La decisión de Cristina Kirchner golpeó fuerte en las filas K, donde ya se habían preparado para perder con alguien del riñón. La campaña «quirúrgica» de la vice y la insólita disyuntiva entre el control del peronismo y el despoder.
El enroque de fichas sobre el cierre de listas, la baja de Eduardo «Wado» de Pedro y la designación de Sergio Massa, dejó al kirchnerismo sumergido en un pantano del que a 48 horas del impacto no puede y no sabe cómo salir. El dilema no sólo pasa por cómo integrar a la militancia y ordenarla detrás de un candidato que no sólo no era el prometido de la «generación diezmada» sino que, además, tiene un libreto diferente y defiende medidas que van en contra de los manuales K: la propia dirigencia no sale de su asombro por cómo retrocedió Cristina Kirchner y, a pesar de que acatará su orden y desde este lunes moverá las fichas para «militar a full a (Sergio) Massa», ya se prepara para trabajar en la resistencia y la defensa de las banderas, sea en el Gobierno ó en el llano.
El síntoma del impacto que provocó en La Cámpora el volantazo de la vicepresidente se advirtió en el silencio que guardó gran parte de los principales referentes. Es curioso, pero no casual, que el primero en alinearse fuera De Pedro.
«El país enfrenta grandes desafíos. Siempre fui un militante y seguiré aportando a este proyecto desde el lugar que me toque, sin personalismos ni egoísmos. Vamos a construir la victoria de @SergioMassa presidente y @Kicillofok gobernador», escribió en sus redes el sábado al mediodía cuando en el universo K seguían convulsionados por la nominación del tigrense.
No cambió demasiado durante el fin de semana. La tensión se trasladó a la puja por las listas de diputados y legisladores provinciales y no hubo margen para otros gestos. Así, dos días después del tuit de Unión por la Patria con el que se confirmó al binomio Massa-Agustín Rossi, La Cámpora, que se había subido al video de De Pedro, seguía sin pronunciarse en sus redes. Tampoco lo hicieron referentes como Andrés «Cuervo» Larroque, Mariano Recalde y Mayra Mendoza. Si bien es cuestión de tiempo para que se sumen a fortalecer a la fórmula, el mensaje ya fue debidamente enviado.
«Duele por cómo se dio, pero el camino es el ejemplo de Wado: militó a fondo para ser, estuvo cerca, no se le dio pero sabe que el proyecto siempre está por encima de los nombres y ya mira para adelante«, remarca un dirigente de trayectoria ultrakirchnerista que no milita ni comulga con La Cámpora pero que había comprado la estrategia de «perder con uno propio» que desde hace semanas se le atribuye a Máximo Kirchner, cuando dejó correr la candidatura de De Pedro.
Si el cimbronazo del viernes había puesto en alerta al kirchnerismo, la situación pareció agravarse cuando en las horas previas al cierre de listas trascendió la idea de que Máximo Kirchner podía desistir de encabezar la boleta para Diputados por oponerse a que la integrara Santiago Cafiero, mano derecha de Alberto F. al que se prometió no hablarle más. Finalmente se abrió a que lo secundara Victoria Tolosa Paz y que el canciller se ubicara quinto.
Con todo, pensando más en la resistencia que en seguir gobernando, Máximo Kirchner terminó bosquejando la tropa para la resistencia, ubicando a once ultracristinistas entre los primeros 15 precandidatos a diputados, y copando la boleta para el Senado, con De Pedro y Juliana di Tullio.
En medio de tanto desconcierto hubo quienes, con el objetivo de encolumnar a la tropa detrás de la nueva fórmula, pretendieron instalar la idea de que Cristina evaluaba ponerle su nombre a una candidatura para el Parlasur. «¿Quién anda diciendo eso? Es un disparate, de ninguna manera», negaba un incondicional cristinista. La versión, que había corrido días atrás, pareció más una prueba de ensayo que una realidad. «Cero posibilidades, nunca se evaluó», aportó este domingo otra fuente que, con excepción de la movida que terminó ungiendo a Massa, suele anticipar bien los movimientos de la vice.
El plan de Cristina, anticipa, será un aporte «quirúrgico» a la campaña de Massa. «Lo suficiente para que quede claro que lo apoya, pero tampoco tendrá el lugar que tuvo en 2019, Es otra etapa, otro contexto, otra Argentina y hay un programa con el Fondo», apunta. Y aclara que la precandidatura de Juan Grabois, aunque pretende interpelar a un voto K más puro y de izquierda, encontrará en ella a su primera adversaria: «Ella juega con Sergio«.