La situación encendió las alarmas hace dos años, luego de que un tiroteo en la zona obligara a los alumnos del Jardín Nº 426 “Huellitas Sureñas”, ubicado en el barrio San Martín de Comodoro, a tirarse al piso para protegerse. Cansados de la situación, los padres denunciaron que hechos como ese ya se habían repetido en al menos otras dos oportunidades y exigieron medidas de seguridad.
Ante el reclamo, se decidió suspender las clases de forma momentánea mientras se levantaba un muro alrededor del establecimiento educativo. En ese momento, las autoridades pronosticaron que la obra demoraría cerca de 45 días. Dos años después, la provincia informó este lunes que finalizó la construcción de un paredón de 150 metros cuadrados con el objetivo de mejorar la seguridad en el jardín de infantes.
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Finalizó la construcción de un muro de 150 metros cuadrados en el Jardín N° 426.
“A través de la Secretaría de Infraestructura, Energía y Planificación de la provincia, se concluyeron los trabajos consistentes en un bloque armado con iluminación, así como la reparación de cubierta de techos y mamposterías exteriores”, detallaron desde el Gobierno provincial.
Además, señalaron que las tareas ejecutadas en el edificio escolar contemplaron “la provisión y colocación de barral antipánico doble con cerradura en puerta de acceso; y la colocación de un nuevo portón doble hoja de acceso”.
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“Estaban a los tiros y los nenes tuvieron que tirarse al piso”
En agosto de 2023, los padres del Jardín Nº 426 denunciaron que los peligros que enfrentaban sus hijos cada día que iban a clase. Macarena, mamá de un nene de sala de 5 años, contó en ese momento a ADNSUR que en sólo tres meses se habían registrado tres situaciones en las que el establecimiento quedó en medio de disparos.
El último hecho ocurrió cuando los niños ya se habían retirado y solo quedaban las maestras con las porteras. “Hubo tiros y tuvieron que salir custodiadas por la policía”, explicó la mujer.
En las ocasiones anteriores, los chicos estaban dentro del jardín. “Se tuvieron que tirar al piso porque el jardín es de chapa y puede entrar tranquilamente un tiro”, lamentó.
Fue esa situación extrema la que llevó a los padres a reclamar la construcción de una muro que proteja más al jardín. La respuesta se concretó dos años más tarde.