El gobierno festejó, con razón, la confirmación del veto a la ley de actualización de las jubilaciones. Con el mismo énfasis dedicó el fin de semana a encontrar una salida al problema financiero que esa victoria política dejó abierto.
La caída de la norma dejó en pie el DNU 268/24, que establece una manera de actualización que no cumple los requisitos de la justicia. Los fallos de la Suprema Corte en la materia han establecido que las actualizaciones tienen que hacerse con aplicación de una fórmula polinómica y no por enganche a índices de la economía.
La vulnerabilidad del sistema abre la puerta a una avalancha juicios contra el Estado. Esa ola de quejas puede complicar a la economía tanto o más que si el gobierno hubiera aceptado la ley que ha quedado vetada.
El gobierno valoró más la señal política de que tiene fuerza como para empardarle al Congreso y eludir leyes caras. Le salió caro, $ 100.000 millones, porque la foto con cinco diputados radicales revirados que facilitaron el rechazo de la insistencia le costó al gobierno en el Senado la caída del DNU de inteligencia.
El golpe al prestigio de la marca UCR motivó que el bloque de Senadores, en donde está el presidente del partido, habilitase el tratamiento de ese DNU y lo liquidase. Por una noche de amor en Diputados activaron esa relación latente entre radicales y peronistas que lo hizo a Martín Lousteau presidente de la bicameral de los espías.
Para realzar el morbo de esa retaliación, dejaron que ocurriese de madrugada, para huir de los titulares de los diarios. A secreto agravio, secreta venganza, escribió Calderón de la Barca.
Dilema: gobernar o durar
El resultado es una oportunidad para definir cuál es su negocio, si gobernar o estar en el gobierno, que no es lo mismo. Implica definir dónde está la ventaja de ganar por un pelo y perder por paliza.
Rechazaron la insistencia, pero se comieron 153 votos en contra en Diputados. En el Senado perdieron dos votaciones por 2/3 en el Senado, universidades y DNU de la SIDE.
Gobernar es crear futuro y con esos márgenes no se crea futuro. Hay que mirar el ocaso el fernandismo, que sacaba hasta el año pasado leyes por poco más de los 129 votos en Diputados, el límite del quórum. Perdieron las elecciones porque habían perdido el futuro. Y el futuro incluye también a la oposición.
La narrativa oficial hace descansar todo en los forcejeos de familia del gobierno con sus amigos, cuando la misión es avanzar también con algún producto para el electorado que sacó el 44% de los votos el año pasado.
Son la mitad del país y sus representantes controlan 99 bancas en Diputados y 33, por lo menos, en el Senado. La tentación autoritaria lleva a extremos inconvenientes cuando hermana a los extremos.
Milei busca gobernar sin el Congreso ni la oposición casi en los mismos términos que su odiado Pedro Sánchez en España. El presidente socialista dijo en estas horas que va a gobernar “con o sin concurso del poder legislativo». Que no se enteren las ayuso, las cayetanas ni los Feijóo.
La sombra de la Corte
El gobierno ahora tiene que encontrar, como Amado Boudou en 2008 (ley 26417), una fórmula que satisfaga la justicia previsional y a la Corte, para no complicar más a la economía en el mediano plazo. Los técnicos de Hacienda estudiaron la posibilidad de que en el anuncio del presupuesto el domingo por la noche incluyese alguna referencia a una fórmula polinómica.
Debería, para conciliarse con la jurisprudencia de la Corte, darle formato de fórmula a lo que en el DNU 268 es la intención del Ejecutivo: aumentar a los jubilados a discreción y según lo que se recaude.
Es la línea del proyecto de propuesto “al revés” que adelantó este diario y que les explicó Javier Milei a los senadores amigables en la Casa Rosada: no se calculan necesidades y después los gastos, sino que se reparte lo que haya.
La Corte reclamó en los fallos Badaro I y II (2006 y 2007) una fórmula que se despegue de la discrecionalidad de los gobiernos. El ex titular del ANSES de este gobierno Osvaldo Giordano, respetado por todas las tribus de la política como uno de los expertos más solventes en materia previsional, defendió la sanción vetada.
