Nadie puede dudar de que electoralmente la marca Frente de Todos fue exitosa. Después de 12 años consecutivos bautizado como Frente para la Victoria y un breve interinato del sello Unidad Ciudadana, el nombre que el kirchnerismo eligió para competir en las presidenciales de 2019 tuvo fuerza simbólica: todo el peronismo junto, todos adentro.
Cuatro años después de ese debut electoral que derivó en el triunfo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner cómo fórmula, la coyuntura y las propias internas obligaron a replantear la denominación y encarar la próxima contienda con otro nombre: Unión por la Patria, una especie de mix entre aquél fallido Unidad Ciudadana y el peso propio que tiene el Instituto Patria del que salen las principales directrices de la estrategia K.
Aunque por su denominación, teniendo en cuenta cómo son nombrados en otras latitudes, se emparenta con partidos políticos que se guían por ideales conservadores o de centroderecha.
En un extenso hilo de Twitter difundido de manera oficial, el nuevo frente salió a la luz a las 18.06, con varias consignas claras desde su fundación. En los hechos, como nomenclatura, reemplazó a la antigua cuenta que tenía el Frente de Todos, que había sido creada en mayo de 2019, cuando Alberto Fernández fue ungido para el cargo por Cristina.
«Nuestro país está frente a una encrucijada histórica. Tenemos una oportunidad única para poner a la Argentina en una senda de crecimiento económico con inclusión social», dice el tuit inicial. Y prosigue: «Para que el crecimiento sirva al desarrollo argentino y, fundamentalmente, a mejorar la calidad de vida de cada uno de nuestros compatriotas».
A partir de allí, se inicia una serie de tuits con rasgos bien kirchneristas, aludiendo a la herencia dejada por el gobierno de Mauricio Macri, y con críticas que parecen apuntar directamente a Patricia Bullrich y Rodríguez Larreta, adversarios desde Juntos por el Cambio, y a Javier Milei, el aparente tercero en discordia en la venidera elección.
A partir de allí se hilvanan una serie de reflexiones más sobre un futuro plan de gobierno, y luego se vuelve a resaltar y a cerrar: «Nos unimos para recuperar la independencia económica y por el desarrollo de una Argentina Federal. Nos unimos por la Patria. Unión por la Patria«.
Hay varios antecedentes del nombre Unión por la Patria en distintas partes del mundo, incluso en Argentina. En la década del ’90 hubo un partido llamado exactamente así, pero con orientación de centroderecha. Pero también existen o existieron en otras latitudes, como por ejemplo Grecia, Letonia o Lituania. Los casos se repiten en otros países europeos, casi siempre con una coincidencia: son espacios conservadores o de centroderecha, directamente, todo lo contrario a lo que se supone propone electoralmente el kirchnerismo.
En África hay otro ejemplo. El vicepresidente de Libia, Ahmad Mitig, pertenece al espacio Unión por la Patria. Es un empresario y político libio de ideología islamista, que está en el cargo desde 2016.
La irrupción en la escena política de partidos libertarios como La Libertad Avanza, de Javier Milei, o Avanza Libertad, de José Luis Espert, entre otros, parecen haber motivado el cambio de denominación de la nomenclatura electoral del kirchnerismo, que ha tenido sólo un par de nombres en las últimas dos décadas.
En 2003 se creó el Frente para la Victoria, impulsando la candidatura presidencial de Néstor Kirchner y englobando a una parte del peronismo crítica con el menemismo y las ideas de centroderecha, en un contexto de crisis social inédita iniciada tras la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, en 2001.
El nombre se mantuvo inalterable durante 12 años, con victorias electorales contundentes como las de 2005, 2007 y 2011, que incluyeron la elección y reelección de Cristina Kirchner, y con derrotas resonantes como las legislativas de 2009 y 2013 y la presidencial de 2015.
Dos años después, en 2017 y con Cristina Kirchner apostando por una banca como senadora nacional, llegó el momento de Unidad Ciudadana, una marca que duró apenas esa elección, traumática para los K por una derrota sin precedentes en todo el país, y reemplazada dos años después por el ahora extinto Frente de Todos.
Apenas cuatro años duró esa denominación, erosionada definitivamente por la errática gestión de Alberto Fernández y la ruptura implícita de la coalición que se había creado con los otros espacios que formaron parte hasta ahora de la misma.