, como Vadell, es también un asiduo en la filmografía de Larraín (Tony Manero, El Club, No).
Pero Larraín prefiere quedarse con la imagen del dictador como responsable absoluto de las muertes y de la represión -también, de saquear al Estado chileno- y en su guion no escribió una sola letra de la injerencia estadounidense en el golpe de Estado.
Son decisiones, como la de alargar algunas escenas intrascendentes, pero la pregunta es si hizo El Conde para el público de su país o anheló la audiencia internacional de Netflix, que le produjo la película.
“El Conde”
Regular
Comedia. Chile, 2023. 110′, SAM 16. De: Pablo Larraín. Con: Jaime Vadell, Alfredo Castro, Catalina Guerra, Paula Luchsinger, Gloria Münchmeyer. Disponible en: Netflix.