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«Grieta» entre Larreta y Bullrich: crece la disputa interna sobre cómo y cuándo desarmar el cepo

Todavía falta lo peor en la discusión interna de Juntos por el Cambio. La pelea sobre si hay que sumar a candidatos peronistas hace ruido en los medios, pero la que verdaderamente podría fisurar la coalición opositora es otra divergencia de orden económico: qué hacer con el cepo cambiario en caso de ganar las elecciones.

Se trata de una polémica todavía no muy explícita, pero que inevitablemente saldrá a la superficie cuando empiece la campaña propiamente dicha con vistas a las PASO. Y los primeros indicios apuntan a que hay diferencias conceptuales importantes en un tema crucial para la economía del 2024.

«Por supuesto que el cepo se elimina el día uno», contestó con plena seguridad Patricia Bullrich entrevistada en TV. Y, cuando le preguntaron si eso implicaba el riesgo de una disparada inflacionaria, dijo que eso no ocurriría porque, al mismo tiempo, se pondría en marcha un esquema bimonetario, por lo que una caída en la demanda de pesos se resolvería por la vía de la compra de dólares en un mercado cambiario libre.

En realidad, Bullrich lo expresó de manera más confusa, lo cual le trajo críticas desde varios flancos. Pero es la idea que viene sosteniendo su principal asesor económico y eventual ministeriable, Luciano Laspina. Ante el debate sobre la dolarización que puso sobre el tapete Javier Milei, Laspina fijó la posición de los «halcones» de JxC: «Ni cepo cambiario ni dolarización. Moneda nacional convertible (que no es tipo de cambio fijo sino tipo de cambio único) y libre elección de monedas. Eso es libertad y no populismo. No hay que cambiar de collar, hay que dejar de ser perros».

Y, concretamente sobre el punto del cepo, Laspina fue contundente: «Argentina no puede crecer con cepo cambiario, tenemos que salir cuanto antes para que haya inversiones. Con el cepo el Estado te somete».

En rigor, el economista no dijo que su idea fuera repetir la experiencia del gobierno macrista en diciembre de 2015, porque también comentó que «la salida del cepo requiere un reordenamiento de la economía», pero sí dejó en claro su rechazo al gradualismo en el tema cambiario, dado que «el final del modelo kirchnerista está gestando crisis que puede llevar una hiperinflación». Laspina que desde hace un año formó un equipo para diseñar un plan económico, no descarta un cambio de moneda como parte de la estrategia.

Patricia Bullrich fue la más explícita respecto del cepo: «hay que desarmarlo dese el día uno»

Quedó la duda sobre cuál es la postura de Carlos Melconian, otro economista de diálogo fluido con Bullrich y también potencial ministeriable. El ahora director de la Fundación Mediterránea fue un notorio crítico de la forma en que se levantó el cepo en 2015.

Discrepancias internas y un sugestivo guiño de CFK

Lo cierto es que el antecedente de lo ocurrido cuando se desarmó el cepo al inicio de la gestión macrista es un dato incómodo para los economistas de JxC, y el fantasma de un shock inflacionario se cuela en cada discusión sobre el tema.

En aquel momento, se evidenció un problema de diagnóstico: el entonces ministro de economía, Alfonso Prat Gay, argumentaba que ya prácticamente todos los precios de la economía estaban indexados al valor del blue, por lo que el levantamiento del cepo sería un «sinceramiento» de algo que ya la población había aceptado de hecho.

Su pronóstico, en el inicio de la gestión era que la inflación del 2016 sería de 20% y que desde ahí en adelante iría en descenso. El contraste entre ese pronóstico y lo que efectivamente ocurrió -la inflación del 2016 fue el doble de la proyectada y, al final de la gestión macrista, el IPC marcaba 53,8%- hace que la cuestión del cepo se haya transformado en el tema más espinoso del debate económico interno.

Es así que la parte más «moderada» de la coalición ha mostrado cautela. El economista Hernán Lacunza -otro de los ministeriables- aclaró que antes de levantar el cepo hay que generar ciertas condiciones: «Primero hay que revertir la causa de la hemorragia, generar confianza. También es importante generar más divisas de las que se van, y las condiciones para que los dólares permanezcan en el sistema financiero argentino».

Lacunza, que carga con el estigma de haber reinstaurado el cepo sobre el final de la gestión macrista, para proteger las reservas del Banco Central en un contexto de alta volatilidad, insinuó que su plan es un esquema de liberación gradual del tipo de cambio, con tiempos diferenciados por sectores de la actividad.

Y el propio Horacio Rodríguez Larreta dejó una frase para la polémica cuando afirmó: «El que dice que el 10 de diciembre se levanta el cepo es un chanta; no hay facilismos ni soluciones mágicas».

No mencionó a nadie, pero en el ámbito político se interpretó que se trataba de un dardo dirigido al sector de Bullrich. Esa sensación se reforzó cuando la mismísima Cristina Kirchner se permitió deslizar un elogio hacia el intendente porteño por haber reconocido las dificultades derivadas de la «economía bimonetaria».

Horacio Rodríguez Larreta trató de «chantas» a quienes prometen un desarme inmediato del cepo, algo que le valió elogios de Cristina Kirchner

Como Rodríguez Larreta no quiso criticar retroactivamente a Mauricio Macri por la decisión sobre el cepo, dijo que las condiciones actuales son diferentes a las de 2015, dado que en aquel momento «había reservas en el Banco Central y no había 15 tipos de cambio diferentes, no era lo mismo que ahora».

