Presentó un libro de fotos y contó cómo imaginó su sueño americano. De la pobreza de la posguerra en Austria a las pantallas del mundo.
Parece que de chico era bueno jugando al fútbol en Austria. Dice Arnold Schwarzenegger que pudo haber sido un futbolista exitoso, pero que sabía que eso no le alcanzaba para triunfar en los Estados Unidos, donde nadie le prestaba mucha atención al “soccer”.
En la Austria de pobreza de la posguerra, Arnold Schwarzenegger estaba obsesionado con venir a triunfar a Los Angeles. Unas revistas de fisicoculturismo le hicieron creer que ese deporte lo iba a hacer muy famoso y le iba a conseguir la visa y el pasaje que no podía pagar de otra manera.
La presentación de un libro con fotos suyas famosas e inéditas recopilado por la editorial Taschen (Arnold) fue la excusa para que el actor se encuentre con su público en el Museo de la Academia de Cine que da el Oscar y cuente cómo gestó su sueño americano: con buen olfato, a pura obsesión y disciplina.
El público en la sala David Geffen del Museo de la Academia lo aplaudía cálidamente. La jornada terminaría con una exhibición de su película Terminator 2 en 3D, un flamante lanzamiento.
De fisicoculturista a héroe de acción
“Era tal la emoción, que cuando llegué al aeropuerto de Los Ángeles besé el suelo«, recuerda Arnold. Fue después de que el entrenamiento de cinco horas diarias levantando pesas diera sus frutos y se convirtiera en Mister Universo por segunda vez.
Arnold, el hombre detrás de los músculos, como promociona Netflix un documental de su vida, llegó a Los Ángeles y descubrió que no le iba a ser tan fácil conseguir trabajo como actor. Los productores le decían que con su acento alemán solo podía trabajar en alguna película sobre nazis.
“Yo les hablaba de Hércules y me decían que eso de los forzudos había sido una moda en los ’60, pero que en los ’70 los sex symbol eran Woody Allen, Dustin Hoffman y Al Pacino”.
“Si querés ser exitoso, no podés tomar atajos ni escuchar a los que te dicen que es imposible hacer lo que querés”. Planea incluir esas dos y otras reglas en un libro que va a publicar antes de fin de año. Su disciplina, ya sabemos, es inobjetable.
Atleta, Terminator, político
Además de saludar a su novia de los últimos 10 años, Heather, sentada en las primeras filas, en más de una ocasión Arnold le agradeció su éxito al público y a todos sus managers. “No soy un hombre que se hizo a sí mismo, puse mi determinación, pero sin el apoyo de la gente no hubiera triunfado ni como fisicoculturista, ni como actor ni como gobernador”, asegura.
La gente aplaude enfáticamente cuando Arnold hace referencia a sus políticas centristas, que lo convirtieron dos veces en gobernador de California (2003 a 2011). Le gustaría poder presentarse a presidente, cree que puede ganar las elecciones, pero no haber nacido en el país es un claro impedimento y se nota que eso lo frustra.
De Conan a Terminator hubo un solo paso. Arnold cuenta que se hizo muy amigo del director de su mayor hit, James Cameron, con quien comparte su activismo por el cuidado del medio ambiente. Y recuerda una anécdota graciosa cuando estando juntos en Brasil en una conferencia sobre cambio climático, Cameron lo invitó a visitar a una tribu al Amazonas.
Piensa que esa globalización se debe a que después de hacer películas de acción quiso hacer comedia para llegar a un público más amplio. Y pese a que tuvo que sortear a muchos escépticos, una vez más su plan terminó funcionando. Gracias a esa tremenda popularidad, ahora se siente ciudadano del mundo.
WD