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Ahora el desempleo preocupa más que la inflación: cambian las prioridades de la gente, pero el Gobierno mantiene la fórmula a raja tabla

Entre los diez puntos interesantes que contiene un trabajo de septiembre de la consultora Poliarquía hay uno que se destaca referido a la percepción de la gente sobre marcha de la inflación y el empleo.

Sostiene que hay una nueva agenda de demandas por parte de la sociedad, en la que «la falta de trabajo supera a la inflación como el problema personal que más preocupa a los argentinos», por primera vez en la administración del Presidente Javier Milei

Para Poliarquía, «las menciones a la falta de trabajo han crecido siete puntos respecto a agosto, principalmente entre el segmento de 30 a 49 años y del Gran Buenos Aires, situándose en un 18%. Por el contrario, la inflación disminuyó 15 puntos, situándose en 14%».

Luego del fogonazo inflacionario de diciembre, tras la devaluación y con el aumento del índice del costo de vida estabilizado en torno al 4% mensual, el problema de la menor disponibilidad de empleo surge con fuerza en el ranking de preocupaciones de la gente.

El recorte de inversiones y empleos públicos y la fuerte caída de los salarios y jubilaciones en el primer semestre del año borró la posibilidad de una recuperación en «V» de la economía y especialmente del consumo.

Para el Gobierno -lo reiteró el viernes el ministro Luis Caputo en la Bolsa de Comercio de Rosario-, los salarios y las jubilaciones se están recomponiendo ante la baja de la inflación y la vigencia del esquema cambiario basado en un dólar oficial que se atrasa frente a la inflación subiendo 2% por mes.

El dólar retrasado, a su vez, actúa como ancla donde deberían converger la inflación y las negociaciones paritarias que, en gran medida, ya prevén ajustarse por la inflación futura en vez de la pasada.

El tipo de cambio del Presupuesto 2025 presentado por el Presidente Javier Milei es de $1.207 y la inflación de 18,3% ratificando que el esquema puesto en práctica sigue vigente.

Los dos pronósticos se retroalimentan y especialmente el del tipo de cambio casi fijo al calor de la advertencia del economista Ricardo Arriazu respecto de que si el Gobierno devalúa «se cae todo, se cae Milei».

La duda sobre si el Gobierno optará por devaluar hacia fin de año para después dejar tranquilo al dólar hasta las elecciones legislativas o directamente seguirá con el esquema actual hasta noviembre de 2025 persiste en el mundo de las empresas y los negocios.

El ministro Caputo insiste en que no habrá cambios y defiende la apuesta del Presupuesto de que el año próximo baje a 1,4% del ritmo de aumento del dólar oficial.

Sobre ese punto, la mayoría de los analistas privados apuntan a la escasez de dólares y al atraso relativo que tendría el tipo de cambio en caso de mantener el esquema actual (incluido el «dólar blend» de 80% de las exportaciones por el oficial y 20% por el contado con liquidación) hasta el fin del año próximo.

Sobre el posible atraso, la consultora 1816 sostiene que si el Gobierno mantiene el aumento del dólar al 2% mensual «y se elimina el impuesto País a fin de año, el 1° de enero el tipo de cambio importador será en términos reales el más bajo en más de 20 años con la excepción del final de Cristina Kirchner en 2015 y de Alberto Fernández-Sergio Massa en 2023″.

Un punto sensible del esquema actual es que las reservas netas de divisas siguen siendo negativas y, para Marina Dal Poggetto, ya están en US$ 4.800 millones.

El punto de las reservas netas negativas (las brutas están creciendo al calor del fuerte aumento de los depósitos en dólares -superan los US$ 22.000 millones- por el blanqueo) lleva a mirar los vencimientos de la deuda externa en 2025.

La consultora Quantum calcula que los servicios totales de la deuda del Tesoro en 2025 llegarían a US$ 17.285 millones, dejando afuera los vencimientos correspondientes a las provincias, al sector privado y los vencimientos de los bonos Bopreal.

Y agrega que «bajo condiciones normales de mercado, enfrentar vencimientos del orden del 3,5% del PBI (serían menores a 2% del PBI si se excluyen las tenencias intra-sector público) debería ser relativamente sencillo pero no en el caso de Argentina» por los 1.300 puntos de riesgo país y las restricciones cambiarias.

Ahí llega al punto común de los analistas económicos en el sentido de que al Gobierno le faltarán dólares en el caso de mantener a raja tabla el esquema cambiario.

Caputo tocó el tema en Rosario al abrir la posibilidad de que un nuevo acuerdo con el FMI cuando termine el programa actual («la relación es muy buena») pueda involucrar plata nueva que, según el ministro, se destinaría «a acelerar la recomposición del Banco Central porque la Argentina hoy no necesita deuda».

El ministro sigue apostando a que la escasez de pesos por el superávit fiscal y la caída de la emisión hagan aparecer los dólares de las empresas y del «colchón» de los particulares mientras negocia un Repo por unos US$ 5.000 millones con bancos internacionales.

La construcción de un puente cambiario hasta fin de año y, eventualmente, su prolongación hasta noviembre de 2025, sigue estando en el corazón de la duda de los operadores financieros que, aun así, disfrutan del buen momento para las acciones y los bonos envueltos en el optimismo que generó la baja de medio punto de la tasa de interés de referencia de los Estados Unidos.

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