Christian Marclay, uno de los grandes creadores de las últimas décadas del siglo XX y XXI, llegó a Buenos Aires por primera vez y estuvo presente en la inauguración de Graphic Score, la muestra que reúne una selección de sus partituras gráficas y videos de distintas épocas.
Con la exhibición en PROA se dio inicio a una serie de actividades que el artista hará en Buenos Aires en el marco del Festival No Convencional, dirigido por Martín Bauer con la organización del Ministerio de Cultura de la ciudad.
Christian Marclay ganó en 2011 el León de Oro de la Bienal de Venecia con su obra The Clock. Estudió artes visuales y escultura, pero sin la música -experimental, orientada a la improvisación y aleatoriedad- no puede entenderse su obra.
Nunca realizó estudios formales, pero siempre manejó con gran libertad su relación con la música, que atraviesa toda su producción.
Empezó a experimentar con discos y tocadiscos cuando era un joven artista marginal en los ’80, influido por el punk, la performance y el mundo visual.
Una constante en su obra es la visualización del sonido a través de objetos, fotos y videos. Siempre trató de romper las divisiones que separaban las distintas expresiones artísticas y buscó que la gente escuche y mire arte en un mismo lugar.
Música en imágenes
Las partituras gráficas surgieron cuando la música amplió su vocabulario con nuevos sonidos y ruidos, y necesitó una representación visual específica. A fines de los años ’50, John Cage comenzó a ampliar su uso de la indeterminación con la notación gráfica.
Algo de comic, uno de los contenidos con los que arma sus obras Christian Marclay.Durante mucho tiempo Marclay creó partituras gráficas como parte de su producción.
Una de las más significativas es Graffiti Composition (1996-2002). Surgió en el contexto de un festival de música en 1996. Se pegaron cinco mil pentagramas impresos de gran formato en las calles de Berlín. La partitura final son 150 fotografías de las partituras intervenidas por los transeúntes. Los músicos pueden interpretar esas anotaciones de la selección que elijan de las fotografías.
Marclay dio un paso más y amplió la partitura a otros medios: diapositivas y películas.
“Creo en el poder de las imágenes para evocar sonido”, comentó en una oportunidad Marclay sobre Screen Play (2005), una de sus videopartituras, la más destacada de la exhibición.
A un montaje de fragmentos de películas en blanco y negro se superponen animaciones gráficas: líneas, puntos y círculos, derivadas de la notación musical tradicional. Los dos lenguajes entran en tensión e interactúan sobre una dramaturgia. Los músicos pueden intensificar, desviarse o converger con su improvisación las variadas atmósferas del collage cinematográfico.
Su primera videopartitura
The Bell and the Glass (2003) fue el primer intento de videopartitura. Se ve a Marcel Duchamp discutiendo su trabajo, fragmentos de películas de Hollywood y algunas imágenes filmadas por Marclay en Filadelfia. A eso se le superpusieron imágenes de la Campana de la Libertad y El gran vidrio, de Duchamp. Su voz fue transcripta en tres partituras tradicionales, exhibidas al lado de la proyección.
Christian Marclay en la Argentina. El artista vino para el Festival no convencional.Las diapositivas de Zoom Zoom (2007–2022), obra creada especialmente para la cantante Shelley Hirsch, también siguen una especie de dramaturgia temporal.
La proyección consta de más de 150 fotografías de letreros, publicidades y envoltorios de productos adornados con onomatopeyas para que el performer improvise vocalizaciones y narre historias sugeridas por las fotografías.
Manga Scroll (2010), obra destacada de la exhibición, utiliza onomatopeyas recortadas del manga japonés, en su versión traducida para el mercado estadounidense. El material performático se despliega en blanco y negro en un rollo ondulante de 20 metros de largo, una especie de pergamino del siglo XI.
En una de sus obras más recientes ¡No! (2020), a diferencia de Manga Scroll, las onomatopeyas extraídas de comics están desconectadas de sus acciones en la obra. La idea es que el vocalista exprese físicamente la emoción y los movimientos ilustrados.
To be Continued (2016) fue creada especialmente para el ensamble baBel (guitarra, instrumentos de viento, contrabajo y percusión), con el que Marclay colabora desde 2012. Es un collage armado con una variedad de cómics que incluyen instrumentos, intérpretes y sonidos. Las páginas a cuatro colores es el material sobre el que los músicos reaccionan e improvisan.
¿Qué sonidos se pueden descifrar en el gesto de un intérprete? Es el ingenioso interrogante implícito en la fascinante Investigaciones (2018), para un gran conjunto de pianos y bajo el formato de una caja con cien fotografías. En cada foto se ven las manos de un pianista con un gesto particular sobre el teclado.
Cada intérprete, que actúa de manera independiente uno de otro, recibe una caja antes del concierto y debe producir música a partir de lo que descifró de cada imagen. Los resultados se anotan en un pentagrama que está debajo de las imágenes.
Marclay pone el ojo y la oreja en el mundo. En toldos de negocios, latas de chocolate y camisetas, el artista encuentra notaciones musicales para fotografiar y convertirla luego en obra, así surgió Shuffle (2007).
Si no las encuentra a su alrededor, el artista produce sus propias notaciones musicales y las imprime sobre una serie de elementos de deshecho cotidiano, como en Ephemera (2009), una colección de publicidades de diarios, ilustraciones de revistas, menús de restaurantes, envoltorios de golosinas dulces y otros materiales, para uno o más instrumentos sin especificar.
Partituras y algo más. Lo que puede encontrarse en la obra de Christian Marclay.El encuentro cerró en los jardines de Proa con performance sobre diversas poéticas acústicas, y la manipulación de objetos para producir sonidos continuaron de laguna manera la propuesta estética de Marclay: el límite entre lo que se ve y se escucha, entre lo que es escucha y se ve.
Florencia Curci abrió con Imaquinaria (2023), una particular cosmofonía que incluía aparatos de radio, encargada especialmente para el Festival. Leonello Zambón y Nicolas Bacal trajeron a la superficie la poética especial de las clásicas Music on a Long Thin Wire (1977), una versión moderna del monocordio pitagórico creada por Alvin Lucier, y Cartridge Music (1960), de John Cage, con su atractivo despliegue visual de dispositivos cotidianos como fuentes sonoras.
Ficha
Festival No Convencional – Foco Marclay
Graphic Score, exhibición de partituras gráficas y videos. Concierto: Imaquinaria (2023), por Florencia Curci; Music for a Lon Thin Wire (Alvin Luciere) y Cartridge Music (John Cage), por Leonello Zambón y Nicolás Bacal. Lugar: Fundación Proa.