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Para cumplir con el FMI, Sergio Massa deberá profundizar el ajuste después de las PASO


Más impuestos y una apuesta a que la inflación siga licuando el gasto figuran entre las recetas posibles.

En la primera parte del año y con la sequía como condicionante principal, el ministro  de Economía, Sergio Massa, llevó adelante un recorte del gasto público que no alcanza para conformar al Fondo Monetario. El organismo multilateral le dio una tregua al Gobierno hasta las PASO, con un acuerdo técnico que en teoría va a liberar el pago de US$ 7.500 millones en la segunda quincena de agosto. Pero el FMI reclama el compromiso de seguir bajando el gasto con un mayor ajuste tras las elecciones PASO.

Para los analistas consultados por Clarín, las chances de que Massa cumpla con el compromiso asumido con el Fondo Monetario de cerrar el año con un déficit primario del 1,9% del PBI son bajísimas. Pero señalan que el ministro y precandidato presidencial cuenta con la inflación como aliada para continuar con la licuación del gasto y aun puede sacar un par de conejos más de la galera que le permitan compensar el impacto de la sequía sobre los ingresos públicos. 

El Sector Público Nacional tuvo un déficit primario de 1,1% del PBI en el primer semestre versus un rojo de 0,9% del PBI en el mismo lapso del 2022. El principal motivo del deterioro fue una mayor contracción real de los ingresos públicos frente al gasto primario: -9% vs. -6% interanual, marca la consultora Equilibra.

Gran parte del ajuste real del gasto primario del primer semestre se dio en prestaciones sociales que cayeron 8%. «La causa fue la aceleración de la inflación pues muchos programas se actualizan con rezago. En términos reales también bajaron los subsidios (15%) y las transferencias a provincias (23%), mientras que el gasto de capital trepó 24% interanual», plantea Equilibra.

Para evitar que el déficit primario crezca todavía más, Massa lanzó el dólar agro 4 y generó una devaluación encubierta con la aplicación del impuesto PAIS sobre las importaciones con una alícuota de 7,5% para los bienes y del 25% para los servicios. Para Equilibra, estas medidas incrementarían los ingresos fiscales en 0,4 puntos porcentuales del PBI, y el resultado fiscal primario terminaría el año en niveles similares a los del año pasado (-2,4% del PBI). «Este resultado es peor al acordado con el FMI (-1,9% del PBI), pero la diferencia estará explicada por la sequía. Si estos ingresos se recuperan el año entrante, se podría cumplir con la meta de -0,9% del PBI», apuntan.

¿Cómo hará Massa, en medio de la campaña electoral, para cumplir con la meta de déficit pactada?

Para Martín Vauthier, de la consultora Anker, «hasta ahora ese 1,9% para el año de déficit primario luce muy desafiante».

El economista remarca que para bajar el gasto en los próximos meses «hace falta que inflación siga licuando el gasto. Y como podría ocurrir eso es un interrogante, teniendo en cuenta que estamos en un procesos electoral».

Sin embargo, Vauthier señala que por el lado de los ingresos, a Massa le queda margen. «El impuesto PAIS para importaciones se fijó con una alícuota más baja que la que esperaba el mercado. El Gobierno se puede haber guardado la ficha de eventualmente subirla. Hoy cuando uno mira la inercia fiscal apunta más bien a un déficit primario de entre 2,5% y 3% del producto, asumiendo que no implementen nuevas medidas de gasto significativas».

También para Juan Ignacio Paolicchi, de Empiria Consultores, la meta es desafiante. «Probablemente no la cumplan. A grosso modo, el segundo semestre suele ser el de mayor gasto, y ya en el primero acumularon un déficit de 1,1% del PBI, por lo que el déficit de la segunda mitad del año debería estar en torno a 0,8%, en un período que va a haber elecciones. La verdad que cumplir las metas luce muy difícil. El gasto debería caer 9% en términos reales, y en el primer semestre cayó solo 6%».

«El principal factor de ajuste viene siendo la inflación, que licua a jubilados y beneficiarios de planes sociales. Ahí es donde el gasto se está licuando realmente, y probablemente el Gobierno siga apelando a eso para consolidar las cuentas públicas», sostiene Paolicchi.

En el segmento de tarifas de servicios públicos para la clase media «habría margen para corregir, pero no veo que el Gobierno se lance a hacer eso en plena campaña electoral«.

Paolicchi tampoco es optimista del lado de los ingresos. «Las últimas medidas cambiarias aportaban 0,5% del PBI que se esfumaron casi totalmente con la medida de subir el mínimo no imponible de Ganancias».

«El FMI obliga al gobierno nacional a seguir llevando adelante la misma política fiscal contractiva acordada sin considerar la sequía. Ante una caída exógena de actividad económica y de ingresos, el gobierno debe hacer una política fiscal pro cíclica, en lugar de una contra cíclica. La nueva meta fiscal debería estar entre 2,4% y 3% del PBI», concluye Nadin Argañaraz, titular del IARAF.

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