Ricardo Iorio no era una persona fácil con la que trabajar. Los músicos que no conocieron coinciden en algo de manera casi unánime: su temperamento fogoso e iracundo provocaba temor y desconcierto en sus compañeros de ruta ante los cambios súbitos en sus decisiones, muchas veces arbitrarias.
Dentro del rock, el que no gustaba de su propuesta musical, respetaba su absoluta autenticidad y su prosapia de héroe de la clase trabajadora. De esa manera fundó varias bandas, tres de las cuales quedarán en la historia grande del metal argentino: V8, Hermética y Almafuerte.
En V8, Iorio era el bajista y una de las cuatro partes de aquel motor que impulsó al metal nacional, a partir del under más precario hasta el reconocimiento de la tribu de camperas de cuero que hoy considera al grupo pionero en el género vernáculo.
Ricardo Iorio, bajista y cantante. Uno de los pioneros del metal argentino.Desde la edición de Luchando por el metal (1983), hasta el final en 1987, Ricardo Iorio y Alberto Zamarbide, el vocalista del cuarteto, fueron los miembros más estables de la leyenda. Pero las diferencias entre los dos hicieron imposible seguir adelante. Zamarbide se había volcado a la fe evangélica mientras que Iorio no renegaba de lo esotérico aunque tampoco sintiera simpatía por el demonio.
La creación de Hermética
En su batalla, Iorio dio un paso decisivo con la formación de Hermética, nave insignia del metal argentino en los años ’90, con la que encontró una vuelta de tuerca nueva para su idea del metal vernáculo gracias a los talentos del cantante Claudio O’Connor, el guitarrista Antonio Romano y distintos bateristas hasta que Claudio “Pato” Strunz se estableció como el hombre ideal detrás de los platillos en el segundo álbum de la banda, Ácido Argentino (1991), que contenía clásicos como Gil trabajador, Evitando el ablande, En las calles de Liniers y Robó un auto.
Hermética, con Ricardo Iorio y su intimidante look de cabeza casi rapada.Aún hoy es considerado como la cumbre del metal nacional. Hermética fue un grupo de pares al comienzo, pero con el correr del tiempo el centro gravitacional de las decisiones fue estableciéndose en la figura de Ricardo, que era idolatrado por el público, cada vez más numeroso hasta llenar el estadio de Obras Sanitarias el 12 de noviembre de 1994.
Hermética se perfilaba como una banda que podía trascender el cerco de un público metálico y acceder a otras audiencias, pero Iorio concentraba cada vez más las decisiones y estas eran cada vez más confusas para los otros integrantes.
Iorio tensó la cuerda de Hermética hasta que lógicamente se rompió. O’Connor declaró que pasó de “líder a tirano, pero nosotros sin él no podemos seguir porque el nombre es suyo y las letras son suyas. Tenía mucho peso dentro de la banda”.
Otro tema urticante era el reparto del dinero, que de acuerdo con lo que sostuvo alguna vez Antonio Romano, era bastante arbitrario. “Decía que no le interesaba la plata, pero se llevaba el 40%, yo el 30%, Claudio el 20% y Struz solo el 10%. Ese era uno de los tantos temas que queríamos hablar. Hacía un mes que no nos dábamos bola y fue incapaz de venir a preguntar qué nos pasaba”.
Nace Almafuerte
De cualquier manera, los tres integrantes lograron reagruparse bajo el nombre de Malón y tener una vida musical propia. Iorio no perdió tiempo y fundó Almafuerte, un grupo de corte más personal en el que podía incluir algo de su impronta telúrica y tanguera, y en el que se convirtió en cantante indiscutible, con su voz aguardentosa e identificable al instante.
Ricardo Iorio formo Almafuerte junto con Claudio Marciello en guitarra y Claudio Cardacci en batería.La denominación de esta nueva banda se inspiró en el seudónimo del poeta Pedro Bonifacio Palacios. En Almafuerte, Iorio encontró un diamante en la figura del virtuoso guitarrista Claudio “Tano” Marciello; tras una tanda de bateristas, Bin Valencia terminó de configurar el trío que se aumentó a cuarteto cuando Iorio decidió dedicarse solamente a cantar, y el bajo fue empuñado por Beto Ceriotti hasta el final del grupo.
Nuevamente las desavenencias le pusieron un punto final a Almafuerte, que de todas maneras fue el grupo que más le duró a Ricardo: veinte sólidos años. En este caso no hubo peleas, y aconteció una real disolución; con Iorio ya viviendo en “el medio de la nada”, como gustaba decir, en pleno campo, cerca de Sierra de la Ventana, se fue esfumando de a poco.
En 2017 blanqueó la situación de Almafuerte, que ya no existía como grupo, y anunció una carrera como solista que nunca terminó de configurarse del todo, aunque no pasara demasiado tiempo sin presentarse en vivo.
Pampa y toro
Le gustaba el campo, tocar en el interior de Argentina, recibir a sus amigos, fatigar los caminos. Ricardo Iorio fue un hombre difícil con el que trabajar pero una persona fiel a su sentir y a sus pensamientos.
Murió en plena pampa, donde el guerrero buscaba el reposo que le repusiera las fuerzas. Su corazón se detuvo abruptamente, como el final de algunas de sus canciones. La sorpresa es toda nuestra.