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Las patatas valencianas casi centenarias que llegan a Filipinas

En un país como España acostumbrado al tentempié, recurrir a las patatas fritas para calmar ese antojo está lejos de ser una curiosidad. Sin embargo, si ese producto acumula casi un siglo de trayectoria y su expansión ha llegado ya a enclaves tan exóticos como Filipinas, Cabo Verde y Uruguay, el relato que lo rodea resulta de todo menos anodino. Bajo esos términos vive hoy patatas Vicente Vidal, marca referente a nivel nacional en este diversificado sector -desde 2010, en manos del navarro Grupo Apex- cuyo nacimiento tuvo lugar en 1931 en el municipio valenciano de Benifaió. Allí, en el bajo de una vivienda familiar, su fundador, Vicente Vidal, se levantaba cada día a las cinco de la mañana para elaborar churros y, por supuesto, patatas fritas, productos que más tarde vendía a los vecinos de la localidad.

Tras una Guerra Civil que paralizó su actividad y unos años de posguerra en los que lograr una materia prima como el aceite se convirtió en una odisea, en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX este negocio, en aquel momento familiar, comenzó a expandirse a otros municipios cercanos. Luego llegó el turno de plantar la bandera en la ciudad de Valencia, un hito que vino de la mano de otro en materia productiva, como fue la inauguración de su primera fábrica en Benifaió en 1978, en la que hasta inicios de este siglo se producía solo con patatas cosechadas por la propia firma. 

Hoy, sin embargo, el punto neurálgico de la producción de esta marca histórica se encuentra a poco más de 50 kilómetros al sur de Benifaió, en el pueblo de Miramar. «Es el corazón de la producción de Vicente Vidal y donde se fabrica su referencia más emblemática, Vidal 1931, que son patatas fritas hechas a la manera tradicional». Así lo explica Íñigo Casado, actual responsable de la marca Vicente Vidal, que detalla que esta planta -que cuenta con más de 50 trabajadores, a los que se suman los del área comercial de la marca- «está muy enfocada a la elaboración de productos destinados al mercado de la Comunidad Valenciana, una región clave para la marca debido a sus raíces históricas». No obstante, la marca también tiene otras instalaciones en Madrid y Andalucía que se «centran en cubrir otras áreas del mercado nacional para asegura así una buena distribución».

Evolución

Y es que la marca, en la actualidad, dista mucho de lo que era hace casi un siglo, especialmente en procesos de producción que han mejorado gracias a la tecnología. «Ha evolucionado para adaptarse a las nuevas tendencias y demandas del mercado, pero siempre manteniendo una filosofía centrada en la calidad y el respeto por la tradición», destaca el responsable. Un avance en el que la unión con Grupo Apex -firma cuyo CEO es Santiago Sala y que a cierre de su último ejercicio facturaba 173 millones y contaba con más de 700 empleados- ha jugado un papel clave. Porque si para Apex la incorporación de marca ha supuesto un «valor añadido» que ha reforzado su «cartera de productos», Casado enfatiza que para Vicente Vidal pertenecer al grupo navarro ha significado «una oportunidad de crecimiento y modernización, especialmente en términos de innovación y expansión de mercados».

Tanto es así que, hoy en día, dentro de un mercado como el de las patatas fritas que es muy variado -las grandes compañías «dominan en términos de capacidad de producción y distribución masiva y las pequeñas firmas locales tienen la ventaja de poder ofrecer productos más específicos«-, Vicente Vidal vende en las cadenas de la gran distribución más importantes de España, así como otras de origen valenciano como Consum y Masymas

Además, gracias a su expansión, ya está presente también en más de una veintena de países de todo el mundo, desde territorios más cercanos como Portugal y Francia, a otros lejanos como China, Japón, Filipinas, Cabo Verde y Uruguay. No obstante, Casado resalta que, dentro de una facturación que ronda los seis millones de euros como marca, «el principal foco es el mercado español y el crecer desde lo local ofreciendo el mejor producto de cercanía». En ese sentido, se entiende la importancia creciente en el negocio que están teniendo patatas como las Vicente Vidal 1931, que utilizan ingredientes de proximidad y buscando «una conexión con el consumidor que valora lo local».

La innovación, «esencial»

Pero, a pesar de esta importancia de mantener la esencia, Casado también tiene claro que la innovación en un sector tan competitivo como el de las patatas fritas acaba resultando «esencial». «Es fundamental poder ofrecer sabores nuevos y formatos que atraigan a los consumidores«, afirma. Y aunque no desvela el importe concreto que dedican a esta materia cada año, el responsable de la marca señala que es «una cantidad significa de los fondos», los cuales van tanto a la innovación y la mejora de los procesos de producción ya existentes como a investigar esos nuevos sabores.

Del mismo modo, respecto a sus planes de futuro, desde Vicente Vidal no apuntan hoy a ninguna inversión concreta. Aunque «estamos constantemente evaluando nuevas oportunidades de inversión», añade Casado. Eso sí, deja muy claro que «el compromiso con la sostenibilidad y la mejora continua» les lleva a plantearse «la posibilidad de nuevas instalaciones o mejoras en las plantas actuales». Todo para seguir impulsando una marca casi centenaria referente en España y cuyo emblema ya se aprecia por todo el mundo. 

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