Puso el acento en la sostenibilidad financiera: «contribuye a evitar la generación de juicios que, más allá de que la contabilidad pública no los registra como tal, operan como un pasivo que erosiona la solvencia de las finanzas públicas».
La peste de la debilidad
La decisión de vetar se explica por la necesidad que tiene el gobierno de impedir que se lo perciba más débil que el Congreso. Pero el remedio no es echarse en manos del transfuguismo.
El síndrome de la debilidad cruzó a la gestión de Cambiemos entre 2015 y 2019, que sucumbió cuando admitió que no podía quebrar al frente opositor del peronismo cristinista.
La debilidad del Ejecutivo se mostró insoportable para la presidencia de Mauricio Macri. Se sumó a los factores que identificó el expresidente como causas de su fracaso, como la sequía de 2018, el fligh to quality de los emergentes a los Estados Unidos por la tasa alta de Donald Trump, y la causa de los cuadernos, que ahuyentó al capitalismo mundial de aquel RIGI que eran los programas de Participación Público Privada.
En perspectiva hay que sumar a aquellos tumultos, el boomerang que significó para el Estado haber aplastado las jubilaciones y haberles negado una actualización no discrecional. Los fallos Badaro obedecieron a que los gobiernos que siguieron a la crisis de 2001 sólo actualizaron la jubilación mínima entre 2002 y 2006. Eso ocurrió con Duhalde y Néstor Kirchner. Badaro I indicó que el Congreso debía hacer una fórmula. El Congreso no lo hizo y Badaro II declaró la inconstitucionalidad del sistema.
Atrapados en el túnel del tiempo
Quien quiera hacer la arqueología del rencor de los Kirchner hacia la Corte, que presidía entonces Enrique Petracchi, la va a encontrar en este fallo. La «reparación histórica» que promovió el gobierno de Macri en 2016 se destinó en buena parte a pagar la factura Kirchner de los juicios por las jubilaciones no actualizadas entre 2002 y 2006. Pasados los años, fue reconocida por el macrismo como un error que complicó a su gobierno.
Fue un cañonazo al Fondo de Garantía de Sustentabilidad del ANSES. Un cálculo de 2019 estimaba que el FGS había perdido el 70% de su valor. De US$ 67.000 millones quedaban US$ 22.000 millones. Hay que repasar con detalle aquella experiencia para estimar el daño potencial que encierra haber dejado al sistema de jubilaciones colgado un DNU tan flojo que motivará una catarata de juicios y va a naufragar en la justicia.
Quien busque, en un ejercicio de diván, qué mueve a este gobierno a juguetear con los cambios en la actual Corte, lo va a encontrar en la intención de quebrar la jurisprudencia sobre jubilaciones. De aquella Corte del fallo Badaro formaban parte Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti.
Ahora ha debido doblegarse ante la CABA en la demanda por los fondos retenidos desde el anterior gobierno. En la audiencia de la semana que viene, la Corte les dirá a las partes: arreglen o arreglen, porque esto se terminó. Ya no discuten montos sino si el goteo es diario o semanal. Que se vayan con la música a otra partes, les dirán. Acá vuelve a perder el gobierno que además se está quedando sin nafta para imponer los nombres para el tribunal.
Cautivos de la UCR
Lo que está más claro es que el gobierno ha quedado en manos de los legisladores de la Unión Cívica Radical que juegan a favor o en contra del oficialismo en las dos cámaras: le dieron la felicidad de confirmar el veto en Diputados y también el doblete de derrotas del jueves en el Senado, con la ley de fondos para las universidades y la caída del DNU de los millones para los espías.
Los senadores de los bloques amigos que se entrevistaron con Javier Milei el jueves no terminan de saber por qué fueron invitados a la casa Rosada después de ocho meses de desaires, insultos y ataques a los aumentos de salarios. Lo que sí les quedó claro fue que, más allá de la disculpas del presidente, lo único que le importaba a la cúpula del oficialismo que los recibió era que el DNU de inteligencia fuera rechazado.
