En el Boletín Oficial de este lunes se informó que el hasta hoy embajador ante Austria, Holger Federico Martinsen, deberá abandonar su misión en el país europeo para ser trasladado como embajador ante la República Árabe de Egipto. Con esta oficialización se da por terminado una de las tantas situaciones insólitas y desprolijas que suelen observarse en la diplomacia argentina algunas por caprichos políticos otras por negligencia.
Este caso es una mezcla de varios hechos por los que hasta hoy en Viena había una superposición de dos embajadores.
Por un lado, Gustavo Zlauvinen será el nuevo embajador ante Austria cuando le llegue su decreto en el Boletín Oficial. El diplomático había llegado a Viena para hacerse cargo de ese puesto hace más de dos meses. Pero Martinsen no quería irse.
Ambos son diplomáticos de carrera. Martinsen es ahijado de la fallecida embajadora Susana Ruiz Cerutti y lo habían enviado a Viena durante el gobierno de Alberto Fernandez hace dos años. Finalmente lo premiaron con la embajada en Egipto, de dónde sacan al kirchnerista Gonzalo Urriolabeitía. Mover embajadores cuesta 50.000 dólares por cabeza.
En la Casa Rosada decidieron, en tanto, finalmente enviar a Zlauvinen a Viena cuando en un principio se pensó que iba a ir a Londres, donde pusieron una funcionaria de mucho menor experiencia.
Mondino quería a Zlauvinen en Viena sí o sí porque es de los funcionarios con mayor experiencia en asuntos nucleares. Pero Presidencia demora los decretos cuando involucran a diplomáticos que no son muy cercanos a la Rosada.
Zlauvinen fue vicecanciller del macrismo, que antes de terminar el poder lo designó como embajador en Austria. Pero en 2020 el ex canciller Felipe Sola lo castigó y le congeló su salida. Desde entonces, a Zlauvinen lo mandaron a su casa como a tantos otros embajadores con altos sueldos y sin función, pero castigados por desempeño en una gestión.
Zlauvinen fue entonces elegido en la presidencia de la Asociación del Personal del Servicio Exterior de la Nación (el Apsen). Pero al definirse su elección para el cargo en Viena, donde funcionan organismos como el del desarme en lo cual él es un experimentado, se empezó a alejar de su labor en el gremio diplomático, lo que enojó a los afiliados.
Ocurre que su alejamiento tuvo lugar en plena lucha de los funcionarios de carrera contra la imposición del pago del impuesto a las Ganancias que estableció el Gobierno sobre el plus salarial que cobran cuando salen en misión al exterior.
En Cancillería aclararon que el diplomático partió a Viena pagando sus pasajes y que los dos meses que estuvo allá fueron pagados por él y en vacaciones. Además, se fue sin decreto que lo asigne a la misión, algo que no puede hacer ningún diplomático. Para el caso cuando en septiembre la canciller Diana Mondino estuvo de visita oficial en Viena se le juntaron los dos embajadores y fue una situación de lo más incómoda a la hora de las fotos.
Estaban el saliente sin decreto que ordenaba su salida -el que se publicó recién hoy para Martinsen- y el entrante sin decreto de oficialización, por Zlauvinen.
En el medio de todos estos enredos nadie deja de comentar que es un hecho que el mileismo no aplica la «venganza en estado máximo» para con el kirchnerismo ahora como ocurrió en diciembre de 2019 cuando la aplicó el kirchnerismo y albertismo con los diplomáticos de Mauricio Macri.
Para el caso vale como ejemplo la situación del ex referente de Sergio Massa, Gustavo Martínez Pandiani, que criticó duramente a Mondino durante la campaña electora, pero permaneció en Suiza un tiempo hasta que por presión de otros diplomáticos lo mandaron como embajador a Trinidad y Tobago.
Desde allí y en funciones sigue criticando a la Cancillería de Mondino, lo que va en contra de la ley del servicio exterior puesto que está en funciones.
«Se los advertí hace un año y sigo pensando lo mismo. El anunciado acuerdo con el Reino Unido es negativo para el interés nacional: entrega apoyo logístico continental a los usurpadores y consolida la depredación de nuestros recursos. A cambio de qué?» , tuiteó Martínez Pandiani recientemente, embistiendo contra lo acordado en Nueva York entre Mondino y su par británico, David Lammy.
Sobre todo embistió contra la reinstauración de un segundo vuelo semanal desde San Pablo a las Malvinas con escala una vez por mes en la ciudad de Córdoba.
El debate de qué hacer con Pandiani tiene hasta una arista graciosa. Por su personalidad avasalladora y por qué tiene tanta experiencia política como diplomática lo consideran menos peligroso fuera del país que adentro.