Más que una patología, la espasticidad es un síntoma en el que se ponen rígidos los músculos de la persona que lo sufre.
Según explican desde la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) esta tensión muscular está provocada por algún tipo de lesión que se produce en el sistema nervioso central.
Lesiones ocasionadas por:
Patologías como la esclerosis múltiple Accidentes vasculares como el ictus A causa de lesiones medulares. Tal y como explican desde la SERMEF, Estas afecciones cerebrales o medulares pueden:
“Provocar un aumento de la resistencia al estiramiento pasivo de uno o varios músculos de la parte del cuerpo afectada, ocasionando rigidez muscular y dolor e influyendo en la capacidad motora del cuerpo para caminar, sentarse o coger objetos”. En España, entre 300.000 y 400.000 personas, en su gran mayoría personas jóvenes, sufren esta secuela neurológica, que provoca un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes. Hasta un 40% de las personas que sufren un ictus podrían acabar padeciendo algún grado de espasticidad.
Espasticidad: chica desnuda caminando espasmódicamente Muybridge, Eadweard, 1830-1904
¿Se puede tratar la espasticidad?
Uno de los problemas de la espasticidad es que no tiene cura, pero si un gran impacto en la vida de los pacientes.
Y si no se identifica y se trata a tiempo la situación pude ir a peor.
Como explica Carolina De Miguel, presidenta de la SERMEF:
“Los afectados mejoran considerablemente si se consigue detectar la espasticidad a tiempo y se establece un tratamiento adecuado consensuando las metas terapéuticas. Por ello los pacientes deben conocer la sintomatología para acudir al especialista ante los primeros síntomas”.
Al estar producida por una lesión neurológica irreversible, los daños producidos por esta patología permanecen en el tiempo.
La espasticidad no tratada puede producir limitaciones funcionales que interfieren en las actividades de la vida diaria y dolor, lo que también repercute en la calidad de vida del paciente.
Por eso, insiste Carolina De Miguel, “es tan importante el abordaje temprano y establecer estrategias de tratamiento que reduzcan su intensidad y eviten la aparición de complicaciones”.
Y es que un tratamiento adecuado va a permitir mejorar la espasticidad, reduciendo su intensidad y eviten la aparición de complicaciones.
En España, entre 300.000 y 400.000 personas, en su gran mayoría jóvenes, sufren esta secuela neurológica.
La rehabilitación es clave
En este aspecto, cobra una especial importancia el papel de los médicos rehabilitadores, fundamentales en los servicios sanitarios.
De ahí que la presidenta de la SERMEF enmarca el papel del rehabilitador como “una figura encaminada a facilitar, mantener o devolver la mayor capacidad funcional e independencia posibles en cada paciente”.
Por eso, este profesional gestiona el programa terapéutico junto con su equipo y el paciente. Dicho programa se irá modificando a medida que se alcanzan las diferentes metas establecidas.
Este programa determinará que metas terapéuticas se pueden conseguir en cada caso, e incluirá la fisioterapia y la terapia ocupacional como bases para mejorar la capacidad funcional y recuperar el movimiento.
Pero no solo en lo físico, los programas de rehabilitación deben incluir también el aspecto emocional:
“Hablar con otras personas que han pasado por situaciones similares puede ayudarte a afrontar las dificultades que puedan surgir”, explican los médicos rehabilitadores.