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Nahuel Perrito Barrios, el gigante (de 156 centímetros) que aparece en San Lorenzo «cuando las papas queman»


El volante, que terminó de explotar con la llegada del Gallego Insúa, comienza a tener uno marca registrada: anotar en momentos clave, cuando el Ciclón más lo necesita.

Chiquito pero peligroso. Un metro cincuenta y seis de altura cargados de pólvora que estalla cuando las papas queman, desafiando los estereotipos que marcan que en el deporte se precisa casi de forma obligatoria contextura física. Nahuel Perrito Barrios demuestra que en el fútbol muchas veces solo es necesaria la gambeta y el potrero. Y vaya si lo viene dejando en claro. Incluso con un pequeño detalle que empieza a volverse su marca registrada.

El mediocampista que tiene San Lorenzo, figura gracias a su habilidad con pelota dominada, fue el encargado de hacer delirar a todo el Nuevo Gasómetro al marcar el 4-1 frente a Estudiantes de Mérida para darle la clasificación agónica a su equipo para los 16avos de la Copa Sudamericana. Pero no es producto de casualidad lo sucedido este martes, sino que el futbolista de 25 años parece ser el as bajo la manga que el Ciclón tiene para definir encuentros cerca del final.

A pesar de haber convertido a falta de 20 minutos para el final del encuentro, Barrios terminó de ser el protagonista de la remontada épica que necesitaba el conjunto de Rubén Gallego Insúa para no quedar eliminado. Y si se retrocede en el archivo en el centenar de partidos que disputó con la azulgrana el jugador que en 2020 fue cedido a Central Córdoba (sí, hace 3 años, el Perrito se fue a préstamos), este no es el primero de los casos en los que se pone el traje de superhéroe.

Sí, el chico que creció en el Docke se agranda ante situaciones adversas. Por eso fue el mimado de la hinchada en los malos tiempos y por eso hace esos «goles chivo» cuando el equipo camina por la cornisa. Recapitulemos.

El Perrito en su barrio, las Torres de Dock Sud. Foto: Prensa San Lorenzo.

El Perrito en su barrio, las Torres de Dock Sud. Foto: Prensa San Lorenzo.
Antes del emotivo gol de este martes por la noche en el Gasómetro frente a Estudiantes de Mérida a los 71 minutos, que incluso tiene cierto valor extra desde el lado emocional para el jugador por la reciente muerte de su hermano, el caso más reciente remonta tan solo cinco fechas atrás de la presente Liga Profesional.

San Lorenzo, que le pisaba los talones a River por aquel entonces, visitó a Banfield- El encuentro parecía que se moría en un opaco 1-1 que dejaba al Millonario (muy) solo en la tabla. Eso, hasta que apareció el Perrito: el «10» anotó el tanto de la victoria a los 49 minutos del complemento. ¡Y fue un golazo! El Perro se encontró en el área con una pelota y clavó un bombazo de volea que le dio los 3 puntos al Ciclón.

Y si de goles de volea se trata, parece que también son un condimento extra: encima que a los goles de Barrios les sobra dramatismo, él se encarga de embellecerlos. Así ocurrió en junio del año pasado, cuando el mediocampista apreció para evitar la caída de su equipo frente a Talleres de Córdoba en el Nuevo Gasómetro.

Pero a los 45 minutos del segundo tiempo, cuando el partido se terminaba, ante un despeje de cabeza del conjunto cordobés luego de la ejecución de un tiro libre, el joven oriundo de la zona bonaerense de Dock Sud lograría sacar un remate perfecto sin que la pelota pique y la hundiría en el fondo de la red para marcar el 1-1 definitivo.

Hablando de goles agónicos, el que metió el día de su debut marca el cartón lleno del Perrito. Ocurrió allá por el 2017 y nada menos que por la fase de grupos de la Copa Libertadores frente a la Universidad Católica de Chile. Pero eso no es todo, sino que su debut goleador sería mediante un remate de cabeza. Sí, de cabeza. Un arranque con justicia poética, sus 156 centímetros no fueron un condicionante para Barrios que con 19 años ya «se agrandaba».

Aquello fue así: San Lorenzo empataba 1 a 1 y necesitaba ganar para no peligrar su clasificación a octavos, por lo que el entrenador Diego Aguirre, casi en forma de premonición, decidió que el Perrito ingresara a la cancha faltando cinco minutos para el final. Fue amor a primera vista con los hinchas del Ciclón, que no sabían si reír o emocionante cuando el pebete de un metro y medio (y piquito) convirtió de cabeza para asegurar el pase a la siguiente ronda.

Habían pasado tan solo 60 segundos después de su ingreso, hasta que Nahuel conectara un centro para estampar el 2-1 y desatar por primera vez la locura en Boedo. Nadie sospechaba que sería el comienzo de lo que ahora ya es parte de su currículum. Quien resulta ser el jugador más bajo de todo el fútbol argentino, se encarga de agigantarse moralmente dentro de una cancha para dejar en el camino a los más grandes.

¿El último dato de color? El Perrito cuenta apenas ocho goles con la camiseta del Ciclón pero -al menos- cuatro de ellos se dieron cuando el reloj marcaba los 85 minutos. Eso, sumado a su picardía y esfuerzo, hicieron que rápidamente se ganara el cariño de gran parte de una hinchada que volvió a soñar en la Copa Sudamericana de la mano de uno de los abanderados de este San Lorenzo.  

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