Milei les pidió disculpas por los insultos, hizo una autocrítica («- Es mi temperamento, no va a volver a ocurrir, tenemos que trabajar juntos», etc.). Los senadores se quejaron de que el Ejecutivo descuida sus interese en el Congreso. “- Llegamos a juntar 39 senadores – explicó Juan Carlos Romero – y no los hemos podido mantener en varios proyectos”.
Siguió una clase de economía apocalíptica, se levantó y los dejó con Guillermo Francos y Patricia Bullrich. Estos les ofrecieron ir a sesiones secretas de la Cámara o de alguna comisión a explicar los motivos. Otro camino tortuoso que rechazaron peronistas y radicales, que precipitaron la inclusión de la derogación en la sesión.
Si era tan grave, ¿por qué no se los dijeron en esa reunión si los invitados eran amigos del gobierno? Algunos senadores amigable prefirieron retirarse del recinto a la hora de la votación (Romero, los radicales Marian Juri y Rodolfo Suárez, Lucila Crexell).
Perdidos en el espacio
Las dos semanas de triunfos y derrotas han precipitado movimientos en todas las fuerzas. Los radicales del bloque de Diputados entraron en un proceso de «replanteo y reordenamiento» que amaga con sanciones a los cinco legisladores borocoteados.
No es probable que ocurra porque lo último que querrían es dividir la bancada, aunque sea inmanejable por Rodrigo de Loredo. Este legislador tiene que renovar su banca el año que viene y tiene un fiero adversario en Luis Juez.
A este se le atribuye un proyecto de disputar la cabeza de la lista de candidatos a diputados – aun siendo senador – por el espacio de lo que fue Cambiemos de Córdoba, como antesala de una candidatura a gobernador en 2027.
Los dos tienen que disputar con el cordobesismo de Martín Llaryora y creen que puede mejorar su competitividad con la ayuda del mileísmo. El radicalismo sufre las consecuencia del paso del tiempo. De Loredo en el bloque de Diputados y Lousteau como presidente del partido son personajes de una obra que se levantó de cartel.
Responden a un mundo que ya no existe, el previo a las elecciones de 2023, cuando existían Cambiemos, Gerardo Morales, Horacio Rodríguez Larreta, etc. Expresan pactos que son papel mojado. De Loredo fue jefe del boque cuando éste se dividió del que manejaba Mario Negri, como un compromiso para apoyarlo a Lousteau jefe del partido.
Hoy son como esos dos astronautas que están en el espacio y no saben cómo los van a traer a tierra de nuevo porque se rompió el bondi.
Gobernadores al poder, el vice siempre K
El peronismo también se prefigura el 2025 electoral. La reaparición de la familia Kirchner en actos coincide con la inminencia de las elecciones del 17 de noviembre para nuevas autoridades del PJ Nacional y en la provincia de Buenos Aires.
Cristina y Máximo están pidiendo color para sentarse en la mesa de decisiones de las listas del año que viene. O directamente tomar ventaja para alguna candidatura. Este despliegue se concilia con el que hacen los gobernadores.
Cuatro de ellos se reunieron con la cúpula de la CGT. Axel Kicillof, Gildo Insfran, Ricardo Quintela y Sergio Ziliotto salieron con la consigna de que uno de ellos debe ser el nuevo presidente. Si este proceso sigue el manual, la nueva conducción debe ser un cóctel de peronismo del interior y peronismo del AMBA. La matriz cristinista querrá quedarse con el segundo puesto. Esa función de vigilancia la imaginó Cristina en 2019 como vice de Alberto.
La misma tarea imaginó en 2015 para Carlos Zannini como número dos de Daniel Scioli. Wado de Pedro tiene todos los números para ese rol en una nueva conducción. El PJ encendió la luz en la sede de la calle Matheu para algunas peñas los martes. Hubo una reunión de la rama femenina, de donde salió la idea de que sea una mujer quien ocupe la presidencia.
Otro martes fue dedicado a los temas exteriores, con Jorge Taiana y el embajador Sabino Vaca Narvaja como estrellas. Y otro más dedicado a la juventud universitaria del partido, con Victoria Tolosa Paz. Quintela ha participado en todas ellas.