Cristina tomó esa definición como una confesión de parte de que el macrismo había mentido sobre la herencia económica que recibió en 2015. Y durante un discurso en la Universidad de Río Negro, Cristina aprovechó esa frase de Rodríguez Larreta para reiterar su convocatoria a un diálogo nacional «sin adjetivaciones, estereotipos ni clichés», para ayudar a que el país «vuelva a tener moneda».

El fantasma de la híper

A medida que se suman voces al debate, la polémica interna se acrecienta. En un reciente artículo, Federico Sturzenegger, otro de los protagonistas -como presidente del Banco Central- del levantamiento del cepo en 2015, fijó una postura inequívoca: cuanto más se demore, peor.

«Si el próximo gobierno no desmantela el cepo en el arranque de su gestión, sus probabilidades de éxito quedarán seriamente comprometidas», plantea Sturzenegger, quien recuerda que el momento de levantar los controles cambiarios hace ocho años fue «la acción más gratificante que un economista puede implementar en su carrera». Y cita estadísticas internacionales que demuestran que los países que aplican cepos al dólar crecen a la mitad de la tasa que los que tienen libertad cambiaria.

Pero, sobre todo, cuestiona el argumento de que un levantamiento del cepo agravaría la inflación.

«Hoy en día, los argentinos si no quieren pesos hace rato lo han convertido a dólares, bienes reales o lo que fuere. La demanda de dinero actual es un 20% inferior a la que había cuando abrí el cepo en diciembre de 2015. Puede haber algún efecto, pero no puede ser significativo», plantea el ex presidente del BCRA. Además, recuerda que durante su experiencia tampoco se concretó el temor de una alteración en la operatoria comercial: «Las importaciones se habían anticipado tanto que, cuando unificamos, no hubo demanda de dólares».

Su planteo es que, en realidad, el problema central residirá en la decisión para terminar con el déficit fiscal y terminar con la emisión para financiar el gasto público. Su visión es que no levantar el cepo implica enviar el mensaje de que el Gobierno no puede garantizar la disciplina fiscal.

Claro que la postura de Sturzenegger está lejos de ser mayoritaria. Más bien al contrario, casi no hay consultores económicos que no prevean algún grado de «contagio» a los precios en caso de que se produzca un levantamiento abrupto del cepo.

Al respecto, uno de los economistas influyentes en la vereda de enfrente, Emmanuel Álvarez Agis, presentó en una conferencia con inversores un cuadro en el que demuestra que, contrariamente a lo que se suele afirmar, no hay una mayoría de precios que ya toman como referencia al blue.

Según un estudio del economista Álvarez Agis, los precios de los alimentos todavía toman como referencia al tipo de cambio oficial y no al blue

Según ese estudio, hay rubros -ropa, electrodomésticos, autos, bienes durables en general- en los que sí el riesgo inflacionario es bajo, porque ya hoy se acercan al precio internacional. Esos rubros tienen una ponderación de 18% en la canasta del IPC. Pero, en cambio, los bienes de la canasta básica están valuadas al tipo de cambio oficial. Su conclusión es que, si se levantara el cepo de golpe, los aumentos más fuertes se producirían en los alimentos y otros productos de primera necesidad, que explican el 30% del IPC.

Según Álvarez Agis, eso es lo que complica en términos políticos el levantamiento del cepo: aunque el «pass through» general pueda ser algo más moderado que el que se produjo en 2016, se trataría de una inflación que castigaría a los sectores más pobres, que son los que destinan la casi totalidad de su ingreso a la compra de la canasta básica.

Pero si hubo una opinión que terminó de complicar el debate sobre el cepo fue la del siempre escuchado Domingo Cavallo. El creador de la convertibilidad fue contundente en su pronóstico: un levantamiento del cepo sin un previo ajuste fiscal y sin una previa absorción del excedente de pesos puede traer «una explosión hiperinflacionaria, costosísima desde el punto de vista social y demoledora desde el punto de vista político».

¿Una solución a lo Cavallo?

No es la primera vez que, en el afán de criticar al kirchnerismo, la coalición de Juntos por el Cambio recibe como efecto boomerang la exposición de sus divergencias internas. Ya había ocurrido en febrero pasado, cuando se difundió un comunicado que hablaba sobre una «bomba financiera» que el Gobierno dejaría a su sucesor y en el cual se puso en duda la voluntad de pago de la deuda en pesos.

Y el tema del cepo trae una complicación adicional: una definición contundente respecto de que los controles se eliminen el primer día podría tener un efecto anticipado sobre el blue al día siguiente de las PASO. Es algo que, otra vez, deja a JxC expuesto a las críticas del peronismo en el sentido de fomentar una crisis. En definitiva, un costo político en plena campaña electoral.

Ante ese panorama, aparece una posible solución que evitaría una pelea explícita entre «halcones» y «palomas» de la coalición opositora. El propio Cavallo fue quien lo argumentó con mayor detalle: la implementación de un «desdoble», en el cual el comercio exterior continúe regulado, pero el turismo, los servicios, el ahorro y algunas importaciones no esenciales se harían a un dólar flotante y libre.

Es una propuesta que va ganando adeptos entre quienes buscan la «opción menos mala» que atenúe los costos sociales del ajuste post electoral.

Y, curiosamente, hasta es una postura con la que, íntimamente, podría coincidir el propio Sergio Massa. Después de todo, fue su viceministro e ideólogo en temas macro, Gabriel Rubinstein, uno de los primeros en proponer el desdoblamiento como forma de solucionar el problema de la escasez de divisas y hacer una transición hacia un régimen de tipo de cambio unificado.

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