La reciente serie televisiva acerca del expresidente Carlos Menem continúa motivando interesantes comentarios. Dejo para los críticos el análisis como espectáculo; sin embargo, no puedo omitir mi apreciación sobre la solidez de los actores, y de quienes tuvieron la responsabilidad de la investigación, guión y dirección de la serie, que incursiona en una delgada línea de nuestra historia reciente donde se cruzan realidad, ficción, drama y comedia. Es interesante la reflexión del director Ariel Winograd: “Siempre pensé esta serie como una historia sobre la ambición del poder. Hasta qué punto funciona el poder en la mente de las personas”.
Me referiré a Menem sobre algunos hechos que me constan y están omitidos o distorsionados. Evitaré todo comentario sobre su vida personal y aspectos políticos y económicos. Mi relación con él como jefe del Ejército (1992-1999) fue en un marco de subordinación institucional, comprensión y respeto mutuo. Apoyó el más importante proceso de modernización (reestructuración, incorporación de armamento y equipamiento) del Ejército desde el advenimiento de la democracia. Ello obra en la Memoria del Ejército Argentino-1992/1999, y se llevó a cabo con un ejemplar trabajo e iniciativa de los generales, oficiales y suboficiales.
En la serie se omitió que entre el 2 y 4 diciembre de 1988 se concretó el primer levantamiento del coronel Mohamed Alí Seineldín, conocido como “Virgen del Valle” (Villa Martelli). No hubo represión, deterioró la imagen del presidente Raúl Alfonsín y finalizó con un pacto con el Jefe del Ejército, general Dante Caridi. Fue notorio el apoyo a los rebeldes de conocidos sectores políticos, sindicales, empresariales, militares retirados y religiosos, principalmente peronistas. Seineldín fue detenido, asumió su responsabilidad, fue puesto a disposición del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, y tiempo después reconocería que “durante su detención en el Regimiento de Patricios el presidente Menem lo consultó sobre importantes designaciones en el área de Defensa, y sobre los indultos a militares y al jefe montonero Mario Firmenich (…) Y que una vez por semana almorzaba con el doctor César Arias quien era su enlace con el presidente” (García, Prudencio, El drama de la autonomía militar). Menem asumió como presidente el 8 de julio de 1989 y al día siguiente lo conocí personalmente. En octubre de ese año Seineldín (en situación de retiro obligatorio) fue indultado. La rebelión constituyó una fractura ética y delictiva de los valores militares y abrió las puertas para un futuro levantamiento que se concretó al año siguiente. Creo que en la serie lo expresado hubiera merecido por lo menos una pequeña mención.
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Durante 1990 la situación fue cambiando y aprecio que en el gobierno ya no pensaban en Seineldín como el reaseguro para la democracia, quien a fines de octubre le envió una carta al Presidente donde anunciaba sus pasos futuros y su clara marginación de las leyes y reglamentos militares. El Ejército le impuso una sanción disciplinaria de 30 días de arresto a cumplir en San Martín de los Andes.
Retomo aquel 3 de diciembre: durante la madrugada se inició la última y definitiva chirinada militar, denominada Operación “Virgen de Luján”, con el asesinato en el Regimiento de Patricios del teniente coronel Hernán C. Pita y el mayor Federico A. Pedernera. Seineldín permaneció detenido en el sur. El Ejército interiorizó telefónicamente de la situación a Menem, quien respondió: “Hagan lo que tienen que hacer. Tienen todo mi respaldo”. No impartió ninguna orden. Ese fue el único contacto con el presidente. En la serie, la escena de un ataque a la Casa Rosada y una actitud ridícula y cobarde de Menem y de un supuesto general es totalmente falsa.
El levantamiento fue cruento, anárquicamente conducido, desviadamente ideologizado y la disciplina fue quebrada por la intolerancia acicateada por la ambición de algunos que no vestían uniforme, pero nos hicieron vivir la última jornada de luctuosos desencuentros. Reitero que en esta oportunidad el presidente Menem respaldó a los mandos leales y no admitió negociaciones marginales de sus asesores. Los focos a reprimir fueron siete: Concordia, Villaguay, Olavarría, Boulogne, El Palomar, Patricios y el Edificio Libertador. Las bajas: catorce muertos y más de cien heridos y mutilados. En quince horas se logró la rendición incondicional de todos. Seineldín cumplió una dura condena impuesta por la Justicia Militar y Civil; fue indultado por el presidente Eduardo Duhalde en el 2003.
Al respecto, es interesante señalar algunos comentarios. Rodolfo Terragno señaló: “Este alzamiento muestra que cuando se indulta, se refuerza la imagen de impunidad” (Clarín, 5/12/90). Robert Potash: “Creo que Menem debe haber comprendido que su política de indultos no era lo correcto para resolver el problema del Ejército” (Revista Noticias, 6/12/ 90). Raúl Granillo Ocampo: “Insistió en que la opinión de Menem era la del fusilamiento de los responsables…” (La Nación, 5/12/90). No me consta.
La Comisión Episcopal Argentina: “Otra vez hemos sido perturbados en el camino hacia una verdadera democracia, por una acción irresponsable y una invocación temeraria realizada para amparar acciones injustificables” (Página/12, 5/12/90). Carlos Menem: “Se acabaron los ‘carapintadas’. Se acabó esta payasada. Se acabó el ‘camello’. Esto fue un intento de golpe de Estado, una locura de individuos que se consideraron mesiánicos” (Crónica, 4/12/ 90). Prudencio García. “Justo es reconocer que en este caso la rebelión fue afrontada con saludable decisión por Menem, y reprimida militarmente por las fuerzas leales con una resolución y efectividad que se echó de menos en los alzamientos producidos bajo el gobierno del doctor Alfonsín” (O.C., pág. 279).
El 3 de diciembre de 1990 fue un punto de inflexión en nuestra historia y marca la definitiva inserción del Ejército en la esencia de los valores republicanos.
*Exjefe del Ejército argentino. Veterano de la Guerra de Malvinas. Exembajador en Colombia y Costa Rica.