Ganado: Seis novillos de Núñez de Tarifa, bien presentados. El primero humilló sin emplearse por completo; reservón y acobardado el segundo; no acabó de romper el tercero; blando, arisco y a la defensiva el cuarto; brusco y sin clase el quinto y muy deslucido el sexto.
Lalo de María: ovación y ovación.
Mario Navas: silencio y ovación.
Manuel Román: vuelta al ruedo y silencio. El novillero cordobés resultó cogido por el sexto y fue trasladado a la enfermería sin que se conozca de momento el alcance de la lesión.
Cuadrillas: Javier Ambel saludó tras parear al sexto.
Plaza: Real Maestranza de Sevilla, registró más de media entrada en tarde noche muy calurosa.
La novillada con picadores celebrada esta noche en la plaza de la Maestranza, sexta y última de las programadas en el abono sevillano, se ha saldado con la solitaria vuelta al ruedo de Manuel Román, que resultó cogido por el sexto.
Abría plaza el novillero francés Lalo de María, que tuvo que tomar el olivo al primer lance. Fue un novillo, el primero, que tuvo la virtud de humillar en los engaños pero sin terminar de emplearse por completo en la muleta. Lalo, que no llegó a concretar su faena, lo iba a despenar de media suficiente.
Con el cuarto, un utrero arisco, blando y que siempre anduvo a la defensiva, el novillero francés no se dio demasiada coba y lo echó abajo de un pinchazo y una estocada fulminante que le sirvió para saludar desde el tercio.
El novillero vallisoletano Mario Navas, que volvía a la plaza de la Maestranza precedido de la grata impresión dejada el pasado año, no pudo redondear casi nada con el acobardado y reservón utrero que hizo segundo.
Le quedaba el quinto, un utrero sin estilo y ayuno de clase al que Mario Navas toreó mucho mejor de lo que merecía en una labor entregada y bien trazada que tuvo refrendo con la espada.
También repetía en Sevilla el cordobés Manuel Román, ésta vez como novillero con picadores, lidiando a un tercero que no terminó de romper por completo.
Un nutrido grupo de seguidores se trasladó desde Córdoba
Román sintió desde el primer lance el aliento de los paisanos que se habían desplazado hasta Sevilla aplaudiendo cualquier gesto del chaval, que no terminó de culminar una faena declinante sin refrendo con la espada.
Con el sexto, un animal deslucido y sin clase iba a emplearse en una labor tesonera pero sin brillo alguno. Cuando trataba de echarlo abajo resultó cogido sufriendo una voltereta de la que quedó inconsciente. Fue trasladado a la enfermería sin que recobrara el sentido.