Natalia Medina tiene 45 años, es artista plástica y, aunque nació en Rufino, una ciudad santafesina ubicada en el corazón de la pampa húmeda, desde hace 13 años se siente parte de Comodoro Rivadavia. Llegó con su familia y encontró en esta ciudad no solo un lugar para vivir, sino también para dedicarse a su pasión: la pintura.
“Desde que tengo uso de razón estoy vinculada al arte”, asegura. “Siempre fue una forma de expresarme y, con el tiempo, se transformó también en una herramienta para acompañar a otros. Hoy, después de muchos años dedicándome a enseñar, siento que es momento de poder mostrar mi propio proceso”, dice Natalia, en diálogo con ADNSUR.
No lo dice como una frase hecha, sino como una certeza que la acompaña desde la infancia, cuando participaba en las carteleras escolares o colaboraba con las maestras en los actos de su escuela de jornada completa.
Enviudaron, se conocieron siendo abuelos y con 91 y 79 años comparten el secreto de la longevidad
Este sábado, Natalia Medina presentará su exposición: “El peso del mundo nos quedan los ángeles”. Foto: Archivo personal.
Es que desde chica su sensibilidad por el arte fue creciendo, y ya de grande incluso se mudó a Rosario para estudiar en la Universidad de Bellas Artes. Lamentablemente, cuestiones familiares la obligaron a volver a Rufino. Sin embargo, eso no la detuvo y continuó ligada a lo que era su pasión.
Así, comenzó a dar clases en varias escuelas de su ciudad natal y, cuando se mudó a Comodoro, se volcó al camino de la enseñanza popular, en contacto con la comunidad. Durante más de una década, fue parte de los talleres culturales que organiza la Secretaría de Cultura en las vecinales barriales. Estuvo en Manantial Rosales, Kilómetro 4, Divina Providencia, Saavedra, Palazzo, Valle C y Kilómetro 3, y le encantó.
Del playón al futuro: el proyecto comunitario que late en el norte de Comodoro
Hace cinco años Natalia inauguró su propio taller: Pintar Quiero. Foto: Archivo personal.
“Siempre me gustó transmitir el arte como una herramienta para sanar o atravesar un momento”, repite como un mantra. “Y dar clases me hizo ver que no solo se trataba de pintar o dibujar, sino de compartir lo que uno siente con los demás. Eso me marcó mucho, porque descubrí que a través del arte también podía acompañar a otras personas, ayudar a que se conecten con sus emociones, ya que muchas veces llegan con situaciones difíciles y les ayuda a sanar.”
Hace cinco años, Natalia fundó su propio espacio: el taller Pintar Quiero, que funciona en el edificio de Supeh, frente a los Bomberos Voluntarios de Kilómetro 3. El espacio comenzó con 10 alumnos y hoy son más de 50 personas, entre niños, adolescentes y adultos. Allí, la artista plástica enseña técnicas, pero también acompaña procesos, porque, como dice: “el arte es una forma de canalizar, es como una meditación consciente, un cable a tierra.”
El violento asalto en Hottys: el policía que desafió a la muerte y a Chipi Rodríguez, el terror de Comodoro
Pintar Quiero | Comodoro Rivadavia
Una muestra que transforma el dolor en arte
Este sábado, a las 17 horas, Natalia inaugurará su primera muestra individual en el hall del Hotel Lucania. “El peso del mundo nos quedan los ángeles” reúne entre 14 y 15 obras que son el resultado de años de exploración artística y personal. La exposición se podrá visitar durante todo el mes de mayo.
Al respecto, cuenta que “el disparador fueron las historias. Propias y también ajenas. Historias de pérdidas, de ausencias, de resiliencia”, explica sobre cómo surgió el proceso que la llevó a pintar estas obras, que están atravesadas por duelos personales profundos. El más significativo fue la muerte de su padre, que marcó un antes y un después, confiesa. “A partir de ese momento me aferré al arte como una forma de agradecer su vida, como una ofrenda diaria hacia él”, cuenta.
LU4: Celebrando la historia de la radio en Comodoro Rivadavia
La obra que da nombre a la muestra es también su preferida. Fue creada en 2024 y está realizada con óleo y pintura asfáltica. Surgió de una mancha, desde la emoción, y terminó siendo una imagen poderosa, símbolo de su proceso de sanación. “Quiero decirle a la gente que sí se puede salir adelante, que el arte es un refugio y que no estamos solos”.
Pero las obras de la muestra no solo están cargadas de contenido emocional; también están construidas con materiales recuperados. Natalia encontró, casi por azar, un grupo de mapas cartográficos antiguos en un contenedor. Eran materiales de descarte que transformó en soporte artístico. “Trabajé con collage, óleo, pintura asfáltica, enduido e incluso humo. Me gusta experimentar. Cada obra es un laboratorio”, cuenta.
Ulises Bueno, la estrella del cuarteto, llega a Comodoro para un show imperdible: cuándo y dónde será
Esa búsqueda constante la traslada también a su rol como docente. En sus talleres, los alumnos han creado con diferentes materiales: ramitas, cortezas, semillas y cartón. “Siempre les digo que el arte no necesita materiales caros, que el arte está en todos lados y que lo importante es lo que uno tiene para contar”, concluye. Así, Natalia Medina se presentará por primera vez ante el público comodorense con sus obras, con las cuales convierte el dolor en belleza, expresión y una forma de sanar.